Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo
Corrida de toros
“Presidente sin criterio.”
Ganadería
Se lidiaron 6 toros de El Parralejo, procedencia Jandilla y Fuente Ymbro. El segundo y tercero protestados por falta de trapío. El encierro trajo de la dehesa de todo como en botica. Mansedumbre, algo de casta, blandura y también nobleza para que los toreros pudieran lucirse con ortodoxia. El segundo fue devuelto a los corrales y se corrió un sobrero de José Vázquez. Un animal que en cuanto sintió el castigo del picador salió de estampida, supongo que en busca de la dehesa. El primero, el quinto y el sexto, fueron aplaudidos en el arrastre. El segundo y tercero fueron pitados. En una palabra el ganado no defraudó.
Terna:
Dos orejas regaló el presidente. Una al toreo vulgar y sin complejos de Álvaro Lorenzo en el quinto y la segunda en el sexto a Curro Díaz, que tampoco la mereció. Aunque hubo petición casi mayoritaria, el presidente debería haber tenido en cuenta su criterio y por supuesto la seriedad de la plaza, ya que las faenas no lo merecieron y los toros estuvieron por encima de los toreros.
Al segundo le costó tomar la decisión de mandarlo a los corrales a pesar de su invalidez.
Cuadrillas y otros.
En tarde de nubes y claros y con temperatura agradable, se celebró el octavo festejo del abono venteño. Durante la lidia de muleta del tercero, Ginés Marín recibió una cornada en el muslo derecho, ocasionándole también una fea voltereta, que aunque despenó a su enemigo, se retiró a la enfermería para no aparecer. Álvaro Lorenzo sustituyó a Emilio de Justo, al estar en fase de recuperación de una cogida en el pasado mes de abril, dejando al descubierto los intereses de los despachos en las sustituciones.
Las cuadrillas estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellas. En el cuarto tuvo que desmonterarse Lipi en el tercio de banderillas. Los picadores aunque algunos castigaron trasero, cumplieron con su labor. En el primero fue aplaudido el picador Juan Francisco Romero.
Comentarios:
Durante la faena de muleta del tercero de la tarde, Ginés Marín sufrió una cogida en el tercero, no obstante el matador pudo despenar a su enemigo, gesto de pundonor que le agradecieron los aficionados. El animal se defendió en la pelea y nunca se entregó. En un momento de la faena el torero sevillano se quedó al descubierto y se lo llevó por delante. Es la cara opuesta de la fiesta.
El linarense, Curro Díaz mató tres toros. En su primero, llamado Majadero, se acopló con templanza con unas verónicas de recibo. En la faena de muleta lo sometió por bajo y el toro perdió las manos. Lo pasó por la derecha y por la izquierda sin descomponer la figura, consiguiendo algunos muletazos templados pero dejando un halo de vacío en su labor, ya que anduvo al hilo del pitón y sin asomar la pierna contraria. En el cuarto, de nombre Molinero, y ante un animal que manseó con descaro, con la pañosa lo sometió por bajo y terminó defendiéndose y soltando la cara en los remates y con una embestida sin recorrido. El sexto se llamaba Tragaperras. Llegó a meter bien la cara en la muleta pero cuando le bajaba la mano su enemigo blandeaba. El matador avisado le dio un respiro a su enemigo y con ello consiguió algunas tandas templadas, pero el torero anduvo remiso al echar la pata p’lante, y eso fue lo que oscureció su labor a pesar de ser premiada con una oreja.
A Álvaro Lorenzo le tocó lidiar un sobrero de José Vázquez, que mostró una respetable arboladura. El juego que dio en el caballo fue de segunda mano. Seguro que el empresario lo adquirió en las rebajas y como tenía romana y cara, se diría, este cuela. Y vaya si coló. El animal no fue castigado en el caballo, pero lo que nadie esperaba es que, a pesar de su mansedumbre, se dejó torear, pero en este caso el que adquirió su labor en las rebajas fue el matador. Pero aún queda el último capítulo y llegó en el quinto, de nombre Histérico. El toledano lo recibió en el anillo con el pase cambiado y en el embroque lo desarmó. Lo que ocurrió después es que el toro metió la cabeza con nobleza y sus embestidas tuvieron recorrido y la plaza comenzó a rugir en los primeros muletazos, pero el torero debe llevar en los genes las ventajas y se dedicó a imprimir una pátina de toreo barato a las embestidas de su enemigo, primero metiendo el pico descaradamente en el toreo al natural y a continuación recetarle unas tandas de mantazos con la derecha, que le debieron animar y remató, llamémosle su faena, con unas bernardinas que aún me estoy preguntando a que venían. Pero los tendidos mandan y el presidente se vio en la necesidad, necesidad triunfalista, de obedecer, concediendo un trofeo para que el triunfalismo siga imperando en la fiesta.
©Pepeíllo.
Corrida de toros
“Presidente sin criterio.”
Ganadería
Se lidiaron 6 toros de El Parralejo, procedencia Jandilla y Fuente Ymbro. El segundo y tercero protestados por falta de trapío. El encierro trajo de la dehesa de todo como en botica. Mansedumbre, algo de casta, blandura y también nobleza para que los toreros pudieran lucirse con ortodoxia. El segundo fue devuelto a los corrales y se corrió un sobrero de José Vázquez. Un animal que en cuanto sintió el castigo del picador salió de estampida, supongo que en busca de la dehesa. El primero, el quinto y el sexto, fueron aplaudidos en el arrastre. El segundo y tercero fueron pitados. En una palabra el ganado no defraudó.
Terna:
- Curro Díaz. De sangre de toro y oro. En el primero estocada que valió. Saludos desde el tercio. En el cuarto estocada caída de efecto fulminante. Silencio. Lidió el sexto por cogida de su compañero Ginés Marín. Estocada. Oreja protestada.
- Álvaro Lorenzo: De gris perla y oro. En el segundo, pinchazo, estocada trasera, aviso y descabello. Silencio. En el quinto estocada trasera. Oreja con protestas.
- Ginés Marín: De turquesa y oro. Estocada casi entera, caída. El manso se refugió en tablas y allí recibió el pasaporte. Saludos desde el tercio. A continuación se retiro a la enfermería.
Dos orejas regaló el presidente. Una al toreo vulgar y sin complejos de Álvaro Lorenzo en el quinto y la segunda en el sexto a Curro Díaz, que tampoco la mereció. Aunque hubo petición casi mayoritaria, el presidente debería haber tenido en cuenta su criterio y por supuesto la seriedad de la plaza, ya que las faenas no lo merecieron y los toros estuvieron por encima de los toreros.
Al segundo le costó tomar la decisión de mandarlo a los corrales a pesar de su invalidez.
Cuadrillas y otros.
En tarde de nubes y claros y con temperatura agradable, se celebró el octavo festejo del abono venteño. Durante la lidia de muleta del tercero, Ginés Marín recibió una cornada en el muslo derecho, ocasionándole también una fea voltereta, que aunque despenó a su enemigo, se retiró a la enfermería para no aparecer. Álvaro Lorenzo sustituyó a Emilio de Justo, al estar en fase de recuperación de una cogida en el pasado mes de abril, dejando al descubierto los intereses de los despachos en las sustituciones.
Las cuadrillas estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellas. En el cuarto tuvo que desmonterarse Lipi en el tercio de banderillas. Los picadores aunque algunos castigaron trasero, cumplieron con su labor. En el primero fue aplaudido el picador Juan Francisco Romero.
Comentarios:
Durante la faena de muleta del tercero de la tarde, Ginés Marín sufrió una cogida en el tercero, no obstante el matador pudo despenar a su enemigo, gesto de pundonor que le agradecieron los aficionados. El animal se defendió en la pelea y nunca se entregó. En un momento de la faena el torero sevillano se quedó al descubierto y se lo llevó por delante. Es la cara opuesta de la fiesta.
El linarense, Curro Díaz mató tres toros. En su primero, llamado Majadero, se acopló con templanza con unas verónicas de recibo. En la faena de muleta lo sometió por bajo y el toro perdió las manos. Lo pasó por la derecha y por la izquierda sin descomponer la figura, consiguiendo algunos muletazos templados pero dejando un halo de vacío en su labor, ya que anduvo al hilo del pitón y sin asomar la pierna contraria. En el cuarto, de nombre Molinero, y ante un animal que manseó con descaro, con la pañosa lo sometió por bajo y terminó defendiéndose y soltando la cara en los remates y con una embestida sin recorrido. El sexto se llamaba Tragaperras. Llegó a meter bien la cara en la muleta pero cuando le bajaba la mano su enemigo blandeaba. El matador avisado le dio un respiro a su enemigo y con ello consiguió algunas tandas templadas, pero el torero anduvo remiso al echar la pata p’lante, y eso fue lo que oscureció su labor a pesar de ser premiada con una oreja.
A Álvaro Lorenzo le tocó lidiar un sobrero de José Vázquez, que mostró una respetable arboladura. El juego que dio en el caballo fue de segunda mano. Seguro que el empresario lo adquirió en las rebajas y como tenía romana y cara, se diría, este cuela. Y vaya si coló. El animal no fue castigado en el caballo, pero lo que nadie esperaba es que, a pesar de su mansedumbre, se dejó torear, pero en este caso el que adquirió su labor en las rebajas fue el matador. Pero aún queda el último capítulo y llegó en el quinto, de nombre Histérico. El toledano lo recibió en el anillo con el pase cambiado y en el embroque lo desarmó. Lo que ocurrió después es que el toro metió la cabeza con nobleza y sus embestidas tuvieron recorrido y la plaza comenzó a rugir en los primeros muletazos, pero el torero debe llevar en los genes las ventajas y se dedicó a imprimir una pátina de toreo barato a las embestidas de su enemigo, primero metiendo el pico descaradamente en el toreo al natural y a continuación recetarle unas tandas de mantazos con la derecha, que le debieron animar y remató, llamémosle su faena, con unas bernardinas que aún me estoy preguntando a que venían. Pero los tendidos mandan y el presidente se vio en la necesidad, necesidad triunfalista, de obedecer, concediendo un trofeo para que el triunfalismo siga imperando en la fiesta.
©Pepeíllo.
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