Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo Corrida de toros.
Ganadería
6 toros de la ganadería de El Montecillo, encaste D. Juan Pedro Domecq Díez con ganado de varias procedencias: Antonio Arribas, El Ventorrillo, y Sotillo Gutiérrez. Excepto el cuarto, la corrida estuvo bien presentada. El segundo y el sexto, se vinieron arriba en banderillas, pero el juego ofrecido en el caballo fue decepcionante. El sexto fue aplaudido en el arrastre. El tercero se rompió la mano izquierda durante la faena de muleta.
Terna:
- Juan Bautista. De tabaco y oro. Estocada baja saliéndose de la suerte. Silencio. Estocada cruzándose y descabello. Silencio.
- Alberto Aguilar. De verde esperanza y oro. Bajonazo de escándalo, aviso y descabello. Silencio. Estocada que cae sin puntilla. Silencio. .
- Joselito Adame: De lila y oro. Tres metisacas, estocada baja y descabello. Silencio. Estocada algo trasera recibiendo. Oreja.
Presidente: D. Trinidad López-Pastor Expósito.
Se le criticó al presidente que no devolviera al tercero al romperse la mano izquierda durante la lidia. Las protestas no estaban justificadas ya que el reglamento no ampara estos hechos.
Suerte de varas:
- Escudero I. 589 Kg.. De salida el toro mostró sus condiciones de manso. En la primera entrada al caballo el picador marcó trasero el castigo y el animal salió huyendo al sentir el hierro. En la segunda tuvo el mismo comportamiento. Manso, descastado y blando.
- Coqueto. 526 Kg. En la primera puya el picador le zurro pero en animal empujó sin clase solo con un pitón. En la segunda hizo lo mismo y salió suelto. Manso en el caballo que se dejó torear en la muleta.
- Palomino 533. 515 Kg: En la primera entrada al montado no lo castigaron y el burel no tuvo fijeza. En la segunda entrada el piquero se limitó a marcar el castigo. Manso y blando. No se le vio en la muleta por lastimarse la mano izquierda.
- Espantador I. 518 Kg: Las dos veces que acudió al montado, el piquero no lo castigó y marcó el puyazo trasero. El animal empujó en el peto pero sin fijeza. Mansote y blando.
- Rejonero 563 Kg. .En la primera vara hizo una fea pelea, en la segunda entró al relance y no lo castigó. En la tercera se limitó el piquero a cumplir el expediente pero sin castigarlo. Manso, descastado y con la nobleza del carretón.
- Adobero 579 Kg: En la primera vara lo picó trasero y salió suelto al sentir el hierro. En la segunda entrada hizo una fea pelea, limitándose a defenderse. Manseó en el caballo pero en la muleta fue un toro de dos orejas.
Cuadrillas y otros:
El tercero de la tarde se rompió la mano izquierda durante la lidia y el matador tuvo que abreviar la faena. El público protestó el hecho y reclamó al presidente la devolución del toro. En esta ocasión las protestas fueron infundadas.
Destacó en la lidia del tercero Martín Jarocho, dando los capotazos justos. Con los garapullos estuvieron bien Rafael Vioti en el primero, donde tuvo que jugársela ante un enemigo que le echo la cara arriba. En el tercero se lucieron Tomás López y Pascual Mellinas, cada uno con un par.
En el tercero Joselito Adame quiso recibir a su enemigo a portagayola pero el chulo de toriles no se enteró de las intenciones del matador y abrió el portón antes que el torero se colocara para recibir al toro.
Comentarios:
La tarde iba por unos derroteros poco afortunados, tanto para los espectadores como para los profesionales que se debatían entre los mansos que había aportado en esta ocasión el filósofo ganadero, Paco Medina. Ningún toro destacó en el caballo, se dice pronto, seis bureles, seis mansos de matadero, pero cuando en el tercio de banderillas sufrían una transformación y algunos consiguieron llegar a la muleta ofreciendo el triunfo al matador. Así ocurrió en el sexto, que el toro estuvo por encima del torero, y ese detalle, que pasó desapercibido para el público orejero, no ocurrió lo mismo para el aficionado.
A pesar que el torero mejicano, Joselito Adame, estuvo por debajo de su enemigo, fue el único que vino dispuesto a triunfar, y eso que su primero se rompió una mano durante la faena de muleta y el matador tuvo que despenarlo, ante un público que sintió como propios los sufrimientos del burel. El torero estuvo a de tocar el cielo en el sexto, a mi humilde entender creo que se equivocó durante la lidia, ya que lo recibió con unos estatuarios que no era lo que su enemigo pedía, ya que en el tercio de banderillas puso muy cara su lidia echando la cara arriba. Pero el torero estuvo firme, algo ventajista y acelerado en las series de redondos, y aunque en determinados pasajes de su faena aprovechaba los viajes de su enemigo, fijó las zapatillas en la arena y consiguió ligar algunas series que encandilaron a los espectadores, ya que su enemigo transmitía también ese don que debe transmitir un toro de lidia, sin embargo dejó en los aficionados ese sabor agridulce que dejan los toros de dos orejas.
Juan Bautista también tuvo su oportunidad. El primero de su lote le puso en bandeja realizar el toreo que en otros momentos atesoró, pero en esta tarde los duendes no le permitieron lucirse. Sus dos faenas carecieron de ligazón, estuvo en todo momento al margen de lo que requería el toreo que le exigían sus enemigos. En el primero la desconfianza se apoderó de su muleta y le permitió perder en todo momento el sitio, limitándose a perderle pasos en cada muletazo y aburriendo a la concurrencia. En su segundo se limitó a pasar a su enemigo por la muleta como sise tratara de un funcionario que va a su oficina a que pasen sus horas de trabajo.
Alberto Aguilar en su primero se encontró con un enemigo que le ofreció el triunfo pero el torero madrileño desestimó el ofrecimiento. El torero lo intentó pero no se acopló, a pesar de ligar algunas series estuvo siempre fuera de cacho y usando el pico de la muleta. Al natural mostró una desconfianza impropia de un matador fajado en mil batallas con toros exigentes, pero esta tarde los hados lo abandonaron y solo con ver de la manera que tomaba el estaquillador, era sintomático que no se podía esperar nada del torero. Fue una faena de más a menos. En el quinto y ante un enemigo que señalaba su mansedumbre en cada detalle de la lidia, se lo sacó a los medios y allí llevó a cabo una faena ventajista con muletazos en redondo al hilo del pitón y sin intención de cruzarse en ningún momento. El toro metía la cabeza con nobleza y la única virtud del torero fue que lo mantuvo en los medios, ya que en cuanto le abrió la puerta de su muleta su enemigo se marchó a tablas. Se preguntaría el burel, para que voy a embestir más, si el torero solo tiene recursos para las ventajas. Si fue así, llevaba razón.
©Pepeíllo.
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