Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo Corrida de toros.
Ganadería
6 toros de la ganadería de Núñez del Cubillo, origen predominante marqués de Domecq. Mal presentados, algunos anovillados, sin rematar, mansos, inválidos y faltos de casta Devolvió a los corrales al quinto y en su lugar se corrió un sobrero de El Torero, encaste Juan Pedro Domecq Díez, en la línea de los anteriores. Este toro fue el único animal que llegó a la muleta con movilidad. Los demás lo hicieron en estado cadavérico.
Terna:
- Diego Urdiales.De sangre de toro y oro. Estocada desprendida y atravesada. Silencio. Estocada atracándose de toro tras aviso. Segundo aviso y 4 descabellos. Vuelta por su cuenta.
- Sebastián Castella. De grana y oro. Estocada tirándose a los bajos. Silencio. Estocada baja y trasera. Oreja.
- Alejandro Talavante. De nazareno y oro. Dos pinchazos, aviso, otro pinchazo y media trasera y tendida. Silencio. Tres pinchazos saliéndose de la suerte y descabello. Bronca.
Presidente: D. Trinidad López-Pastor Expósito
Para hacer lo que hizo, el presidente se podía haber quedado en su casa, y su puesto lo podía haber ocupado una persona que luche por los derechos de los espectadores y de la fiesta. Si no se encontrara ninguna persona apta para este cargo, lo podía haber ocupado un miembro de la empresa. De esta manera los aficionados sabrían a qué atenerse, y no preguntarse ¿a quién defiende la autoridad? cuando permite que se lidie este tipo de ganado, cuando vienen las figuras.
Suerte de varas:
Hablar en esta corrida del tercio de varas con lo que ocurrió ayer en el ruedo es casi una ofensa. Ningún toro fue castigado y ninguno mereció la atención por hacer una pelea digna en el caballo. En dos palabras, fue una autentica vergüenza la pantomima que hicieron los profesionales del castoreño al tener que montar un espectáculo esperpéntico con el ganado que salió ayer alruedo.
- Vinatero 531Kg. El toro no mostró en ningún momento su aptitud para esta suerte. Manso, e inválido para la lidia.
- Ortopéndola 537 Kg..Otro animal invalido que el picador se limitó a sujetarlo para que no se cayera delante del caballo. Manso e inválido
- Gavilán 526 Kg: No recibió castigo en el caballo. El picador se limitó a colocar la puya encima del morrillo. No le rompería ni la piel.
- Guerrita 554 Kg..Fue el único que mostró algo de fijeza en el caballo, aunque el picador midió mucho el castigo. En la segunda se limitó a acudir suelto al caballo y salir de la misma manera. Manso que ha tenido algo de movilidad en la muleta..
- Asturino 517 Kg: Cuando entró al montado lo único que hizo fue perder las manos. En la muleta se comportó como un carretón, sin transmitir nada a los tendidos
- Arrojado 527 Kg. Otro ejemplo de invalidez en las dos veces que acudió al caballo.
Cuadrillas y otros:
A los aficionados nos cuesta creernos que los ganaderos críen durante cuatro años a un toro de lidia casi mimando su existencia y que luego salga por chiqueros como lo hicieron ayer los astados de Núñez del Cubillo. También nos sorprende que la autoridad y los veterinarios permitieran estos animalitos, y según se comentaba en los mentideros, el ganadero tuvo que traer casi la mitad de su camada para que pudieran pasar el reconocimiento. Es llamativo que nadie se responsabilice de estos actos, ni los profesionales que gestionan estos espectáculos no sientan el más mínimo reparo en ofrecerlos a los espectadores.
Presenció el espectáculo desde una localidad de la meseta de toriles, el padre del Rey acompañado de una de sus hijas y los toreros tuvieron la deferencia de brindarle un toro. Cabe destacar que la plaza registró un lleno en tarde soleada y agradable, donde las protestas de los aficionados del tendido de sol proliferaron en pro de la fiesta, pero nadie hizo caso a sus manifestaciones y como siempre quedarán olvidadas en ese cajón sin fondo de la corrupción taurina, esperando que alguien con un mínimo de dignidad ponga orden en estos esperpénticos espectáculos.
Comentarios:
Las figuras aterrizaron en Las ventas con su carga de admiradores. Ahí es nada, presumir al día siguiente ante sus amistades que habían acudido al coso venteño a ver torear a los toreros de moda y que habían participado de manera directa con sus pañuelos blancos en la concesión de los trofeos a los cuales los toreros habían hecho méritos.
Lo más llamativo de la tarde no fueron las figuras que se anunciaban sino la inclusión de Diego Urdiales. Los aficionados se preguntaban qué razones tendría la empresa para que abriera plaza un torero como el riojano, serio, honrado, admirado por la afición por la pureza de su toreo ante corridas exigentes. Llevarlo para que abriera plaza no tenía sentido ya que Urdiales por méritos propios, es uno de los reclamos más serios para los aficionados. Solo cabía una explicación, las figuras querrían mojarle la oreja en el ruedo con el ganado que ellos habían elegido y que mejor les viene a las condiciones de su toreo, mejor dicho, de su mediocre toreo. Casi lo consiguen. Diego Urdiales no se encontró cómodo con este ganado, no tuvo necesidad de sacar de su muleta el poderío para someter a sus enemigos, ya que estos saltaban al ruedo sometidos y nadie creyó que de manera natural. En su primero se encontró con un astado que no parecía su enemigo, el toro iba y venía a la pañosa como fiel carretón y ante este material el riojano nada pudo hacer. Su segundo tuvo algo de movilidad y transmitió algo más al tendido, y aunque el astado no le regaló nada, al torero no se le vio a gusto, como tratando de no molestar a sus adversarios. Su faena estuvo llena de altibajos, consiguiendo algunos muletazos sin descomponer la figura que llegaron a los tendidos, como un trincherazo que durmió al toro embrujado en su muleta y enroscado en la pierna contraria.
A entró en acción Sebastián Castella. Al torero francés le tocó en primer lugar un enemigo que entró en la pelea defendiéndose debido a sus débiles condiciones físicas y en cuanto le bajaba la muleta para someterlo, el animal le respondía doblando las manos sobre la arena, indicándole con ello que no le hacía falta el sometimiento. En su segundo tuvo más suerte, aunque las condiciones del toro no fueron muy distintas del anterior. El burel después del tercio de banderillas sacó fuerzas de flaqueza y se puso a embestir, pero sin perder sus condiciones de burro-toro. Los taurinos han conseguido, un animal equilibrado que aunque su juego en el caballo sea nulo, se venga un poquito arriba en banderillas y ponga en bandeja el triunfo del torero, por decir algo. Eso es lo que viene ocurriendo en la actualidad y lo que ocurrió en este toro, que Castella no se cansaba de dar muletazos y el toro de recibirlos, pero en cuanto lo sometía el pobre animal perdía las manos, y a pesar de esto, mantuvo siempre la distancia con su enemigo, es decir, se cruzó en muy pocas ocasiones. Debe ser un arte conseguir un toro con ese equilibrio, pero precisamente es el arte que les falta a los toreros cuando se ponen delante de ellos.
Alejandro Talavante, considerado por sus incondicionales torero de raza, recibió a su primero con unos estatuarios, porque como le costaba humillar el torero pacense comprendió que la faena iría mejor por alto, y para no someterlo mucho, el toreo que practicó en redondos careció de hondura ya que se mantuvo siempre al hilo del pitón, y para no someterlo en demasía, cuando se echó la muleta la izquierda, para embarcarlo lo hizo siempre con el pico de su muleta, es el toreo que permite firmar contratos, y que el aficionado no ha llegado a comprender aún. En su segundo no le gustó la condición del inválido y el torero decidió abreviar tomando el estoque de verdad. En este caso el equilibrio de sus mentores falló. Su público, ese incondicional que llena los tendidos de la plaza cuando aparecen las figuras, que llenan los ruedos de inválidos y de toros carretones, en esta ocasión le despidió con una sonora bronca. Los pobres no han llegado a diferenciar cuando a un animal le pueden recetar 200 pases. Llegaron las figuras y trajeron consigo todo lo que le sobra a la fiesta.
©Pepeíllo.
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