A Mari Luz, deseándole que vuelva pronto a Las Ventas. Su plaza.
Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo
Corrida de toros
“Negocio redondo”
Ganadería
Se lidiaron 5 toros de Jandilla y uno, tercero, de Vegahermosa, de procedencia Juan Pedro Domecq Díez. Salvo el primero, todos cinqueños. El ganado decepcionó, ofreciendo un espectáculo aburrido y falto de emoción, sin gota de casta y sosos, salvándose el terceo, de Vegahermosa, al cual Talavante le cortó una oreja. Los demás carne de matadero. El primero, segundo y quinto, oyeron algunos pitos en el arrastre.
Terna:
- Alejandro Talavante. De catafalco y oro. En el primero estocada atravesada saliéndose de la suerte y dos descabellos. Aplausos. En el tercero estocada tendida, aviso. Oreja. En el quinto estocada tendida. Silencio.
- Juan Ortega: De tabaco y oro. En el segundo Estocada desprendida de efecto fulminante. Silencio. En el cuarto estocada casi entera. Silencio. En el sexto estocada que rueda sin descabello. Silencio.
Presidente: D. Ignacio Sanjuán Rodríguez.
Sin problemas en su cometido
Cuadrillas y otros.
Con lleno y el cartel de “No hay billetes”, se celebró la Corrida de la Cultura, fuera de abono, donde se anunció un mano a mano entre Alejandro Talavante y Juan Ortega. Finalizado el paseíllo, los dos espadas tuvieron que corresponder a los aplausos del respetable, pero cada uno en su tiempo. También tuvo que saludar el sobresaliente, Álvaro de la Calle, en reconocimiento a su actuación en la encerrona que protagonizó Emilio de Justo y que tuvo que matar cinco toros. Los aficionados de Madrid, serán exigentes, pero premian a quien lo merece.
Los toreros de plata tuvieron una buna actuación. Aunque algunos se tuvieron que desmonterar, en general cumplieron con su labor, sobre todo en el tercio de banderillas. Destacaré en nombre de todos, a Manuel Izquierdo en el tercero. Los picadores en su línea, degradando la profesión. Tuvo que aparecer en el ruedo Oscar Bernal, en el cuarto para mostrarles a sus compañeros como ejecutar esta bella suerte.
Comentarios:
Talavante se encontró en el tercero el único animal que tuvo movilidad para lucirse con la muleta. El resto si los hubieran llevado al matadero, nadie se hubiera sorprendido. El torero pacense encontró en las acometidas de su enemigo, la medida que precisaba su muleta. Lo pasó en redondos y naturales, algo fuera de cacho, , pero rematando los muletazos para dentro, templando y sin descomponer la figura. Según un vecino de mi localidad es uno de los mejores toreros que manejan la mano izquierda, y eso fue lo que corroboró el maestro en su faena. En su primero lo intentó tanto en redondos como al natural, consiguiendo algunas tandas vistosas, pero el animal con poco recorrido restó emoción a su labor. Eso sí, nobleza, la de toda la camada. El quinto reunía solo el nombre. Comenzó defendiéndose en la pelea y terminó soltando la cara y sin recorrido por el pitón izquierdo. El matador abrevió y tomó el acero.
Juan Ortega no convenció ni a sus incondicionales. El segundo de la tarde, primero de su lote, un animal con cara, lo templó con el capote, levantando los primeros olés. Fue lo único que recordamos de su labor ya que con la muleta trató de templar las acometidas de su enemigo, sin conseguir un muletazo limpio. Tampoco le gustaron al animal los naturales y el sevillano volvió con la diestra, pero como dijo un espectador, el pescado ya estaba vendido. El cuarto llegó al último tercio con las fuerzas justas y eso que en el caballo el picador midió mucho el castigo. No pudo someterlo y entre la sosería del animal se unió la vulgaridad del matador y con esa simbiosis llegó a los tendidos el sopor. En el que cerraba plaza, Juan Ortega perdió la muleta en el segundo muletazo, pero tampoco tuvo toro para intentar arreglar la tarde. Lo único bueno la brevedad.
Fue una tarde redonda. Redonda para el empresario, y para satisfacción de algún correligionario periodista de la televisión. Lleno hasta la bandera, y ganado de matadero. Seguramente alguien de la nómina les echará la culpa a los aficionados del tendido 7. Seguro.
©Pepeíllo.
Sin problemas en su cometido
Cuadrillas y otros.
Con lleno y el cartel de “No hay billetes”, se celebró la Corrida de la Cultura, fuera de abono, donde se anunció un mano a mano entre Alejandro Talavante y Juan Ortega. Finalizado el paseíllo, los dos espadas tuvieron que corresponder a los aplausos del respetable, pero cada uno en su tiempo. También tuvo que saludar el sobresaliente, Álvaro de la Calle, en reconocimiento a su actuación en la encerrona que protagonizó Emilio de Justo y que tuvo que matar cinco toros. Los aficionados de Madrid, serán exigentes, pero premian a quien lo merece.
Los toreros de plata tuvieron una buna actuación. Aunque algunos se tuvieron que desmonterar, en general cumplieron con su labor, sobre todo en el tercio de banderillas. Destacaré en nombre de todos, a Manuel Izquierdo en el tercero. Los picadores en su línea, degradando la profesión. Tuvo que aparecer en el ruedo Oscar Bernal, en el cuarto para mostrarles a sus compañeros como ejecutar esta bella suerte.
Comentarios:
Talavante se encontró en el tercero el único animal que tuvo movilidad para lucirse con la muleta. El resto si los hubieran llevado al matadero, nadie se hubiera sorprendido. El torero pacense encontró en las acometidas de su enemigo, la medida que precisaba su muleta. Lo pasó en redondos y naturales, algo fuera de cacho, , pero rematando los muletazos para dentro, templando y sin descomponer la figura. Según un vecino de mi localidad es uno de los mejores toreros que manejan la mano izquierda, y eso fue lo que corroboró el maestro en su faena. En su primero lo intentó tanto en redondos como al natural, consiguiendo algunas tandas vistosas, pero el animal con poco recorrido restó emoción a su labor. Eso sí, nobleza, la de toda la camada. El quinto reunía solo el nombre. Comenzó defendiéndose en la pelea y terminó soltando la cara y sin recorrido por el pitón izquierdo. El matador abrevió y tomó el acero.
Juan Ortega no convenció ni a sus incondicionales. El segundo de la tarde, primero de su lote, un animal con cara, lo templó con el capote, levantando los primeros olés. Fue lo único que recordamos de su labor ya que con la muleta trató de templar las acometidas de su enemigo, sin conseguir un muletazo limpio. Tampoco le gustaron al animal los naturales y el sevillano volvió con la diestra, pero como dijo un espectador, el pescado ya estaba vendido. El cuarto llegó al último tercio con las fuerzas justas y eso que en el caballo el picador midió mucho el castigo. No pudo someterlo y entre la sosería del animal se unió la vulgaridad del matador y con esa simbiosis llegó a los tendidos el sopor. En el que cerraba plaza, Juan Ortega perdió la muleta en el segundo muletazo, pero tampoco tuvo toro para intentar arreglar la tarde. Lo único bueno la brevedad.
Fue una tarde redonda. Redonda para el empresario, y para satisfacción de algún correligionario periodista de la televisión. Lleno hasta la bandera, y ganado de matadero. Seguramente alguien de la nómina les echará la culpa a los aficionados del tendido 7. Seguro.
©Pepeíllo.
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