Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo Corrida de toros.
Ganadería
6 toros de Alcurrucen, encaste Núñez. De desigual presentación, mansos, descastados y blandos. Al tercero se le dio la vuelta al ruedo por su juego en la muleta, hecho por el cual los aficionados aún no han salido de su asombro..
Terna:
- Morante de la Puebla. De azul cobalto y oro. Estocada al rincón de Ordoñez. Silencio. Estocada baja. Bronca.
- El Juli. De azul marino y oro. Media estocada trasera y atravesada con saltito incluido y estocada trasera y caída., en esta ocasión tampoco se olvido de dar su saltito. Silencio. Estocada trasera. Silencio.
- Sebastián Castella. De sangre de toro y oro. Estocada baja y atravesada, aviso. Dos orejas. Bajonazo. Silencio.
Presidente: D. Javier Cano Feijo.
No estuvo el presidente a la altura que merece la plaza ni la fiesta. Y no entro a valorar si las dos orejas a Castella en el tercero fueron justas, pero lo que sí dejó atónitos a los espectadores fue la concesión de la vuelta al ruedo al tercero de la tarde, un toro que había manseado descaradamente en el caballo, saliendo suelto en las dos entradas que hizo al montado nada más sentir el hierro del castigo. Con ello demostró el señor Cano muy poca afición y lo más importante, poca responsabilidad, hechos que deberían hacerle meditar sobre su futuro para tal cargo. Si los taurinos quieren levantar la fiesta de esa manera tan triunfalista, la autoridad no debería prestarse a estas manipulaciones. .
Suerte de varas:
- Alcotán. 542 Kg. En la primera entrada derribó por la impericia del picador. En la segunda entrada entró suelto al caballo sin que ningún torero hiciera nada por pararlo. El toro un carretón que no transmitió nada a los tendidos.
- Peleón. 564 Kg. No fue castigado en ninguna de las dos entradas y en ambas salió suelto y sin castigar en ninguna de ellas. Manso, inválido y descastado.
- Javatillo 525 Kg: El picador se limitó a sujetarlo, el animal no apretó y salió suelto. En la segunda entrada salió suelto en cuanto sintió el castigo. Manso y un carretón en la muleta.
- Barberito. 553 Kg. En ambas entradas no fue castigado. El comportamiento del toro fue de manso, descastado e inválido.
- Limonero. 643 Kg: El toro acudió suelto al caballo en el tendido 10 sin que ningún torero consiguiera evitarlo. De pena y eso que El Juli es una figura y que cobra como tal. En la segunda entrada no fue castigado. El toro manso que se rajó en la muleta.
- Flautista. 536 Kg. No fue castigado en ninguna de las dos entradas al caballo. En la primera salió suelto y en la segunda le tapó la salida. Manso, descastado y blando.
Cuadrillas y otros:
Ante un llenazo impresionante, los aficionados que pudieron entrar al coso por el camino de la reventa, vieron satisfecha su inversión en el tercer toro, Tanto El Juli como Morante, brindaron sus primeros enemigos al padre del Rey, que se encontraba como espectador en la meseta de toriles, como viene siendo habitual en esta feria. Los aficionados reclamaron al presidente que abandonara el palco al no estar de acuerdo con su decisión de dar la vuelta al tercer toro, con el agravante que nadie lo solicitó. Tanto Morante como El Juli, decepcionaron con su actuación a sus incondicionales.
En el quinto, El Juli se adelantó al quite que le correspondía a Castella, y el torero francés correspondió a continuación en su quite por saltilleras.
Comentarios:
Morante decepcionó a sus incondicionales, que asistieron a la plaza con el olé casi a flor en sus gargantas, y nada más aparecer en la arena y desplegar su capote comenzaron a exteriorizar sus ilusiones, pero el torero de La Puebla del Rio estuvo pero no estuvo. Después de casi dejar sin aliento a los espectadores con solo colocarse delante de su enemigo, el ambiente se fue evaporando como una gaseosa, hasta terminar en la indiferencia, que es lo peor que le puede ocurrir a un torero. En su primero y tras un preludio de unos muletazos por alto, trató de justificase con unos medios pases en redondo donde ninguno se libro de los enganchones, manteniéndose a una distancia de su enemigo que expresaron a las claras las intenciones del torero. En su segundo ni hubo toro ni torero y después de pasarlo en redondos y al natural se marchó a por el acero. Su público decepcionado pudo exteriorizar sus sentimientos a través de una sonora bronca.
El torero que rompió los moldes ayer fue Castella. En su primero un astado que se entregó en la muleta como un carretón, el francés después de recibirlo con unos pases cambiados citando desde la boca de riego, comenzó la faena justo donde la termino, con series de redondos y naturales ligados y sometiendo a su enemigo por bajo, donde, vistos los regalos que llevamos en la feria, a nadie le extraño el premio concedido. Era el objetivo de los taurinos. Castella hizo lo que sabe hacer y este año parece haber encontrado de nuevo el sitio a los toros. Pero la faena estuvo compuesta por series cortas y el toro metía la cabeza para haber sido más exigente, También le faltó hondura, porque a pesar que bajó la mano y sometió al toro no cargó la suerte metiendo los riñones. Después vino la decepción y fue que la estocada cayó baja, pero el público triunfalista tenía que sellar el triunfo del torero y no dudo en reclamar al presidente las dos orejas. Hasta aquí todo normal dentro del ambiente que se respira en esta feria, pero la sorpresa fue que el presidente se sacó de la manga su faena, y sin que nadie solicitara la vuelta al ruedo del toro sacó el pañuelo azul, premiando con ello un astado que había manseando descaradamente las dos veces que entró al caballo. . Seguro que estaría embriagado por el toreo de Castella. Esperemos que esto sirva para qué D. Javier Cano recapacite y tome la decisión que mejor venga a la fiesta, que no es, ni más ni menos, que no volver a sentarse en el palco. Las condiciones del segundo enemigo de Castella no le ofreció al torero la oportunidad de lucimiento, lo recibió con unos muletazos por alto desde el estribo a pesar que le costaba humillar y en cuanto le bajaba la muleta doblaba las manos, esto unido a la mala lida que había recibido, lo mejor que hizo el torero fue abreviar.
El Juli por su parte no le acompaño la suerte ni las ganas. En su primer enemigo, una cabra que fue muy protestada y que no valía un duro, su toreo estuvo a la altura del toro Esto no hay quien lo aguante, ¿no les dará vergüenza a estos toreros venir en estas condiciones? Comentaba un vecino de localidad. Al parecer, no, el toro sin recorrido y el torero prolongando el martirio del animal y el de los espectadores. A su segundo lo recibió con unos pases por alto sin rectificar los terrenos, el toro se dejaba querer por la muleta pero el que la manejaba no estaba de acuerdo con esa relación, así que en cuanto pudo sacó a relucir el pico de la pañosa y los aficionados al ver las intenciones del torero se olvidaron de su presencia. Que falta de respeto hacia una persona que se estaba jugando la vida en el ruedo, y eso que era una figura. . Ironías de la vida.
©Pepeíllo.
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