Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Ganadería:
Toros de la ganadería de Montealto, encaste Juan Pedro Domecq Díez, en las líneas de Luis Algarra y Francisco Medina. Bien presentados y algunos con romana, en general blandos, mansos y con casta. El primero fue aplaudido en el arrastre
Terna:
- Juan Bautista: De caña y oro. Estocada de bonita ejecución perdiendo la muleta. Oreja. Dos pinchazos saliéndose de la suerte y estocada baja sin cruzarse. Silencio.
- Morenito de Aranda: De rosa palo y oro. Estocada desprendida y atravesada, dos avisos y estocada que hace rodar al toro. Saludos desde los medios. Pinchazo, media estocada y descabello. El público le obliga a saludar.
- José Manuel Más: De lila y oro. Estocada perpendicular y 3 descabellos. Silencio. Siete pinchazos, y media estocada. Le dieron los tres aviso y le echaron el toro al corral. Leves pitos.
Presidente: D. Trinidad López-Pastor Expósito
.El presidente se limitó a cumplir el reglamento.
Suerte de varas:
- Venturoso II. 560 Kg: En la primera entrada al caballo blandeó y empujó sin clase. El piquero le tapó la salida. La segunda vara fue un trámite. El astado ha cumplido en el caballo y presentó en la muleta un buen pitón derecho. Le faltó algo de recorrido.
- Capirote. 595 Kg. En la primera vara le sacudió el piquero y salió suelto. En la segunda entró suelto y salió huyendo del caballo an sentir el hierro. Manseó en el caballo y le faltó otro puyazo. Manso encastado.
- Lirio III. 540Kg: Al no fijarlo de salida, la primera vara se la recetó el reserva, y el toro se enceló en el caballo. En la segunda acudió suelto, recibió un picotazo y volvió a salir suelto. Manso y blando que se defendió en la muleta.
- Caracol. 622Kg: En la primera vara el picador se agarró bien, pero le tapó la salida. En la segunda el torero lo dejó de largo pero le costó arrancarse mostrando mansedumbre y empujando en el peto con un pitón. Manso de escuela.
- Novillero. 629 Kg: En la primera entrada al montado romaneó, pero empujó sin fijeza, recibiendo un castigo excesivo. En la segunda derribó al picador, recibiendo un revolcón sobre la arena sin consecuencias. Manso que llegó a la muleta defendiéndose.
- Farruco I. 617 Kg. Empujó con fijeza en el peto pero salió suelto del montado. En la segunda entrada se rajó. Manso encastado.
Cuadrillas y otros:
Tarde de incidencias. Primero la lluvia caída durante todo el día estuvo a punto de suspender el espectáculo. Los areneros trabajaron a destajo para acondicionar el albero pero no pudieron evitar que la corrida comenzara media hora larga de la hora prevista. Los comentarios era que la suspensión hubiera sido lo más lógico. Durante el desarrollo de la misma no llovió pero la tarde fue mu desapacible, y enfrió en buena medida el ambiente. A esto se unió que en el sexto, el torero José Manuel Más fue incapaz de despenar a su enemigo en el tiempo reglamentario y le dieron los 3 avisos, echándole el toro al corral Los espectadores abandonamos la plaza pasadas las diez de la noche, y pidiendo la hora como los boxeadores medio noqueados, por el frío.
La cuadrilla de Morenito en el segundo no estuvo a la altura de las exigencias que debe reunir. La mala colocación en el ruedo pudo causar graves consecuencias ante el encastado enemigo. Nadie tuvo los recursos para pararlo de salida, y en el tercio de banderillas Zamorano se libró de la cornada dada la nobleza que mostró el animal, que terminaba haciendo hilo sin que nadie ofreciera un capote en el quite.
El torero de plata Rafael González tuvo que sustituir al compañero de la cuadrilla de Morenito, Pascual Mellinas, en el quinto, por indisponibilidad de éste.
En banderillas se lucieron, Rafael Viotti en el primero, Jarocho en el tercero y Juan Martín Soto en el quinto. En la lidia destacó Roberto Martín Jarocho en el sexto.
Comentarios:
Muchos espectadores abandonaban la plaza con apesadumbrados por el hecho de que a un joven torero, sin los recursos suficientes para enfrentarse a una corrida exigente, le habían echado un toro al corral. Pero lo que no pueden evitar es que tal y como está montado este tinglado, chavales sin la experiencia necesaria tengan que venir a una plaza de responsabilidad a jugarse su porvenir a una carta, con corridas duras, mientras las figuras vienen a pasearse por el albero ante un público benevolente y con ganado de garantías. Eso es una vergüenza, pero son los que mandan.
A Juan Bautista se le vio firme con el noble primero, le faltó cruzarse al pitón contrario. En ningún momento descompuso la figura y dio unas tandas de redondos que calentaron el ambiente invernal. El toro le ofreció un cortijo por el pitón derecho pero al torero francés le faltó dar ese paso, cargar la suerte, que los aficionados echan en falta en la mayoría de las faenas para rendir pleitesía al que lo da. Valga decir a favor del torero que el animal tampoco admitía muchas exigencias debido a su blandura. El cuarto, con buena dosis de manso en sus venas, el torero lo intentó doblándose con él al comienzo de faena, pero al astado le pudo más su mansedumbre que la pelea que le ofrecía el coleta con la muleta, quedándose corto en las embestidas.
Morenito de Aranda recibió a su primero a portagayola. Ya con la pañosa comenzó doblándose con su enemigo recetándole unos muletazos adornados con un bonito cambio de manos. El animal se quedaba cortito en las embestidas y el arandino consiguió templar algunos redondos, destacando una tanda cerrándola con un pase de pecho rematado al hombro contrario. Pero su enemigo salía suelto de la muleta, en uno de ellos se quedó al descubierto y el toro se lo echó a los lomos, llevándole prendido de la taleguilla durante unos dramáticos segundos. Al parecer todo quedó en la paliza física y los destrozos del traje de luces. El torero continuó con firmeza la faena. Al toro le faltó un puyazo. Su segundo fue un manso que terminó defendiéndose en la muleta y acudiendo con la cara alta a los embroques, dando pocas oportunidades de lucimiento al arandino. La tarde tampoco invitaba a muchas florituras.
El primero de José Manuel Más llegó a la muleta con la única intención de defenderse, y el torero comenzó la faena por alto. Cuando comenzó el toreo de verdad, lo hizo al hilo del pitón y rematando para fuera los muletazos, aunque su enemigo tampoco estaba para muchas exigencias, en cuanto lo sometía perdía las manos y ante esta situación decidió tomar el acero. Su segundo enemigo le presentó los problemas de un manso encastado. El torero lo intentó pero no llegó a dominar al animal. Prolongó la faena innecesariamente y llegó lo que nadie esperaba ni deseaba, que el torero no consiguiera despenar al animal en el tiempo reglamentado y el palco le envió los tres avisos, permitiendo que salieran los mansos al ruedo a recoger al toro para llevárselo al corral, lo que supuso un traspié importante en la carrera de este joven matador.
©Pepeíllo.
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