Toros de: Núñez del Cubillo. Encaste. Domecq, Núñez y Osborne. El sexto, sobrero de Victoriano del Río. Encaste Juan Pedro Domecq.
Terna:
- Morante de la Puebla: Estocada baja, atravesada y tendida. Bronca. Estocada caída. Oreja.
- José María Manzanares: Estocada habilidosa y un descabello. Aplausos. Estocada caída. Silencio.
- Cayetano: Estocada contraria. Saludos desde el tercio. Pinchazo y estocada hartándose de toro. Oreja.
Preside la corrida: Trinidad López Pastor.
Supongo que Cayetano agradecería al siete la protesta por la invalidez del sexto toro de la tarde y que saliera en su lugar un sobrero de Victoriano del Río que tenía preparado Florito en los corrales, para que pudiera demostrar a la afición venteña lo que sabe hacer ante un enemigo, que por lo menos no blandeó. Eso sí, el picador le zurró la badana con saña, como si el pobre animal tuviera la culpa de todas sus frustraciones. Aún así, el toro acudió con alegría por segunda vez al caballo del desaprensivo que lo montaba. El torero le dio unos muletazos de recibo con un bonito cambio de manos incluido, dando a continuación una serie de redondos ligados abrochados con un gran pase de pecho. Al natural, sin embargo, el toro no tenía una embestida tan clara y calamocheaba, quedándose corto en la embestida. Como remate dio una serie de redondos muy buena, toreando para adentro que es como se debe torear.
Morante de la Puebla dejó lo mejor de su repertorio para su último toro, ya que a su primero no quiso verlo muy claro. El animal punteaba, pero eso se podía haber corregido, sólo hacía falta que el torero quisiera hacerlo, ya que tanto facultades como conocimiento tiene para hacerlo, pero ya se sabe, esta clase de toreros es capaz de cualquier proeza y también de cualquier petardazo. En este caso tocó abreviar. En su segundo puso en suerte al toro en la primera entrada al caballo con unos galleos que levantaron al público de sus asientos y un quite de tres verónicas cerradas con una media que resonaron los olés en Manuel Becerra. Con la muleta realizó una faena llena de detalles: dio unos ayudados a dos manos gustándose, cerrados con un gran pase de pecho. A continuación y como más destacado, dio una serie de redondos muy templada.
Manzanares, por su parte, se le fue el toro suelto al caballo, vaya feria que llevamos, donde no se fijan los toros de salida y estos hacen de la plaza un sayo sin que ningún torero se ponga en su sitio y les muestre que los toros están en el ruedo para obedecer a los toreros ya que esa es su misión. El toro no valía para nada, y menos para la lidia, y en cuanto le bajaba la mano el animal dejaba de ser toro para convertirse en un cadáver, pero eso no nos extraña, porque estamos hartos de ver toros cadavéricos que hacen pensar a los espectadores que los toreros debían vestirse de enfermeros en lugar del traje de luces. El animal, al tener poca fuerza, en lugar de embestir se defendía y el torero, en lugar de abreviar, quiso convencerse de que su labor era la mas acertada. Su segundo, una copia del primero, en cuanto lo sometía, toro al suelo, y tuvo que limitarse a dar pases y pases, que como he comentado en otras ocasiones no es lo mismo que torear, hasta llegar a ponerse pesado. Una reflexión: estos toreros que van de figuras, porque no vienen a esta plaza y a otras con toros, de esta forma demostrarían lo que son y lo que quieren ser.
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