lunes, 23 de mayo de 2011

22 de Mayo de 2011: Decepción ganadera

Toros: 5 de Partido de Resina. 1 de Nazario Ibáñez corrido en primer lugar.
Terna:
  • Ignacio Garibay. Bajonazo de escándalo y descabello, silencio. Sartenazo, silencio.
  • Serafín Marín: Estocada caída, vuelta al ruedo. 2 pinchazos, estocada casi entera y baja, silencio tras aviso.
  • Sergio Aguilar: Estocada contraria, silencio. 3 pinchazos y 5 descabellos, silencio.
Preside la corrida D. Julio Martínez Moreno.

A Juan Carlos Higuero y Gabriel Navarro, que tuvieron la paciencia de aguantarme una tarde de toros.

Fue una pena ver una ganadería como la de Pablo Romero, hoy de nombre Partido de Resina, en la situación en que se encuentra. Mal presentada, donde salieron toros justitos de trapío y de cabeza, y otro, como el cuarto, de una impresionante arboladura y de 670 kilos, pero que dentro llevaba la mansedumbre y el descaste que ningún aficionado deseaba ver. En una palabra, un auténtico mulo. Es una pena que una ganadería emblemática como esta, que ha sembrado de bravura y de casta casi todos los ruedos de España, se vea en esta situación, y lo grave no es eso, sino que tiene una difícil solución, ya que este encaste es único y no hay ganado en nuestro país con esta sangre para un posible refrescamiento. Desde luego el aficionado se espera lo peor y esperemos que el ganadero encuentre la solución a los problemas que plantean estos toros a la mayor brevedad posible.

Los toreros tuvieron la honradez de anunciarse con una ganadería de las denominadas duras y así fueron, ya que presentaron muchos problemas a los tres espadas, salvo el segundo, que fue devuelto y en su lugar salió un sobrero de Los Chospes, encaste Jandilla, al cual Serafín Marín le sacó una serie de redondos muy templados abrochados con el de pecho. A partir de aquí, el burel comenzó a calamochear y el torero de Moncada no se acopló a su enemigo, haciendo una faena de más a menos. Cuando entró a matar se tiro a ley y quedándose unos instantes entre las astas del toro, fue un momento dramático, que afortunadamente tuvo un final feliz. Con el manso y peligroso quinto de la tarde Marín se la jugó, pero el toro no quiso colaborar en su intento de triunfo y el fallar con la tizona enfrió los ánimos del público.

Ignacio Garibay, torero mexicano, volvió a Las Ventas después de una larga ausencia, y se le vio un torero con oficio, pero el ganado que lidió le dio las justas oportunidades para demostrar al público sus ganas de triunfo. En la lidia del cuarto de la tarde, un toro de impresionante trapío y arboladura que haría correr de pavor a muchas figuras del escalafón taurino que se pavonean señalando sus nombres en ellas, estuvo valiente. Con la muleta en la mano se lo sacó a los medios doblándose con él, y el manso y descastado animal en un descuido del maestro se lo echó a los lomos. Todo hacía presagiar que el torero saldría del ruedo en brazos de sus compañeros a la enfermería, pero el coleta, en una muestra de profesionalidad, mató a su enemigo, eso sí, de un sartenazo. El toro en realidad no se merecía otra cosa. En su primero se le vio con firmeza manejando los engaños, pero no tuvo toro nada más que para despacharlo de un bajonazo de juzgado de guardia.

Sergio Aguilar pasó por Las Ventas sin hacer mucho ruido, el ganado que le tocó en suerte tampoco le dio muchas oportunidades de lucirse. Sin embargo, en su segundo lo intentó desde el principio de faena echándose la muleta a la izquierda, que es la mano de las orejas y de los “biyetes”, pero el animal, como sus hermanos de camada, no estuvo por la labor de demostrar en la plaza el origen de su procedencia. En su primero no se acopló con su enemigo, aunque éste solo demostró desde que salió por chiqueros su mansedumbre buscando la salida de la dehesa barbeando las tablas.

Le deseamos al ganadero toda la suerte del mundo en su intento de devolver a esta ganadería la casta, la bravura y el prestigio que tuvo años ha. La afición lo espera con ansiedad.

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