Plaza de toros de Aranda de Duero.
Primer festejo de la feria en de las fiestas patronales 2018.
“Un detalle que afloró los sentimientos”
Ganadería
Toros de Salvador Domecq. Encaste Domecq, de .desigual presentación, algunos anovillados. Cómodos de cara con excesiva nobleza, blandos y descastados. .El 4º y 6º hicieron méritos para haberlos enviado a los corrales, pero…
Terna:
- Juan José Padilla De sangre de toro y oro. En su primero, estocada desprendida saliéndose de la suerte y 4 descabellos. Silencio generoso. En el cuarto, pinchazo en buen sitio y descabello. Oreja de regalo.
- José Garrido: De rosa palo y oro. Estocada baja. Oreja. En el quinto estocada hasta las cintas. Oreja benevolente..
- Ginés Marín. De rolo pasión y oro. En el tercero estocada trasera de bonita ejecución 2 orejas. Estocada y dos descabellos. Aplausos.
Presidente:
No hay aficionado con rigor que se atreva a criticar la labor de un presidente ante un público excesivamente generoso como el de esta plaza. Se excedió en los trofeos y privó a los aficionados de la suerte de varas, acudiendo los seis astados una sola vez al caballo. Se desentendió de la invalidez manifiesta que mostraron el 4º y 6, ya que consideraría que ante el silencio de los espectadores era suficiente para no sacar el pañuelo verde.
Cuadrillas y otros:
La plaza registró algo más de media entrada. Una peña le obsequió a Padilla con la conmovedora canción, “Adiós con el corazón”. Un buen detalle que llegó a calar en parte del público y que el torero agradeció.
El cuarto fue pareado por Padilla. En esta ocasión estuvo vulgar excepto en el primer par que cuadró en la cara de su enemigo, un inválido y noble animal. En el primero de su lote su cuadrilla fue un desastre en la colocación de los rehiletes.
Comentarios:
A Juan José Padilla lo despidieron los arandinos con una conmovedora canción que llegó a emocionar a muchos de los presentes. El torero de Jerez correspondió besando la arena de La Plaza de la Ribera, pero la mejor demostración de afecto hubiera sido salir a lo grande y por la puerta grande, pero toreando, y eso fue precisamente lo que no hizo. Con el primero de su lote un descastado animal falto de fuerzas, se metió en el jardín de los mantazos y allí estuvo pasando a su enemigo en la franela con derechazos fuera de cacho y metiendolo en el pico de la muleta. Lo intentó al natural pero sin la convicción de hacer el toreo ortodoxo, ya que se limitó a justificarse, perdiéndole pasos en cada muletazo. Al no quedar contento con esa dicha de toreo, finalizó la faena con circulares pegado al lomo de su enemigo y unas manoletinas metiendo descaradamente el pico de la muleta y con desplante incluido.. En la faena al cuarto lo recibió de hinojos, jaleados por un público condescendiente con el torero. Todo lo que vino después fue prácticamente una ofensa a la fiesta y al público que merecía otro trato por parte del torero, incluido el desplante tremendista..
José Garrido se estiró con el capote al recibir al segundo de la tarde. El castigo que recibió en el caballo fue prácticamente nulo, pero el piquero estuvo muy desafortunado. Ya con la muleta en la mano, lo recibió por bajo sacándolo a los medios, recetándole en este terreno una tanda de derechazos ajustados y templados junto a otra colocado al hilo de su enemigo. Intentó gustarse en el toreo al natural pero le faltó ponerse en su sitio. El animal se fue apagando como una lamparilla y el matador tiro del recurso de unas bernardinas, ajustadas y del arrimón. Al quinto lo brindo a su compañero Padilla, recibiéndolo con unos estatuarios, continuó con una tanda de redondos pero sin relieve. Tuvo la virtud de mantener en el anillo del redondel a un animal que buscaba el amparo de las tablas. Al natural tuvo muy poco recorrido y el matador trató de llegar a los tendidos con unas filigranas intrascendentes hasta conseguir el regalo del trofeo.
El joven torero Ginés Marín recibió a su primero con unas verónicas ajustadas a pies juntos. La faena de muleta comenzó con unos muletazos por alto, a lo que continuó una tanda de derechazos templados pero olvidándose de citar con la muleta “planchá”. Con la mano izquierda templó la embestida de su enemigo, pero para no salirse del guión marcado por sus compañeros, citando fuera de cacho. Tuvo detalles de finura pero todo quedó en detalles. A su enemigo, como a toda la corrida le faltó fuerza y le sobró nobleza. El novillote sexto saltó al ruedo con muchos pies y en el caballo no fue castigado, a pesar de ello se derrumbó cuando topó con el peto. Si se derrumba el toro se derrumba la fiesta, pero esto debe importar muy poco .El torero lo intentó por ambos pitones pero con el mismo método que con el anterior, aliviándose. Ante la falta de interés de lo que ocurría en el ruedo, los presentes se animaban al compás del pasodoble, Ragón Falez. No dio para más la tarde.
©Pepeíllo.
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