viernes, 27 de septiembre de 2019

Feria de Otoño

Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo 

Corrida de novillos 

“Una muleta con futuro” 

Ganadería 

Se lidiaron 6 novillos de “Fuente Ymbro”, encaste Juan Pedro Domecq en la línea de Jandilla. Bien presentados, mansos en el caballo y nobles en la muleta excepto el sexto que sacó algo de casta. El cuarto fue un animal con querencias. El quinto fue aplaudido en el arrastre a pesar de mansear en el caballo. 

Terna: 
  • El Rafi: De verde manzana y oro. Estocada baja perdiendo la muleta. Silencio. En el cuarto estocada baja. Silencio 
  • Tomás Rufo: De verde hoja seca y oro Estocada tirándose detrás de la espada. Oreja. En el quinto estocada entrando a matar a ley. Oreja. Salió por la Puerta Grande. . 
  • Fernando Plaza: De malva y oro. Estocada tendida que escupe, media estocada tendía y descabello. Silencio. En el sexto estocada caída, 2 pinchazos, aviso y estocada que vale. Silencio. 
Presidente: D. Gonzalo J. de Villa Parro. 

En el quinto fue criticado por no conceder la segunda oreja a Tomás Rufo. A mi entender estuvo acertado, ya que las dos orejas deben concederse a una faena completa, donde incluye el toreo de capa y la lidia. 

Por lo demás ningún reparo a su actuación, salvo que el picador, Jean Nicola Bertoli debería ser propuesto para sanción por un mal gesto que hizo al público al criticarle su labor en el cuarto. 

Cuadrillas y otros. 

En tarde de temperatura agradable, el coso venteño registró algo más de media entrada en el primer festejo de la Feria de Otoño. En el quinto se tuvieron que desmonterar los toreros de plata, Rafael González y Fernando Sánchez, por su labor en el tercio de banderillas. Por su parte Rafael González destacó en la brega del segundo. 

Sergio Aguilar se lució en el sexto con los garapullos y destacar también la voluntad de Morenito de Arlés en el tercio de banderillas del cuarto. 

Los picadores en su línea, mal en general, salvo el quinto que estuvo aseado. 

Comentarios: 

Al final los aficionados comentaban la faena de muleta que el torero Tomás Rufo llevó a cabo en la lidia de sus dos novillos. Es una esperanza casi hecha realidad. 

Con su primero, de nombre Soplón, no consiguió lucirse con el capote. Con la muleta mostró sus credenciales, lo recibió con unos estatuarios, continuando con unas tandas de naturales templando la embestida del noble animal Basó toda la faena con la mano izquierda ya que con la derecha no se encontró a gusto. Lógicamente es un novillero, pero mostró maneras que a muchos del escalafón superior les gustaría mostrar de vez en cuando, si es que se acuerdan de torear. Su segundo, de nombre Hechizo, a pesar de mansear en el caballo, le puso en bandeja la segunda oreja que necesitaba para salir por La Puerta Grande. El torero no lo desaprovecho y tiró de repertorio novilleril, pero manejando la franela con hondura, llegando a secar las gargantas de los presentes con sus espontáneos olés. Todos los muletazos tenían una carga de emoción, hasta los pases de pecho los realizó de pitón a rabo, sin esconder bajo la muleta ninguna verdad. Los remates finales colmaron la satisfacción de un público entregado a un novillero, que con sus luces y sus sombras, consiguió que sus dos faenas llegaran a las retinas de sus mayores para recordarles cual su interpretación del este hermoso arte. El único pero, se pasó de faena. 

Sus compañeros no tuvieron la misma suerte. El francés, El Rafi, que hizo su presentación en Las Ventas, recibió a Tramposo, que desde que apareció en el ruedo su deseo era volver a la dehesa. Su comportamiento fue noble y con embestida pastueña, pero el matador no encontró en su muleta nada destacable que interesara a los tendidos, ofreciendo el pico por delante. Solo consiguió tres derechazos que levantaron un poco la ilusión de algunos espectadores, pero rápido cayeron en el sopor de una faena insulsa y sin ningún contenido. En el cuarto de nombre Zalgardo, lo recibió de muleta desde el anillo y tuvo la virtud de mantenerlo en estos terrenos, ya que el novillo tenía querencias hacía las tablas. Pero salvo este detalle, toda su faena se diluyó entre trapazos. 

Fernando Plaza recibió a su primero de nombre Ojinegro, con una falta de entrega en el capote. Después del brindis al respetable, lo recibió de muleta con unos pases llamados del telón, rematados con un bonito remate sometiendo a su enemigo por bajo. Al natural el novillo se quedaba corto y el torero no encontró la manera de alargarle el viaje para que su labor se fundiera con el buscado lucimiento. Con el sexto, de nombre Jipio, se encontró con el único novillo que sacó algo de casta y a punto estuvo de ocasionarle un disgusto. Acudió al engaño con poca claridad, pero el torero no encontró el mando necesario, cayendo en la vulgaridad de los trapazos. Al final tiró de manual tremendista, con bernardinas que no venían a cuento. 

©Pepeíllo.

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