Feria de San Isidro, Corrida de la Beneficencia
Ganadería
Toros de: Alcurrucen. Encaste Rincón- Carlo Núñez. Defraudó el ganado de los hermanos Lozano, tanto en la presentación como en el juego. Se salvaron de la vulgaridad ganadera el quinto y el sexto que sacaron algo de casta. El primero dio la impresión de ser cualquier cosa menos un animal con la etiqueta de toro de lidia. Fue pitado en el arrastre.
Terna:
- Julián López, El Juli: De burdeos y oro. Estocada caída, trasera y tendida con julipie incluido. Oreja protestada. Sartenazo infame con julipie. Aplausos que no correspondió el coleta por vergüenza torera..
- Iván Fandiño: De vainilla y oro. Estocada tendida y trasera. Silencio. Estocada trasera tirándose a ley que le rompe la taleguilla. Oreja desprestigiada.
- Alejandro Talavante: De grana y oro. Estocada atravesada y cuatro descabellos. Silencio. Sartenazo en los bajos y tres descabellos. Silencio.
Presidente:
D. Julio Martínez Moreno. Concedió una oreja a El Juli en el primero sin haber petición mayoritaria, uniéndose con ello a la generosidad del público, haciendo sonrojar a la afición con ese detalle verbenero. El mismo caso se dio en el quinto, donde un torero inoperante con la muleta vio premiada su labor por un público generoso y a la vez ignorante y un presidente irresponsable que le concedió un apéndice por el hecho de no poder con su enemigo.
Suerte de varas:
- Rompepuertas 513 Kg: En la primera entrada al caballo el piquero se limitó a sujetarlo y salió suelto de la pelea, mostrando blandura. En la segunda vara no fue castigado, perdiendo las manos a la salida del montado. Inválido que llegó a la muleta como una babosa.
- Corneta 543 Kg: En la primera entrada al caballo el picador se agarró bien pero el toro salió rebrincado de la pelea. En la segunda vara se defendió y salió suelto. Manso inválido y descastado.
- Cumbre-Alta 595 Kg: En la primera entrada acudió suelto, se defendió en la pelea con el montado y salió suelto. En la segunda vara la misma historia, pero no lo castigó el piquero. Manso y descastado.
- Herrerito 544 Kg: Empujó con clase en la primera entrada pero salió suelto de la pelea. En la segunda entrada no le castigó el picador. Manso y descastado.
- Pelucón 547 Kg: Salió huyendo al sentir el hierro En la segunda vara marró el picador y rectificó el castigo, el animal volvió a salir suelto. En la tercera entrada salió suelto de nuevo. El toro no fue castigado. Manso con algo de casta y el torero no pudo con él.
- Descreído 523 Kg: Se defendió en la pelea y salió suelto en la primera oportunidad que tuvo, recorriendo todos los capotes que había en el ruedo sin que ninguno consiguiera pararlo. En la segunda vara la misma situación. Manso encastado que sacó los colores al torero a Talavante.
Cuadrillas y otros:
Presidió la corrida desde el Palco Real, su Majestad, D. Juan Carlos I, acompañado del ministro de Educación y el presidente de la Comunidad de Madrid. El Rey fue aclamado en determinados momentos de la corrida, mostrando con ello su agradecimiento al monarca, hecho que sirvió también para sacar del tedio al personal, ya que tanto los toros como los toreros no fueron capaces de conseguirlo.
Álvaro Montes estuvo aseado durante la lidia del primero. Con los palos intentaron lucirse Julio López en el tercero y Fernando Pérez en el cuarto. Juan José Truijllo se la jugó en los dos pares que colocó al sexto: en el primero no encontró a ningún compañero que le hiciera el quite a la salida, y en el segundo par el toro no se arrancó y el torero a cuerpo limpio lo hizo todo. El público lo obligó a desmonterarse. En la parte negativa, Valentín Luján se lució en el tercero y Julio López tuvo que arreglar el desastre dejado por su compañero.
Comentarios:
En cuanto apareció la casta los coletas dieron el paso atrás. No tuvieron la tarde los tres matadores, dando la impresión que ya tenían la temporada hecha y que esta corrida iba a significar muy poco para ellos.
El Juli trató de justificarse en su primero con un animal más propio de una exposición donde los niños pudieran tocar la testuz del astado que de un toro de lidia criado para transmitir la emoción a los espectadores, aunque no significó lo mismo la labor del torero madrileño a todos los asistentes, ya que muchos de ellos le pidieron la oreja a una faena que fue una ofensa a todos los profesionales que se juegan la vida delante de ”TOROS” y que el presidente generoso, en pro de la fiesta, concedió. En su segundo y ante un manso descastado estuvo francamente mal. Perfilero, muletazo va y muletazo bien, pero sin fundamento ninguno, el burro-toro acudía con obediencia donde le indicaba el torero con la pañosa, pero de su muleta solo salieron trapazos y vulgaridad. No tuvo bastante con esto sino que castigó al pobre animal con un sartenazo impropio de una figura del toreo, incluyendo su peculiar “Julipie”. De pena, matador.
El quinto le sacó los colores a Iván Fandiño. El toro mostró casta y el vizcaíno no pudo con él. Así de simple. Al natural no se colocó en su sitio en ningún momento y como consecuencia prolongó la faena adornándose con unas bernardinas como remate de una faena donde brilló por su ausencia el toreo. Al segundo de la tarde lo citó desde el anillo y el toro acudió con buen tranco al engaño, pero la muleta del torero no supo aprovecharlo. Un torero con temple y mando hubiera tenido cortadas las dos orejas de su enemigo en la segunda serie. El toro se lo puso en bandeja, pero el torero se limitó a aprovechar el viaje de su enemigo que comenzó a mostrar debilidad y Fandiño terminó ahogándole la embestida
Alejandro Talavante basó la faena de su primero al natural, pero ni el torero ni el toro transmitieron a los tendidos algo digno de comentar, solo hubo vulgaridad en su muleta. Estuvo toreando al hilo pero con apatía hecho que contagió al toro y ambos no llegaron a calar ni a los incondicionales del torero. Con el sexto cambió el decorado. El toro sacó casta y puso en evidencia la labor del torero. Fue un espectáculo ver al animal pidiendo pelea a través de su fijeza frente a un torero sin los recursos necesarios para solventar la papeleta. Mucho tenía que torear el toro y poco le ofreció el torero, perdiendo con ello la oportunidad de demostrar a esos incondicionales aficionados que aguantan tarde tras tarde la solanera del tendido que para algo es figura. El torero se arrugó y la tarde no dio para mas, salvó la generosidad mostrada por los asistentes a su rey a través de los vivas, rompiendo con ello el decorado taurino..
©Pepeíllo.
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