Toros: 1º, 2º, 3º y 4º de Escolar Gil. Encaste: Albaserrada. 5º y 6º de Hernández Plá. Encaste: Santa Coloma.
- José Pedro Prados, “El Fundi”: De verde y oro. Bajonazo saliéndose de la suerte, cinco descabellos. Dos avisos. Pitos. El toro aplaudido en el arrastre. Media estocada al paso. Pinchazo hondo y cuatro descabellos. Pitos.
- José Ignacio Ramos: De tabaco y oro. Pinchazo y estocada perdiendo la muleta y dos descabellos. Silencio. Estocada baja. Tiene el toro una muerte brava en los medios. El toro aplaudido en el arrastre. Silencio.
- Fernando Robleño: Bajonazo delantero. Aviso, cinco descabellos. Estocada hasta los gavilanes. Aplausos. Aplaudido en el arrastre.
Salieron toros por chiqueros con casta y alguno que otro con bravura, como le pasó al primero de la tarde, que aunque justo de trapío fue el primer toro que se picó en la feria. En líneas generales cumplieron con los montados, destacando el quinto que fue tres veces al caballo y dio espectáculo. La tercera vez que lo pusieron en suerte, lo colocaron de lejos y el toro se arrancó con un tranco que puso en pie a los aficionados aplaudiendo. El único pero es que el picador se fue entre aplausos cuando en realidad había picado trasero, pero bueno, como corren tiempos de escasez de este tipo de suerte, llegará un día en que los espectadores no sabrán si tienen que aplaudir o protestar.
Otro hecho importante es que el toro, como toda la corrida, no se cayó y después de soportar esta lidia todavía tuvo fuerzas para pedirle el carné al torero que lo lidió, con el propósito de que le hiciera las cosas bien hechas, porque sino, el segundo pase no se lo tragaba. Pero el torero le dudó en la cara del toro y ahí se acabó lo que se daba, y el torero tuvo que bailar al son que le marcaba su enemigo.
Así es el toro encastado, y así es su comportamiento, después nos sorprende que las figuritas, esas que matan cien corridas al año, nunca se enfrenten a estos tipos de toros, y en cuanto dan cinco naturales sin ligar vaciando la embestida del toro lo más lejos posible, tengan a toda la prensa especializada a su favor, y estos guerreros que han tenido la vergüenza torera de vestirse de luces con este tipo de ganado tengan que jugársela para que alguien desde un despacho se acuerde de ellos para matar la siguiente corrida, de la duras por supuesto.
El segundo de El Fundi manseó en el caballo y no teniendo bastante con eso, el picador le puso la primera vara en los costillares, y la segunda trasera, y claro con ese bagaje difícilmente se podían corregir los defectos a un toro encastado, y a todo lo anterior había que unir la mala lidia que llevó el burel. El torero así lo entendió y se limitó a prepararlo para la muerte.
El primero de Ramos acudía con prontitud a todo lo que se movía en la plaza, y entró al caballo tres veces, pero tampoco la lidia que se le dio al toro fue de ejemplar ejecución, así, cuando el toro llegó a la muleta iba avisado por ambos pitones y el torero se limitó a aliñarlo.
El primero de Robleño en lugar de embestir topaba y a pesar de que el toro tenía sus dificultades, el torero no quiso pararse con él y se limitó a cumplir el expediente, más de bailarina de ballet que de torero. En su segundo, un toro de impresionante arboladura, manso de libro, pero encastado, trajo en jaque a la cuadrilla y a los picadores hasta que el director de lidia puso orden en el ruedo. Cuando llegó a la muleta el torero quiso hacerle la faena con la izquierda pero puso por medio muchas precauciones y, claro, nos quedamos con la duda de saber qué hubiera sucedido si el torero se hubiera entregado con más fe.
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