Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo Corrida de toros.
Ganadería
6 toros de la ganadería de El Ventorrillo, procedencia, Juan Pedro Domecq Solís. En general bien presentados aunque el tercero fue protestado por falta de trapío. Mansos, descastados y blandos. El primero, segundo y sexto fueron pitados en el arrastre
Terna:
- Juan José Padilla. De verde y oro. Metisaca y estocada algo trasera. Silencio. Estocada caída y tendida. Silencio..
- Manuel Jesús, El Cid. De nazareno y oro. 2 Pinchazos, metisaca y estocada caída y atravesada. Silencio. Bajonazo infame. Silencio benevolente.
- Alejandro Talavante: De gris y oro. Estocada caída. Oreja. Pinchazo, estocada tendida perdiendo la muleta y descabello. Silencio
Presidente: D. Trinidad López-Pastor Expósito.
Pasó inadvertida la labor del presidente, solo una objeción, deberían tratar el tema de los picadores, ya que taparles la salida a los toros se ha convertido en una norma.
Suerte de varas:
- Cigarrero 537 Kg. En el primer puyazo el burel no se empleó y el piquero le tapó la salida. En la segunda entrada no existió el castigo, pero el montado le volvió a tapar la salida. El toro manso, descastado y blando.
- Bravo 592 Kg. En la primera entrada le tapó la salida, el animal empujó sin clase y salió huyendo del caballo. En la segunda el piquero se limitó a sujetarlo. , pero volvió a salir suelto. Manso, descastado y blando.
- Botijito 529 Kg: En la primera vara el picador no lo castigó, el astado se dejó pegar, pero el piquero le tapó la salida, En la segunda manseó y no se empleó en la pelea. Mansote que se ha dejado torear en la muleta
- Pianista 538 Kg: En la primera entrada al caballo ni fue castigado ni se empleó. En la segunda el piquero se limitó a sujetarlo. Manso, blando que terminó defendiéndose en la muleta.
- Guardamonte 563 Kg. Se defendió el burel y el picador se limitó a cubrir el expediente. En la segunda no se empleó y el piquero tampoco. Manso y descastado.
- Bellotero 521 Kg: En las dos entradas al montado el comportamiento fue de manso. No se empleó en la pelea y salió suelto. Manso y descastado de libro.
Cuadrillas y otros:
La plaza registró casi un lleno. A pesar que el sol en esta ocasión no brilló la tarde fue bochornosa.
Ningún picador se libró del vicio de tapar la salida a los toros y es un problema que nadie quiere afrontar, ya que esta suerte está cayendo en desuso. Los montados actúa de esta manera con el beneplácito de sus matadores, otra explicación no cabe. Si estos se pusieran serios y cuando actúan de esta manera los enviaran al paro, ya se cuidarían de realizar la suerte con seriedad. El problema no se soluciona con las protestas de los aficionados
En el tercero de la tarde, tanto Juan José Trujillo como Julio López, pusieron la plaza boca abajo en la colocación de los garapullos, por tal motivo el público les obligó a desmonterarse. También destacó la cuadrilla durante la lidia llevada a cabo en este toro, donde el animal recibió los capotazos justos. En la parte negativa destacar el sainete que montó la cuadrilla de El Cid al parear al segundo de la tarde. Después de este acto denigrante para la fiesta, lo mínimo que tenían que hacer es retirarse de esta profesión. El toro fue manso pero no para recibir el trato a que fue sometido por Alcalareño y David Saugar, Pirri.
Comentarios:
El tercer toro salvó los muebles de la ganadería. Llegó a la muleta con la fuerza necesaria para que Talavante pudiera someterle con la pañosa, basando la faena en el toreo al natural en la boca de riego y el toro barriera con el morro el albero siguiendo los vuelos de la muleta que le ofrecía el torero. Fue una faena ligada pero impregnada de tintes modernos, donde falto la hondura, ese don que solo tienen los matadores que cargan la suerte y rematan los muletazos para dentro, ganándole al toro terreno en cada muletazo, y no como el toreo que se ha impuesto en la actualidad, donde se torea con temple pero al hilo del pitón y casi siempre los muletazos sirven para acompañan la embestida del burel. En su segundo estuvo breve, ya que el toro, un manso de libro, que nunca debió tener el privilegio de salir por la puerta de chiqueros de ninguna plaza, no le dio la oportunidad de lucirse.
Padilla por su parte estuvo en su línea de acompañamiento de cartel. Se dedico a levantar el ánimo de los espectadores, primero recibiendo a su segundo con dos largas cambiadas en el tercio y ya con la franela en la mano recibirlo de hinojos en el anillo de la plaza, pero él conoce que esos tremendismos no cuelan en Madrid. Puso voluntad en la colocación de los rehiletes, pero su labor no pasó de ahí.
El Cid sin embargo se le espera siempre con ilusión en esta plaza, ya que es un torero que antaño encandiló al público, y éste no pierde la esperanza que en algún momento levante el vuelo y se libre de la vulgaridad en que se encuentra sumido su toreo. A El Cid se le esperaba, pero desgraciadamente no estuvo. A su primero en cuanto lo sometía perdía las manos convirtiéndose en un auténtico marmolillo viviente, a pesar de esto al torero de Salteras tampoco se le vio con disposición. En su segundo y ante un manso que acudía al engaño descompuesto, tampoco tuvo la habilidad de someterlo para ver por donde respiraba.. Se le vio desconfiado y sin sitio y cuando lo intentó al natural el toro no tenía recorrido. El burel sin nada que ofrecer a la muleta del torero se marchó a tablas, dando por finalizada su actuación en esta faena.
©Pepeíllo.
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