Plaza de
toros de Las Ventas del Espíritu Santo
Primera de temporada.
Ganaderías: 4 toros de Torrestrella, 1º, 2º, 3º
y 5º y dos de Torrealta, 4º y 6º. Destacaron 3º y 4º ante la mediocridad del
encierro. El 4º fue levemente aplaudido en el arrastre..
Terna:
·
Diego Urdiales: Dos metisaca, un pinchazo en la
suerte contraria y descabello. Aviso. Silencio. En su segundo, Pinchazo
saliéndose de la suerte, 2 avisos y 6 descabellos. Silencio.
·
Eduardo Gallo: Pinchazo caído, estocada caída.
Aviso. Saludos desde el tercio. En el quinto, estocada caída. Saludos desde el
tercio.
·
Antonio Nazaret: Estocada algo delantera. Vuelta al
ruedo. En el sexto, dos pinchazos sin soltar, Pinchazo hondo y 3 descabellos.
Silencio.
·
Presidente: D. Manuel Muñoz Infante: Le protestaron los aficionados el tercer
toro, una raspa y flojo de remos, pero hizo caso omiso. El astado se vino
arriba en banderillas, tapando con ello la decisión del presidente de mantenerlo en el
ruedo. No tuvo problemas durante el resto de la corrida.
·
Suerte de varas: El cuarto de la tarde derribo al
montado, pero no porque empujara con fijeza sino que fue suelto al caballo que tapaba puerta y
éste estaba desprevenido. Era un torazo, con una estampa imponente, pero, con
este detalle se esfumó la ilusión de los aficionados de ver el juego de los
toros en el caballo. Toda la corrida,
sin excepción, manseó, y algunos hasta
blandearon, como el primero, tercero y cuarto, y los picadores se limitaron a
sujetarlos nada mas, hubo algún piquero
que se permitió el lujo de taparle la salida. Ocurrió en el tercero de
la tarde. Esto es un mal endémico en
esta profesión. Ningún toro acometió con clase al caballo. Algunos hasta repucharon, intentando quitarse
el hierro de encima. La suerte de varas fue un verdadero simulacro. Es una
lástima sentir pena cuando se ve el
comportamiento de estos animales en el ruedo, cuando en realidad tendrían que dar miedo.
·
Cuadrillas y otros: En el estreno de la temporada ningún torero de plata destacó entre la
mediocridad que reinó toda la tarde.
Todos los toreros al parear salían de la cara del toro como alma que lleva el
diablo, y eso que ningún enemigo sacó a relucir aviesas intenciones, salvo el
sexto que echaba la cara arriba y puso en aprietos a Adolfo de los Reyes al colocar
el tercer, pero la vulgaridad se ha apoderado del escalafón. Unos se limitaron
a cumplir, y en este cumplimiento pareaban a toro pasado, pero era un mal menor,
ya que otros tiraban los palos allí donde cayeran. Lo más recurrido fue colocar los rehiletes al sobaquillo. Analizando
este hecho puede tener una explicación. Hay toreros que mandan en el escalafón
que habría que contarles los pares que han colocado ganándole la cara al toro. Seguro
que sobraban dedos de las manos. Es la escuela que han impuesto los que se
dedican a crear la vulgaridad todas las tardes que actúan, y cobran por ello. La tarde no fue apacible para los espectadores
y menos para los toreros, que tuvieron
que luchar con los enemigos que salían por chiqueros, con la lluvia y con el viento,
que tan especial comportamiento tiene en esta plaza.
· Comentarios: Era la primera de la
temporada y en la primera plaza del mundo, a opinión de los que tratan de
vender este producto del cual viven, y
no consiguieron lidiar el encierro completo. La corrida tuvo que ser remendada
con dos toros de Torrealta. A pesar de ello, salió un toro que era una raspa. Es la asignatura que han
aprobado los taurinos, que con su poder y la manita que reciben de los
estamentos públicos, han conseguido convertir esta plaza en un coladero de
toros impresentables. El único recurso que les queda a los aficionados es que
viendo lo que sueltan por otras plazas, Las
Ventas no iba a ser una excepción.
· En
cuanto a los que vistieron de oro, y
poniéndome en la piel de algunos aficionados, me permito decir que sentirían
algo de pena ver a un Diego Urdiales sin
sitio en la cara del toro. Ese sitio que lo llevó en las pasadas temporadas a
ser respetado por la afición. Su primero salió rematando en tablas y sacando
astillas de cada acometida contra las troneras, pero el torero no encontró el
ritmo para pararlo de salida y después mecer la embestida con el capote. Cierto
que el toro tenía las fuerzas justas
y con la muleta, más que embestir, se limitó
a defenderse. El torero no llegó a acoplarse por ninguno de los pitones y aunque
el aire también dificultó la lidia, pudo más su desconfianza. Su segundo, un toro
de Torrealta con trapío y cuajo, salió
suelto del capote de recibo y lo dejó ir al caballo de reserva. Con la muleta tampoco anduvo fino el riojano.
Estuvo tapando a su enemigo durante toda
la faena. El toro le puso en bandeja el triunfo y el torero no quiso enterarse,
ocultándole la pierna contraria y no
remataba los muletazos, y cuando ligaba, más que tirar de su enemigo
aprovechaba el viaje. Una pena, torero.
El
primero de Eduardo Gallo fue un toro que salió con pies y barrió el ruedo en un
suspiro. El salmantino se acopló con el capote y llegó a templar alguna
verónicas ganándole terreno. Ya con los montados en la arena, puso al
toro en suerte con unos vistosos galleos. La faena de muleta tuvo sus altibajos, después de sacárselo a
los medios con gusto, siguió toreando aprovechando el viaje del toro y al hilo del pitón. De
esta manera consiguió dos aseadas series de redondos pero sin cargar la suerte.
Con la izquierda el toro se quedaba
corto en la embestida, pero cuando lo
intentó por ese pitón el toro ya estaba pasado de faena. El toreo moderno está
basado en la mano derecha, y cuando lo
hacen con la izquierda es para cumplir el expediente. Al igual que sus compañeros, tuvo que luchar
con su enemigo y con el aire. A su faena le faltó hondura, le sobraron redondos
y le faltaron naturales. . Tiró del recurso del parón que fue muy jaleado por
el público, pero en un circular el toro lo desarmó, afeando con esto lo que
había hecho anteriormente. En su segundo el toro recibió una mala lidia, tanto
Nazaret como Gallo rivalizaron en el tercio de quites pero ninguno llegó a lucirse. Ya con la
muleta lo desarmó al primer muletazo y unido a las pocas fuerzas que mostró el
animal el torero intentó con la derecha sacar lo que no tenía A pesar de la sosería mostrada por el toro,
el público premió la voluntad del torero con aplausos. En resumen, el torero
salmantino demostró detalles que dejó en los aficionados el sabor de boca de
volverlo a ver, pero hay que recomendarle
que para vestirse de luces hay que tener ganas de triunfar. Mimbres hay de dónde tirar.
Antonio
Nazaret por su parte se encontró en su
primero con las protestas de los aficionados por falta de trapío y en cuando lo
recibió de capote comenzó a blandear de las manos. Con la muleta se colocaba al hilo del pitón, pero estuvo
muy predispuesto y basó su faena con la izquierda. Eso hay que valorarlo en su justa medida, ya
que pocos toreros lo hacen. Durante la faena comenzó a caer agua y el público comenzó a abandonar sus asientos. El burel
sacó algo de casta y la voluntad del
torero por hacer las cosas bien, quedó en una faena llena de altibajos. De
todas formas sacó algunos naturales buenos, con hondura y sacando la muleta por
debajo de la pala del pitón. En los remates finales consiguió bonitos trazos, pero afeo la faena con unos
circulares que, a mi humilde entender, sobraron. El toro tuvo una muerte brava.
A su segundo le recetaron muchos capotazos durante la lidia, ya que el toro era
un manso casi de libro. Con la muleta le costaba humillar y lo único que hizo fue defenderse y tirar
navajazos intentando cobrar pieza, pero
lo único que conseguía era tocar la muleta en cada pase. Con este toro también
lo intentó al natural, pero lo único que consiguió fue jugársela.
No dio
para mas la tarde, solo que se pudo comprobar que la primera corrida de este
año es como si fuera la continuación de
la última de la temporada pasada. Nada ha cambiado, ni nadie quiere que
cambie, para desgracia de la fiesta y
desconsuelo de los aficionados que aún
le quedan ganas de acudir a la plaza.
©J.
Barranco
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