Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Corrida de toros
Ganadería:
Los toros anunciados eran de la ganadería de El Vellosino, encaste Juan Pedro Domecq, en la línea de Los Guateles, Antonio arribas, Manuel San Román.
La terna acartelada fue Eugenio de Mora, Juan Bautista y Octavio García, El Payo. Como presidente, estaba anunciado el señor Javier Cano Feijoo.
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La tarde se presentó oscura y con visos de pocas ganas de toros, no obstante los aficionados, algunos incluso de pueblos de la Comunidad de Madrid, no regatearon esfuerzos y se presentaron en Las Ventas a esperar el resultado que nos deparaban las previsiones del tiempo. En esta ocasión no hubo duda, pasadas las cinco de la tarde el tiempo comenzó a marcar las pautas de los acontecimientos. Y lo que vino después fue una tormenta seria y generosa en agua, que no planteó dudas en la opinión de los responsables de la corrida que se iba a celebrar.
Dos amagos de suspensión había recibido ya la feria y en ambos casos le había salvado la campana, la corrida del domingo y la novillada del lunes. Pero en esta ocasión no se libró. Varios detalles hubo para que los más escépticos creyeran que algo rayando lo casi divino podía haber influido en el resultado final del festejo. Uno es que el ganado elegido para sustituir la corrida rechazada del ganadero francés, Robert Marge, fuera del Vellosino, a pesar del mal resultado que dio en la feria de Otoño del pasado año, donde muchos aficionados consideraban una falta de respeto hacia los espectadores. Otro, que iba a ser presidida por Javier Cano Feijoo, un presidente que a criterio de los resultados que ha tenido en las últimas comparecencias en el palco, ha sido nefasto para la fiesta.
Pero los aficionados fueron fieles a su afición se presentaron en la plaza como si de tarde de sol fuera. Hasta conocer el resultado, los espectadores formaron grupos en los interiores de la plaza, y aprovechaban el tiempo muerto para compartir tertulias y debatir con sus puntos de vista, las razones de la suspensión. Sobre las siete y cinco comenzaron a sonar los altavoces de la megafonía de la plaza, por cierto, con un ruido y cortes impropio de la primera plaza del mundo. Todos los corrillos quedaron en silencio a la espera de las noticias que se anunciaban. No hubo sorpresas, los responsables del festejo analizarían la situación del ruedo y en breve darían su veredicto. Así fue, unos minutos después, la megafonía anunciaba que por decisión unánime y enumerando uno por uno los artículos que amparaban esa decisión, la corrida quedaba suspendida, y que a partir de ese momento y hasta el sábado inclusive, la empresa devolvería el precio de las localidades. Este hecho estaba asegurado previamente para todo aquel que quisiera devolver la entrada, ya que la ganadería anunciada inicialmente había sido cambiada.
Las colas en las taquillas comenzaron a crecer para devolver las entradas. Algunos de los asiduos a patear la explanada ofrecían comprar entradas, a bajo precio por supuesto, para todo aquel que no pudiese esperar la larga cola. Todo es negocio en la fiesta. La empresa recibe su indemnización por el seguro de suspensión, los reventas en lugar de vender, en esta ocasión compran para luego entregarlas en taquilla. En fin, en esta vida todo tiene un precio. Las personas que no tenían nada que vender ni compra, tomaron, unos el camino del bar del entorno a compartir con los amigos un trago y de paso olvidar el mal momento de la suspensión, otros tomaron el camino de sus domicilios para aprovechar un ratito más con su familia, la feria es larga. La tarde no invocaba a más alternativas
©Pepeíllo.
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