Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Novillada
Ganadería:
Toros de la ganadería de El Parralejo, encaste Juan Pedro Domecq, líneas Jandilla y Fuente Ymbro. Mal presentada. El tercero fue devuelto a los corrales y en su lugar se corrió un sobrero de José Vázquez, encaste Domecq. Blandos y mansos, algunos como el 5º y 6º con algo de casta. Algunos fueron protestados de salida y el tercero en el arrastre.
Terna:
- Álvaro Lorenzo: De gris y plata. Dos pinchazos y estocada desprendida. Silencio. Estocada trasera y desprendida. Vuelta por su cuenta.
- Ginés Marín: De celeste y oro. Media estocada trasera, caída y atravesada. Aviso. Silencio. Estocada delantera y caída. Silencio.
- Varea: De marino y oro. Media estocada desprendida. Silencio. Pinchazo perdiendo la muleta, pinchazo sin soltar, metisaca y estocada trasera. Silencio.
Presidente: D. Justo Polo Ramos.
El tercero bis un cadáver, debió tomar también el camino de los corrales, pero el presidente decidió dejarlo en el ruedo para el bien de la fiesta, o para mal del empresario.
Suerte de varas:
- Hostelero. 443 Kg: Al inválido primero, no necesitó el castigo del picador. En la primera vara el montado midió mucho el castigo, el segundo puyazo no existió. Inválido, que llegó a la muleta muy parado.
- Libertador. 471Kg. .En la primera vara empujó, pero en la segunda se arrancó de largo pero al sentir el hierro se rajó. Manso que no dio juego en la muleta.
- Discordia. 460 Kg: En la primera entrada salió suelto y en la segunda se arrancó de largo pero recibió un picotazo. El novillo un cadáver.
- Desafío. 472 Kg: Manseó y se repuchó en la primera vara, en la segunda recibió un picotazo y salió suelto. Manso que se dejó torear.
- Ostrero. 434 Kg: El piquero creyó que hasta el rabo todo es toro y colocó la puya en el lomo del animal, en la segunda entrada mostró su condición de manso. El novillo manso encastado.
- Rebueno. 460 Kg. Al entrar al caballo el piquero se limitó a sujetarlo y taparle la salida. En la segunda vara recibió un picotazo y mostró mansedumbre. Mansote que ha cumplido en la muleta.
Cuadrillas y otros:
Tarde fría con alternancia de lluvia. Media entrada. Javier Ambel se lució en el segundo al correr al toro a punta de capote. Con los palitroques se lucieron, Fini en el segundo, Raúl Martí en el tercero e Iván García y Diego Valladar en el sexto. Estos últimos tuvieron que desmonterarse. Sin embargo Candelas puso un par al cuarto que al faltarle morrillo las colocó en las costillas.
Comentarios:
Los tres novilleros que se anunciaban ayer están a punto de convertirse en matadores. A la salida muchos aficionados se preguntaban: si esto era el futuro, mejor será echar el cierre antes que lo hagan los detractores de la fiesta. Sin duda. Así declaraba su afición un espectador y el problema no es su opinión, sino que llevaba mucha razón. Lo he dicho y lo mantengo, los verdaderos enemigos los tenemos dentro. Toreros que vienen a Madrid con una novillada cuidada en extremo, sin trapío, con las fuerzas justas para que no se vea comprometida su labor y ante un público cada vez más ignorante de las normas que deben regir en estos espectáculos.
Alguien podría tacharme de detractor, pero respecto a lo que ocurrió ayer en el ruedo puedo añadir que al entrar a matar ningún novillero tuvo los relaños de ejecutar la suerte a ley, todos se salían fuera de la suerte, y eso que lo novillitos no presentaban unas cornamentas que impusieran respeto, muy al contrario, pero se han acostumbrado a lo cómodo y sin con ello cortan los trofeos concedidos por un público generoso, como ocurrió en el cuarto, que la ignorancia llevó a solicitar la oreja para Álvaro Lorenzo, para que van a exponer. Había que tener descaro pedir un trofeo para una faena llena de vulgaridad, donde el torero ante un enemigo que era una babosa llena de nobleza, no adelantó la pierna contraria en ningún momento, llenando el albero de trapazo tras trapazo. De estos últimos se cansaron los coletas de ejecutarlos, seguro que estaban compitiendo entre ellos quien daba mayor número.
Ha llegado a tal extremo la incompetencia, que los novilleros ya no son dueños de sus actos. Cuando se colocan delante de su enemigo pierden la noción del tiempo, se ponen pesados, aburren a la concurrencia con faenas sin contenido. Ayer, sin ir más lejos, un novillero ante un enemigo que era un cadáver y ante las protestas de los aficionados, quiso abreviar la faena y cuando se acercaba a tomar el acero alguien desde la barrera le indicó que continuara toreando, bueno, toreando es un decir, en la cara del toro. Alguien pensaría que en algún momento sonaría la flauta, pero el aficionado pensaba que en ese novillo, no. Así están las cosas en el escalafón. Lo que si consiguieron es prolongar en exceso un espectáculo deprimente, que cada día tiene menos sentido tal y como se ejecuta actualmente, y la llegada de un mesías que levante el ánimo de los aficionados está muy lejos
©Pepeíllo.
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