FERIA SAN ISIDRO 2019
Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo
24ª de Feria. Corrida de toros.
“Una mansada para la reflexión”
Ganadería
Se lidiaron 6 toros del Puerto de San Lorenzo de procedencia Atanasio Fernández. Salvo el tercero que fue un buen toro para la muleta, lo demás, carne de matadero.
Terna:
- Antonio Ferrera: De. nazareno y oro. Pinchazo y estocada perpendicular y descabello. Silencio. Bajonazo. Silencio.
- Miguel Ángel Perera: De blanco y oro. Estocada casi entera y caída, perdiendo la muleta. Silencio. Estocada perpendicular tirándose a ley 4 descabellos. Silencio.
- López Simón: De espuma de mar y oro. Dos pinchazos y descabello. Aplausos. Dos pinchazos, estocada perdiendo la muleta, aviso y 7 descabellos. Silencio.
Presidente: D. Rafael Ruiz de Medina Quevedo.
Sin comentarios en sus funciones.
Suerte de varas:
- Caraseria. 620 Kg: En la primera entrada empujó con la cara alta. Y salió suelto. En la segunda fue castigado en los bajos. Manso y descastado.
- Granero. 598 Kg: Negro. El piquero se limitó a sujetarlo en ambas entradas. Manso y con escasas fuerzas.
- Garabito I. 577 Kg: Negro. En la primera vara el picador se limitó a sujetarlo y en la segunda recibió un picotazo. Fue un buen toro para la muleta.
- Fardero. 552 Kg: Negro. Se dejó pegar en el primer envite. En el segundo se limitó a sujetarlo. Manso y descastado.
- Pitoniso: 556 Kg: Negro. El juego con el montado fue de manso de libro.
- Pitinesco. 625 Kg: Negro. Mostró Mansedumbre desde su aparición en el ruedo. El juego en el caballo fue de manso y descastado.
Cuadrillas y otros.
Tarde de temperatura primaveral, donde el viento quiso ser protagonista, la terna casi consiguió llenar el coso venteño.
Tras el paseíllo Antonio Ferrera fue ovacionado correspondiendo con saludos.
En banderillas se lucieron Fernando Sánchez, Curro Javier, Jesús Arruga
Comentarios:
El juego ofrecido por los astados del Puerto fue para la reflexión. El único animal potable en la muleta fue el tercero, lidiado por López Simón. Todo lo demás una mansada en toda regla.
López Simón se llevó el único toro potable de la corrida. Un animal que embistió con mucha clase y nobleza, pero el madrileño interpretó el toreo a su manera, en una faena muy desigual, donde confluyeron muletazos templados con la muleta por delante y ligando unas tandas de derechazos y naturales. Pero tuvo un defecto que no midió el tiempo de faena y el toro se fue quedando corto en sus acometidas y quiso adornarse con unas manoletinas ante un animal sin recorrido y el toro lo envió por los aires como si fuera una pelota. Se incorporó el torero algo aturdido y continuó con la misma disposición con gran parte del público entregado en la interpretación de su épica donde reinaba el tremendismo. Entró a matar de una manera poco ortodoxa creando en los tendidos una impresión de temeridad. Lo que podía haber sido una Puerta Grande, quedó en una lastimera ovación. En el sexto le tocó un manso que tuvo la osadía de brindar, pero el animal no le dio oportunidad de lucimiento. El animal se defendió ofreciendo al torero una media embestida soltando la cara en cada muletazo.
Los lotes de Ferrera y de Perera no les dieron opción. Ferrera sometió a su primero por bajo y el animal lo desarmó, continuó pasándolo con la derecha tratando de dominar al manso pero con el pasito atrás. Intentó el toreo al natural pero el animal el toro acudía avisado que junto con el viento no le dio la oportunidad de lucirse. A pesar de ello tuvo detalles de toreo clásico y eso es siempre bienvenido. El cuarto fue un animal de embestida incierta que lo único que hizo fue quejarse cuando el torero lo pasaba por la muleta.
Perera se encontró en su primero a un manso con escasa fuerza. El resultado fue un animal defendiéndose y un torero tratando de justificarse pasándolo por la pañosa con poco convencimiento. La condición de manso del quinto hizo que saliera suelto de los muletazos que le ofrecía el torero pacense. Consiguió sujetarlo en una tanda de derechazos al hilo, pero el resultado de su intentó fueron trapazos. Lo intentó al natural pero no había materia prima donde modelar la faena. El matador mostró voluntad pero a un torero de su categoría hay que exigirle algo más.
Lo dicho el ganado puso en entredicho la labor del ganadero y del empresario que lo contrata, pero no olvidemos que de esa conjunción los que salieron perdiendo fueron los espectadores.
©Pepeíllo.
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