“A nuestros amigos, Rosa y Juanjo”. Sevilla, siempre será Sevilla.
“Mosquetón salvó la tarde”
El Cid: De rioja y oro. Dos pinchazos, uno que escupió y otro sin soltar y estocada atravesada y trasera. Silencio. En el cuarto cuatro pinchazos, aviso y descabello. Silencio de Sevilla.
Manuel Escribano: De marino y oro. Pinchazo arriba y estocada trasera tras aviso. Saludos desde el tercio. Estocada trasera tras aviso. Dos orejas.
Daniel Luque: De verde y oro. Estocada trasera y desprendida. El animal se marchó a tablas a recibir la muerte. Saludos tras petición minoritaria. En el sexto estocada y cuatro descabellos. Silencio.
Presidenta: Doña Macarena de Pablo Romero Raynaud.
La vuelta al ruedo al quinto fue un premio excesivo. El toro fue bravo en la muleta, pero en el caballo se guardó su entrega en la pelea.
Suerte de varas:
CUADRILLAS.
1º Planetario: N.83. 503 kg. Cárdeno bragado. En la primera entrada le costó acudir al caballo, cuando lo hizo metió los riñones, fue castigado trasero y el piquero le tapó la salida. En la segunda entrada se dejó pegar y el montado le arreó sin medida.
2º Venerado. N. 100. 507 kg. Negro entrepelado. En la primera vara se dejó pegar sin entregarse en el peto. En la segunda tuvo comportamiento de manso, escarbó y entró al caballo al relace, el piquero se limitó a marcar el castigo y salió suelto.
3º Pesador. N. 46 525 kg. Cárdeno bragado. El animal no fue castigado. En la primera entrada marcó trasero el puyazo y le tapó la salida. No era necesario ese detalle tan poco deseado por los aficionados. En la segunda entrada se dejó pegar y tampoco fue castigado. La suerte fue un puro trámite.
4º Cucador. N 45. 505 kg. Negro entrepelado. En la primera entrada hizo una fea pelea, en la segunda fue castigado bajo. No se le vio en el caballo.
5º Mosquetón. N. 76. 510 kg. Negro entrepelado. En la primera entrada se dejó pegar. Nada más. En la segunda marró el picador, el animal derribo por el impulso y cuando el caballo se levantó el toro empujó en el peto.
6º Estudioso. N. 66. 518 kg. Cárdeno bragado. En la primero vara no se entregó en el peto y se repuchó, intentando quitarse el hierro de encima. En la segunda volvió a cumplir con la mansedumbre que llevaba dentro. Se repuchó y no se empleó en el castigo.
CRONICA:
Manuel Escribano recibió a Venerado, cómodo de cara, con el capote consiguiendo dos verónicas ajustadas. Daniel Luque tuvo el detalle de hacer su quite. Con las banderillas Escribano trató de lucirse, pero en el primer par no tuvo lucimiento, clavó a toro muy pasado. En el segundo llegó a cuadrar en la cara del toro. En el tercero se la jugó por adentros con el mansurrón y bravucón enemigo. Con la pañosa se le coló en el segundo muletazo, pero por el izquierdo, el pitón bueno del toro, consiguió sacarle una tanda aseada y a continuación otra tragando y llevándolo toreado. Al final consiguió meterlo por el derecho. Cerró la faena con una tanda de naturales que no dejó indiferente a los asistentes. Al que hizo quinto la valentía del gerenense hizo que lo recibiera de hinojos frente a toriles, y con una larga cambiada le dio la bienvenida a su enemigo. A continuación se lució con el capote. Con las banderillas mostró disposición colocando un par al quiebro jugándose el tipo. En el último tercio brindó su labor a los presentes y el público entregado agradeció el detalle. El toro comenzó “su” faena comiéndose la muleta y el torero, sometiéndolo por bajo, ofrecieron una bonita y noble pelea. ¡Qué toro! Cuando acudía al engaño hacía el avión por el pitón derecho. La música acompañaba la labor que ofrecía Mosquetón y la pañosa, junto con el torero, eran unos acompañantes privilegiados de la bravura que ofrecía el toro. Escribano estuvo digno, pero cuando un toro está por encima del matador, algo nos hemos perdido los aficionados.
A Daniel Luque se le vio frio y con pocas ganas de fajarse con sus enemigos. Se limitó a cumplir el expediente, y eso no es habitual en el torero de Gerena. En su primero se lució con el capote, primero con unas largas de recurso y a continuación con verónicas ajustadas y templadas. Otra suerte que los taurinos están llevando al precipicio del olvido. Brindó al cielo su primero en recuerdo de su padre. Por el pitón derecho el sevillano no se acopló y le tocaba la muleta en cada intento de lucimiento. En el toreo al natural el “vitorino” con poco recorrido no transmitió nada, y el torero tampoco intentó prolongar las embestidas para su lucimiento. El toro se fue cerrando en tablas y solo quedó la voluntad del torero. El sexto de salida se desplazaba por los dos pitones pero el matador solo consiguió una verónica templada. Con la muleta lo mantuvo en el tercio, pero al pasarlo, tanto por el derecho como al natural se pudo comprobar que lo único que podía ofrecer es entrar a matar.
©Pepeíllo.