jueves, 4 de julio de 2024

Novillada con picadores 4 de julio de 2024 

Cénate Las Ventas

Asistencia de 9062 personas, según datos de la empresa

Se guardó un minuto de silencio en memoria de Tomás Puente, trabajador del equipo de mantenimiento de Las Ventas

Lo mejor de llegar fue irse... casi a la medianoche

Brindo mi primera crónica taurina a Estucada Demente, gracias por esos momentos de tertulia en la piedra, siempre desde el respeto y la humildad. Porque la Demencia fue, es y será taurina (Gonzalo, María, Pablo y Sergio)

Los novillos de la ganadería López Gibaja, de encaste Núñez-Domeq, estaban bien presentados y armados, pero mansos, descastados, flojos y con falta de movilidad. No se emplearon mucho en el caballo y en el último tercio no dieron juego en la muleta. El cuarto, de nombre Quinceañero, fue el único que aportó un poco más de juego a la corrida. Ningún toro se pidió ser devuelvo a corrales. Todos ellos pesaron más de 500 kilogramos

Álvaro Sánchez (de verde botella y oro): tres pinchazos y descebello// caída

Carlos Domínguez (de catafalco y oro): trasera caída/ trasera y baja

Álvaro de Chinchón (de purísima y oro): desprendida y contraria// baja

Víctor Oliver Rodríguez se encargó de presidir la novillada. Estuvo correcto, pero debió constar en acta que Álvaro de Chinchón no debió de dar la vuelta al ruedo

El poeta José Antonio Labordeta cantaba que a él le gustaría que le recordasen como “un hombre sin más”. La novillada del jueves 4 de julio estuvo diseñada para que los aficionados salieran del tendido con esa sensación en el recuerdo: sin más. Una noche de verano en que la falta de bravura y la falta de afición volvió a primar en la plaza. Destellos de De Chinchón en su primero, segundo de la tarde, que se colocó bien y salió al ruedo con ganas, pero con la muleta no tuvo ni profundidad ni temple. El diestro estuvo firme en su estreno en el coso venteño y tenía hambre de sobresalir por encima de sus compañeros de cartel. El novillo era algo complicado, pero De Chinchón le sacó todo lo que tenía. Estuvo firme en una faena sin profundidad. Petición minoritaria de oreja por lo que el novillero de la localidad madrileña de Chinchón se dio el lujo de darsedarse un paseo por el albero. Pese a la hora, buena entrada de espectadores.

El paseíllo se rompió a las 21.00, pero la fiesta ya comenzó horas antes. Un fuerte aroma a parrillada cubría la estatua del Yiyo, de hecho, un joven se percataba y comentaba a sus amigos “¡Cómo huele a barbacoa!”. Es lamentable que la primera plaza del mundo sea un sitio para cenas antes de la corrida, y después se convierta en una discoteca.

Los otros dos toreros del cártel, Álvaro Sánchez y Carlos Domínguez pasaron desapercibidos y sin hacer mucho ruido con novillos de poco juego. Sánchez, que también se presentaba, estuvo flojo en el primer novillo de la tarde que no quería saber nada del torero. Un manso de manual que no permitió la lidia. Mal estuvo con el acero: tres pinchazos y descabello sin haber clavado la espada. Se mata con la espada y no con el verduguillo. En esa faena sonó el único aviso de la tarde. Pasadas las 21:20 terminó el primer tercio...y aún quedaban dos horas insulsas. Demasiada valentía para un novillero que aún no está para Madrid

El susto de la tarde lo dio en ese novillo el banderillero Juan Carlos Rey. En su primer par se trastabilló delante del animal, pero la cuadrilla estuvo atenta y solventó la situación sin mayores consecuencias.

A Domínguez le costó un poco más la noche. No se adaptó bien a dos novillos mansos, pero dejó detallitos de querer demostrar su toreo.

Ninguno de los tres estuvo bien con la espada. Bajas, caídas y pinchazos, pero viendo que las “figuras” también lo hacen, tampoco vamos a exigirles que la claven en lo alto.

En definitiva, una tarde sosa y plomiza en Las Ventas dentro del marco de un certamen que demuestra que los novilleros aún les queda mucho para aprender.

Me gustaría pensar que el Yiyo, como hizo Labordeta, mandaría a la m***** a los que han convertido la fiesta en un parque temático del consumismo.
 
Guillermo Calvo Sánchez

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