jueves, 19 de mayo de 2011

17 de Mayo de 2011: El corazón es el que manda

Toros de: El Ventorrillo.
Terna:
  • Manuel Jesús El cid: Bronca y tímidos pitos.
  • Miguel Ángel Perera: Silencio y silencio.
  • Alejandro Talavante: 2 orejas y aplausos.
Preside la corrida D. César Gómez Rodríguez.

En una de las tertulias que mantuve con mi amigo Vallito, de profesión torero de plata, le pregunté ¿qué explicación tiene que toreros, con una trayectoria profesional llena de éxitos, tuvieran actuaciones tan dispares, unas que marcaban el rumbo del toreo para una generación y otras clamando compasión a los aficionados con faenas totalmente deplorables? No tuvo duda en la respuesta: “el corazón”, marcando efusivamente con el puño el lugar donde se encuentra el órgano que marca la diferencia del comportamiento de las personas.

Tal y como toreó ayer Alejandro Talavante no cabe duda que así es. Estuvo sencillamente torero ante un enemigo precioso de lámina y de juego extraordinario en la muleta, que marco la diferencia con sus hermanos de camada. En el caballo no se pudo comprobar su comportamiento, ya que el picador no estuvo afortunado, porque aunque derribó al montado a éste se le rompió la vara, y en la segunda vez que entró al caballo marró al clavar la puya. Pero el corazón de Talavante sí aprovechó la oportunidad que le brindó su enemigo, ya que … cuántos corazones hemos visto arrugarse ante toros que habían puesto en bandeja de plata el triunfo del torero y se han marchado con las orejas al desolladero. ¡Muchos! Pero ayer no fue uno de más. Toreó con quietud, con mando, con temple y con hondura, y todo en el centro del ruedo, levantando los oles de la plaza al unísono, solo con movimientos cadenciosos de su muleta, como si se hubiera ensayado de antemano el concierto, pero cuando hay sintonía entre torero y afición, sobra el ensayo. Total, dos orejas indiscutibles. Al toro se le pidió la vuelta al ruedo, pero el Presidente no la concedió.

Sin embargo, El Cid vino ayer a la plaza sin corazón y se le presentó la oportunidad en su primero de sacar el toreo profundo que antaño lució en sus faenas por esos alberos de España, pero ayer le tocó lucir el toreo desconfiado y como consecuencia perfilero y ventajista. Sentían pena los aficionados ver a un torero querido en esta situación. En el segundo de su lote, y espoleado ante el éxito de su compañero de cartel, salió dispuesto a salir de la sombra que tapa su toreo de antaño, pero se encontró con la ingrata sorpresa que el toro, en esta ocasión, no se empleó en la muleta y ante esta situación poco pudo hacer, salvo lamentarse. Así es la vida, incluso, la de los toreros.

Miguel Ángel Perera vino a Madrid desdibujado, sin ganas y sin fe. Su corazón al parecer tampoco le permitía muchos sobresaltos, solo le permitió un redondo suelto bajando la mano, para quedar después desdibujado ante la vulgaridad de su toreo, consiguiendo ponerse pesado y aburrir a la parroquia. En su segundo no llegó a acoplarse, ya que el toro le dio pocas facilidades, y el torero, en lugar de templar sus inciertas embestidas, se limitó a dar trallazos con la muleta retrasada, perdiéndole pasos a su enemigo. En una palabra, su corazón solo le permitió el toreo moderno y vulgar.

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