FERIA SAN ISIDRO 2019
Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo
29ª de Feria. Corrida de toros.
“Tarde de aficionados”
Ganadería
Se lidiaron 6 toros de Valdellán, encaste Santa Coloma en la línea ibarreña de Graciliano Pérez Tabernero y de Pilar población del Castillo. Ganado bien presentado. Salvo el primero y segundo, encastados y en líneas generables nobles. El tercero, quinto y sexto, fueron aplaudidos en el arrastre.
Terna:
- Fernando Robleño: De rioja y oro. Estocada caída. Aplausos. Estocada perdiendo la muleta. Aplausos.
- Iván Vicente: De grana y oro. Estocada casi entera que escupe, metisaca y estocada que vale. Silencio. Estocada tendida perdiendo la muleta. Silencio.
- Cristián Escribano: De azul pavo y oro. Aviso, cuatro pinchazos, 2º aviso, el animal se va al anillo y allí le receta un bajonazo inmerecido que acaba con el encastado animal. División de opiniones. En el sexto estacada tendída casi entera que vale. Silencio
Presidente: D. Rafael Ruiz de Medina Quevedo.
En el sexto recibió las quejas de los aficionados al cambiar el tercio y no dejar que el toro entrara al caballo por tercera vez.
Cuadrillas y otros.
Tarde de sol y fresco. El coso registró algo más de media entrada, en esta ocasión los “isidros”, no mostraron ningún interés por una corrida de toros en toda regla, dándoles la espalda a la fiesta tan necesitaba de hierros como los que se anunciaban en el cartel.
En el sexto se desmonteraron los banderilleros, Raúl Cervantes e Ignacio Martín. En el tercero lo hizo Jesús Alonso, sin embargo en el cuarto a la cuadrilla de Robleño les faltó profesionalidad.
El picador Adrián Navarrete abandonó el ruedo en el sexto entre aplausos del respetable en reconocimiento de su buena labor al picar a Montañés.
Comentarios:
La tarde fue de aficionados y un servidor pudo comprobar a la salida que a los aficionados les costó tomar el camino de regreso a su casa y no paraban de comentar el resultado del festejo. Hablaban que tanto Hechicero como Bilbaíno defraudaron en el caballo, el primero se dejó pegar y salió suelto, y en la muleta buscaba la tranquilidad de los terrenos de nadie y no valió de nada la disposición de Robleño. Bilbaíno se quejó al sentir el hierro del picador y salió suelto de la pelea con el caballo, demostrando una evidente mansedumbre y en la segunda entrada salió suelto. En la faena de muleta Iván Vicente no se acopló mostrando muchas precauciones ante un comportamiento soso con media embestida de su enemigo, pero el torero tampoco anduvo muy fino en su labor.
Carasucia fue un toro de dos orejas. En el caballo empujó con fijeza pero en las dos entradas que hizo el piquero midió mucho el castigo. Cristian Escribano no lo aprovechó y anduvo siempre por debajo de su enemigo, tanto en su labor por el pitón derecho como por el izquierdo, le falto colocación. El animal no se mereció que el matador hiciera un uso ostensible del pico y citara fuera de cacho. El toro estuvo por encima del torero.
Extremeño apareció en el ruedo en cuarto lugar y su lidia correspondió a Robleño. En el caballo mostró mansedumbre, defendiéndose en la primera vara y en la segunda no se empleó. A mi entender el torero madrileño no lo entendió ya que la casta mostrada por el burel necesitó otro tipo de toreo, sin embargo nada que objetar a la voluntad del matador.
Maltalhombro, apareció en quito lugar y de entrada no se empleó en el capote y en el caballo el piquero midió mucho el castigo. En la primera vara empujó sin clase y en la segunda se dejó pegar. Ante el engaño que le mostraba Iván Vicente el animal metió la cabeza con clase ofreciéndole una oportunidad de oro al matador de triunfar, pero el torero no lo aprovechó. Su labor adoleció de colocación dedicándose a acompañar la embestida de su enemigo y en una de las veces sufrió un desarme, haciéndose el animal dueño de la pelea. Con ese toreo el animal se fue al desolladero con las orejas puestas.
Montañés cerró plaza. En la suerte de varas a pesar que animal no se empleó e hizo una fea pelea en el caballo acudió con tranco las dos veces que entró al caballo. Los Aficionados pedía que entraran otra vez, pero el presidente les negó ese deseo. El picador estuvo muy bien, marcando arriba el castigo y midiéndolo de acuerdo al empuje del animal. Pero llegó la faena de muleta y en ella Cristian Escribano se encontró incomodo, mostrando una falta evidente de oficio pero haciendo uso de las ventajas del toreo moderno, y en esta ocasión no había “isidros” que jalearan la vulgaridad de su labor. Al toreo al natural le faltó hondura, colocación y mando. El animal según transcurría la faena se fue quedando sin recorrido pero lo que le ofreció, el matador no lo aprovechó.
A pesar de todo, hay que romper una lanza en favor de los tres matadores que tuvieron la hombría de anunciarse con una corrida de TOROS, donde los toreros que se llevan el pastel de este negocio no quieren verlos ni en la pintura de los mejores pintores, ya que sentirían vergüenza ajena al comprobar de la manera deshonesta que ganan el dinero.
©Pepeíllo.
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