Feria de San Isidro, 29º de feria
Ganadería
Toros de Miura. Encaste Miura. Bien presentados, primero, cuarto y sexto, aplaudidos de salida. Algunos preciosos de lámina y de juego desigual, segundo, tercero y cuarto aplaudidos en el arrastre. El cuarto tuvo una muerte brava. El quinto fue devuelto a los corrales y en su lugar se corrió un sobrero de Miguel San Román, encaste Villamarta.
Terna:
- Rafaelillo: De celeste y oro. Dos pinchazos sin soltar y otro en los bajos, media estocada caída y descabello. Silencio. Estocada contraria. Silencio.
- Javier Castaño: De caña y oro. Estocada trasera y tendida y descabello. Pitos. Metisaca, estocada desprendida y dos descabellos. Silencio.
- Serafín Marín: De azul cielo y oro. Pinchazo y descabello tras aviso. Silencio. Pinchazo y bajonazo infame tirándose a los bajos. Descabello tras aviso. Silencio benevolente.
Presidente
D. Javier Cano Seijo. Le costó al presidente sacar el pañuelo verde en el quinto, pensaría que los aficionados le estaban tomando el pelo indicándole a través de sus protestas la invalidez del astado. Que mal pensado D. Javier, aunque bien mirado, tendría que haberlo devuelto sin esperar a las quejas, pero los aficionados le entendieron ya que esa decisión le hubiera comprometido a dar explicaciones a quien se las hubiere pedido. Los aficionados desde luego que no. Gracias, D. Javier.
- Ahumadito 570 Kg: Lo puso el torero de largo pero no acudió al encuentro del caballo, rectificó los terrenos y fue picado trasero rectificando el castigo y tapándole la salida. En la segunda vara se arrancó de largo y no lo castigó, el toro tampoco se empleó en la pelea. Blando y descastado.
- Zahonero 611 Kg: Acudió suelto al caballo y se defendió en la pelea, blandeando de los cuartos traseros. En la segunda vara lo puso de largo y el toro se arrancó, repuchándose en la pelea. En la tercera entrada al caballo el picador solo marcó el castigo. Manseó en el caballo y en la muleta fue un toro de orejas.
- Aguilero 577 Kg: En la primera entrada el piquero le zurró la badana y el toro se dejó pegar. En la segunda entrada se repitió la jugada. El toro cumplió en el caballo y en la muleta el torero de lo dejó ir sin torear.
- Velador 538 Kg: En la primera vara lo picó trasero y le tapó la salida. El animal se defendió en la pelea. En la segunda marcó trasero y rectificó, midiendo el castigo. Manso en el caballo marchándose al desolladero con las con las orejas puestas.
- Fiador 520 Kg: En la primera entrada se arrancó, el picador se limitó a sujetarlo y salió suelto. En la segunda vara acusó el castigo y volvió a salir suelto. Ha mostrado mansedumbre en el caballo, pero en la muleta el torero no pudo con las complicaciones que le presento su enemigo.
- Escribano Kg. En la primera vara no se vio al toro en el caballo, en la segunda entrada salió suelto llevándose la puya enganchada en el morrillo. Manso que le presentó muchas dificultades al torero que no supo estar a la altura de las exigencias de su enemigo.
Cuadrillas y otros
Volvieron a lucirse los toreros de plata de la cuadrilla de Javier Castaño, y como viene siendo habitual, dando el torero libertad para que pudieran expresarse en su cometido tal y como lo sienten. En el segundo se desmonteraron David Adalid y Fernando Sánchez, y en el quinto los aficionados reclamaron al torero que lo hiciera también Marco Galán que estuvo muy torero en la lidia de sus dos enemigos, toreando a una mano en el segundo, ya que esta cuadrilla tiene por norma que repitan las mismas funciones en ambos toros. En el primer toro estuvo muy dispuesto Joselito Rus en el tercer par de banderillas, aguantando el recorte de su enemigo y ganándole la cara. En el tercero estuvieron muy dignos Curro Robles con los palitroques y Vicente Osuna en la lidia. Este último también estuvo muy torero pareando al sexto.
Comentarios:
Acudió a Las Ventas la legendaria ganadería de Miura después de nueve años de ausencia. Los pupilos de Zahariche tuvieron un comportamiento variado, y hubo algunos ejemplares como el segundo, tercero y cuarto que se fueron con las orejas puestas al desolladero. Hubo otros como el blando primero y el sexto que los toreros no pudieron con las complicaciones que sus enemigos le plantearon en la muleta. Los toreros tuvieron su oportunidad, pero algunos no la aprovecharon, como ocurrió en el segundo que el torero no encontró el punto de templanza y el astado estuvo punteándole la muleta durante toda la faena. Por el pitón izquierdo tuvo menos recorrido, pero por el derecho el coleta le recetó series de redondos hasta aburrirlo, fracasando en el intentó de ajustar su torero a las condiciones de su enemigo. Una pena de toro. Su segundo, un sobrero de Fidel San Román, no le ofreció tantas facilidades, pero tuvo su lidia, la que el torero no encontró, dedicándose a dar mantazos e intentando el toreo al revés, rematando los muletazos por arriba en lugar de sacarlos por debajo de la pala del pitón. Lo único que mostró el torero fue voluntad.
Rafaelillo se encontró en su primero al único toro que blandeó en la lidia, y por este motivo no se empleó, el torero no le bajo la mano en ningún momento y el toro le punteó la muleta cada vez que acudía al cite. Por el izquierdo el toro no le permitió ninguna floritura, ya que le costaba tragarse los muletazos. Sin embargo el cuarto se fue con las orejas puestas. Basó su faena al natural ayudándose con el estoque simulado, pero no se estiró en ningún momento de la faena. Por el derecho el toro se le quedaba corto y al alargar la faena el animal terminó defendiéndose. El maestro solo puso voluntad.
El primero de Serafín Marín se fue sin torear. El torero no se colocó en ningún momento en su sitio y en cada muletazo brillaba el pico de la muleta en lugar de la panza, seguramente condicionado por la leyenda de su enemigo, pero el comportamiento del toro no pasó de ser uno más de la cabaña brava que se dejó torear y nadie se explicaba como el torero catalán no fue capaz de cortarle las orejas. Así que desperdició una oportunidad que no suele ser habitual en este tipo de encaste. Tratando de enmendar la plana, soltó el estoque y se puso a torear al natural con la mano derecha, pero fue más una declaración de intenciones que un hecho, ya que la faena no tenía más recorrido. En el sexto cambió la decoración, su enemigo no le dio las facilidades que el anterior y el torero quiso poner bonito en la cara del toro y lo que consiguió fue recetarle una serie de mantazos en lugar de lidiarlo que era lo que su enemigo le estaba pidiendo a gritos.
©Pepeíllo.
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