Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Ganadería
6 Toros de la ganadería de Fuente Ymbro. Procedencia Jandilla. Los tres primeros mal presentados, Mansos, faltos de fuerza y descastados. El primero fue devuelto a los corrales y en su lugar salió un sobrero de Buenavista, de procedencia Juan Pedro Domecq, con el trapío del medio toro. Algunos ejemplares fueron pitados en el arrastre.
Terna:
- Diego Urdiales: De azul pavo real y oro. Estocada desprendía y descabello. Dos avisos. Saludos desde los medios. Estocada saliéndose de la suerte. Silencio.
- Miguel Ángel Perera: De verde seco y oro. Pinchazo y estocada baja y trasera. Silencio. Pinchazo y estocada trasera y caída. Aviso. Silencio.
- Talavante: De azul cielo. Estocada desprendía. Petición minoritaria. Saludos. Estocada desprendía perdiendo la muleta. Aviso. Oreja.
Presidente: D. Trinidad López-Pastor Expósito.
Le costó al usía devolver al primero, dio la impresión que lo tenía que pagar de su bolsillo, y ante esta situación trató de ahorrarse un toro. Concedió un trofeo a Talavante en el sexto sin petición mayoritaria.
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Suerte de varas:
- Desastre. 537 Kg: Acudió suelto al caballo y el picador le tapó la salida. En la segunda entrada recibió un picotazo. Blando y noble.
- Pelicano. 546 Kg. En la primera vara no se empleó y como no lo habían parado de salida, continuó suelto. Lo puso en suerte el torero y el animal se marchó a terrenos de nadie. Acudió al caballo en terrenos del 10. Manso, blando y excesiva nobleza para ser un animal considerado fiero.
- Iluminado. 510 Kg: Le tapó la salida y blandeó en el caballo. En la segunda vara acudió suelto y salió suelto al sentir el castigo. Manso, blando y descastado.
- Víbora. 548 579 Kg: No se entregó en la pelea y el montado no le hizo ni sangre. En la segunda vara más de lo mismo. Manso y descastado.
- Embriagado. 520 Kg: En la primera vara empujó y derribó al montado debido a la impericia del picador. En la segunda se limitó a sujetarlo. Manso blando y descastado.
- Hurón. 560 Kg. De nuevo se produjo otro derribo por culpa del picador. En cuanto el toro acude a los pechos del caballo como debería ser, los picadores cantan la gallina. Manso declarado.
Cuadrillas y otros:
En tarde de no hay entradas se celebró la duodécima corrida del ciclo ferial en tarde espléndida de sol y de calor. Se guardo un minuto de silencio en memoria del novillero peruano Renatto Motta. fallecido a consecuencia de las heridas inferidas por un novillo en la plaza de toros del Poblado de Malco, en Ayacucho.
El sexto toro derribó y con el caballo en el suelo, trajo en jaque a las cuadrillas que no sabían cómo pararlo. Los monosabios tuvieron que poner pies en polvorosa en varias ocasiones al entrar el toro en la zona donde se encontraban intentando levantar al caballo.
En banderillas se desmonteraron, Juan José Trujillo en el tercero al colocar un par sensacional, y Curro Javier en el quinto. La cara opuesta de la moneda la sufrió el primero al lidiar el sexto. Estuvo francamente desafortunado.
Comentarios:
Diego Urdiales, un torero con empaque de los pocos matadores que citan con la muleta planchada, dando el medio pecho, llevando al toro toreado en la muleta y quedando colocado para el siguiente muletazo, se ha puesto al servicio de los taurinos y su toreo no está hecho para el tipo de toro que se lidió ayer y que sirve a las figuras para engañar al respetable. Dado su poderío y sus conocimientos de los terrenos necesita un toro exigente y que haya que poderle, y aunque ayer mató al único animal de la corrida que se desplazó, no estuvo a la altura de lo que se esperaba de él. No estuvo mal con el que abrió plaza, un sobrero de Buenavista, con detalles de maestro, pero su actuación estuvo algo por debajo de sus conocimientos, dejando un mal sabor de boca en los aficionados, ya que dio la impresión de no querer empañar la actuación de sus compañeros de cartel, y que su cometido era abrir plaza. No obstante mostró la diferencia que existe en la forma de interpretar su toreo y el de sus compañeros de terna. En este toro se pasó de faena y recibió dos avisos de la presidencia, hecho que enfrió los ánimos del público. En su segundo no se le vio a gusto delante de su enemigo un manso sin casta que se quedaba corto en la muleta y no transmitió nada a los tendidos ni permitió que el torero lo hiciera.
Miguel Ángel Perera, un torero de los considerados figuras acudió a su primera comparecencia en el coso venteño como es habitual en él, con la lección aprendida desde el hotel y se limitó a hacer la misma faena a sus dos enemigos tal y como él la entiende. Dar pases colocándose en la pala del pitón, sin cargar la suerte en ningún momento, toreando para fuera y descomponiendo la figura con el fin de rematar los muletazos lo más lejos posible. Desde luego es lo más cómodo para él y de esta manera no se complica la vida y puede anunciarse en otras plazas como vulgarmente se dice, sin despeinarse, y si de esta manera el público valora su toreo, para que se iba a exponer intentando torear. Pero el aficionado entiende que las figuras deben demostrar que lo son delante del toro-toro, y cuando despliegan el capote y la muleta mostrar a los espectadores que el lugar que ocupan en el escalafón no es producto de una tarde con suerte. A pesar de este toreo ventajista sufrió varios enganchones y su enemigo, manso, blando y noble que se permitió el lijo de desarmarlo. A su segundo y después de citarlo desde el anillo solo consiguió un derechazo templado, pero sin fuste. Al final dio la impresión que el toro estuvo por encima del torero.
Talavante por su parte comenzó la faena en el 6, recibiéndolo con unos estatuarios, para a continuación llevárselo al anillo. Un cambio de manos improvisado fue muy jaleado por la parroquia del torero. Pero su enemigo terminó defendiéndose por falta de fuerza o quizá porque no le gustó el terreno que le dio el pacense. El caso es que el matador en un descuido de la faena sufrió un revolcón sin consecuencias. El torero solo consiguió unos redondos desdibujados ya que en cuanto lo sometía mostraba su evidente flojedad. El sexto un manso de escuela, paseo al torero por las tablas del ruedo, hasta que el animal encontró cobijo en toriles, y Talavante encontró también el sitio adecuado para intentar no irse de vacío. Expuso delante de su enemigo sacándole lo que no tenía, tanto en el toreo al natural como en redondos, faena que fue más emotiva que artística, que debió conmover las emociones de sus seguidores, pero de ahí a pedir la oreja, muchos aficionados no entendieron. Tampoco la petición fue mayoritaria, pero el triunfalismo se ha impuesto en estos tiempos y el palco dio muestras evidentes de ello..
©Pepeíllo
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