lunes, 12 de junio de 2017

11 de junio de 2017. Miura pegó el petardazo

Ganadería

Eduardo Miura. Encaste propio. Los ejemplares que en esta ocasión trajo la casa Miura, aparte de  mala presentación, fueron, mansos, descastados, blandos y alguno con una nobleza impropia de este encaste. El tercero y cuarto fueron pitados en el arrastre. El segundo y quinto fueron enviados a los corrales y en su lugar se lidiaron dos sobreros, uno de Buenavista y otro de El Ventorrillo. Este último fue aplaudido en el arrastre.

Terna:
  • Rafaelillo: De añil y oro. Pinchazo arriba y tres descabellos. Silencio. .Estocada casi entera y caída. Saludos. 
  • Dávila Miura: De verde y oro Pinchazo y estocada caída. Silencio. Pinchazo y media estocada caída. División de opiniones cuando saluda.
  • Rubén Pinar: De azul pavo y oro. Dos pinchazos y estocada. Silencio. Estocada desprendida y cinco descabellos.
Presidente: D. Javier Cano Seijo.

Como viene siendo habitual, el palco no estuvo acertado. Se nota quien manda en la fiesta. El usía se vio en el compromiso de devolver dos toros, el segundo y el quinto, pero a nadie le hubiera extrañado que hubiera devuelto algunos más, pero siempre ocurre los mismo y los aficionados tienen muy poca confianza, tanto en el presidente como en el asesor que había al lado, de nombre Joselito Calderón, que de manera habitual juegan a empresarios, haciendo cierto el dicho, el que a buen árbol se arrima……… Una pena de feria y de decisiones presidenciales. 

Suerte de varas: 
  1. Laneto. 627 Kg. Cárdeno bragado meano axiblanco. El primer miura no fue picado, manseó en la pelea y a la muleta llegó sin recorrido y con nobleza.. 
  2. Iluminado. 580 Kg. Castaño. En la primera vara el picador se cruzó en su camino y el animal se dejó pegar. En la segunda el picador rectificó el castigo y el animal salió suelto. Mansote que se dejó pegar en el caballo.
  3.  Zahonero. 557 Kg. Cárdeno bragado meano. Su juego en el caballo pasó con más pena que gloria, demostró ser un manso y descastado animal que el público lo pitó en el arrastre.
  4. Torrijo. 606 Kg. Cárdeno. Un manso de escuela para que el ganadero tomara buena nota de su comportamiento. Fue pitado en el arrastre. 
  5. Nauseabundo. 590 Kg. Colorado chorreado salpicado girón axiblanco. Manseó descaradamente en el caballo y llegó la muleta embistiendo.
  6. Escogido. 615 Kg. Cárdeno axiblanco coletero. Manso, descastado y blando. En una palabra, una perla de toro.
Cuadrillas y otros: 

A pesar de los esperados miuras, la plaza no llegó a completar el aforo. Quizás fueran abonados que para la basura de ganado que ha ofrecido el empresario, decidieron quedarse en casa.

Dávila Miura, familiar de la casa ganadera, decidió vestirse de nuevo de luces y reaparecer para celebrar el 175 aniversario de la ganadería. Tuvo poca suerte el torero ya que los dos toros que le tocó lidiar fueron los dos sobreros al ser devueltos los de su lote, y estos eran de otras ganaderías. El público como muestra de su generosidad, lo recibió con una ovación, al que correspondió saludando desde el tercio. El torero invitó a sus dos compañeros de cartel a unirse al evento 

En el segundo se lució Miguel Martín en un par de banderillas. Este mismo torero se lució en la lidia del quinto como asimismo su compañero, Vicente Varela en la colocación de un par. 

Comentarios:

Las almohadillas de la decepción. Se les puede llamar a las que lanzaron al ruedo los espectadores desde tendidos considerados triunfalistas al terminar el festejo. Ni el mal juego del ganado enviado por la familia Miura, ni la feria que ha ofrecido el nuevo empresario justifican estos hechos, pero tampoco quedan justificados los medios de comunicación que han silenciado desde sus tribunas el nefasto desarrollo de la feria.

Lo que el ganadero envió a esta plaza, seguramente que no tendrá nada que ver con lo que enviará a otros cosos como, Pamplona, Bilbao y otras ciudades del país vecino. Esto no se podrá demostrar, pero lo que nadie puede poner en duda es la basura que envió a Las Ventas, una corrida sin presentación y podrida en su interior, aunque el ganadero podría justificarse, diciendo que el vende lo que el empresario le compra. Creo que con estas simples palabras se solucionarían muchos problemas. Pero todos callan y todos otorgan.

Los que no pudieron callar fueron los toreros, cada uno habló de acuerdo a sus condiciones, aunque a ninguno de ellos se le podía pedir explicaciones ya que el ganado no dio muchas oportunidades, ni técnicas ni artísticas. El primero de Rafaelillo no tuvo nada que ofrecer, aunque el toro se toreaba solo, su nobleza y su flojedad le impidieron al torero murciano que su disposición llegara a los tendidos. Su segundo la única oportunidad de lucimiento que le dio fue con el capote, y el torero intentó lucirse en una larga cambiada y unos capotazos por bajo para intentar domeñar a su enemigo. El toro llegó a la muleta con la única intención de defenderse y el matador tampoco encontró el equilibrio que necesita un torero de su categoría, que es la casta, la bravura y como consecuencia de ello, la dificultad, y eso fue precisamente lo que no existió. El animal en un descuido del torero se lo llevó por delante y le rasgó la taleguilla. El matador continuo la lidia y cuando despenó a su enemigo se retiró a la enfermería.

Dávila Miura se encontró con lo que nunca podía esperar, reaparecer con una corrida de su familia para celebrar el 175 aniversario de su fundación y tener que matar dos sobreros de otras ganaderías. Mala suerte tuvo el torero. En su primero lo intentó pero no lo salieron las cosas a su antojo. El de Buenavista tuvo un buen pitón izquierdo y no lo aprovechó. Después de unas series vulgares con la derecha, se echó la muleta a la izquierda y no encontró en los vuelos de su pañosa el temple para modular la embestida de su enemigo. A criterio de algunos aficionados, el toro se fue sin torear. Su segundo, fue un sobrero de El Ventorrillo, se dejó torear. El torero lo recibió doblándose con él, continuando con una serie de redondos aguantando la acometividad de su enemigo, en la segunda serie con la mano derecha se le vieron al torero las intenciones de esconder la pierna contraria, y su toreo careció de la hondura que merecía su enemigo. Por el pitón izquierdo el animal fue un carretón pero el matador entendió que debía ir con el pico de la muleta por delante. Nadie pudo criticarle su disposición, pero hay momentos de la lidia hay que echar la “pata pa lante”, y eso fue lo que no hizo el torero sevillano. 

El primero de Rubén Pinar fue una decepción para los aficionados, y ante tal situación el matador abrevió y tomó el acero. El sexto fue otra burra defendiéndose. Ante un animal que no sirvió para la lidia, el torero trató de justificarse, pero ante la nula colaboración de su enemigo, decidió abreviar. Otra vez será, torero, y si puede ser con un empresario menos mezquino con la fiesta.

©Pepeíllo.

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