miércoles, 1 de junio de 2022

Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.

Corrida de la Beneficencia. 2022

“Despertó Morante”

Ganadería

Se lidiaron 6 toros de Alcurrucén, en la línea de Manuel Rincón, Carlos Núñez. Salvo el sexto, mal presentados, cómodos de cara, que hicieron levantar las protestas de los aficionados al dudar de la integridad de las defensas. Mansos en el caballo, sin gota de casta y menos de bravura, nobles y cómodos para la terna. El sexto hizo sudar a Ginés Marín persiguiéndolo por el albero.

Terna:

  • Morante de la Puebla. De grana y oro. En el primero tres pinchazos sin soltar y otro perpendicular, otro hondo y dos descabellos. Algunas protestas. En el cuarto estocada baja y atravesada y dos descabellos. Oreja. El manso y noble animal aplaudido en el arrastre.
  • Julián López, “El Juli”: De rioja y oro. Pinchazo y estocada caída, perpendicular y atravesada, sin olvidar en ambas entradas el “julipié” y dos descabellos. Tres pinchazos y estocada atravesada y descabello. Silencio
  • Ginés Marín: De marino y oro. Estocada trasera y tendida, aviso, y dos descabellos. Aplausos de un generoso público. Estocada perpendicular tras aviso. El animal tardó en caer y los aficionados le recriminaron que alargara el sufrimiento. 2º aviso.. Saludos desde el tercio tras petición minoritaria..
Presidente: D. Eutimio Carracedo Pastor.

Sin problemas en sus funciones.

Cuadrillas y otros:

Corrida de la Beneficencia presidida por el Rey desde el Palco Real acompañado de la Presidenta de la Comunidad de Madrid. El coso venteño registró un lleno. La labor de las cuadrillas fue variada, prevaleciendo la mediocridad. Hubo quienes trataron de ejecutar la suerte de banderillas con pureza y otros casi insultaron a esta bella suerte. En el quinto destacó la lidia de Álvaro Montes.

Los tres toreros brindaron sus primeros toros al Rey de todos los españoles. El quinto lo brindó El Juli al torero Emilio de Justo, presente en un burladero.

Comentarios:

Morante despertó en el último toro que lidió en la feria. De nombre Pelucón, en la línea de la casa, que manseó con descaro saliendo suelto del caballo y de los engaños y cuando nadie lo esperaba, el torero sevillano se puso a torear y el animal a embestir con nobleza. Es lo tienen los toros que son criados y elegidos para las figuras, suelen acudir a los engaños con nobleza para la inspiración de los toreros, pero cuando no se produce, aburren al personal. Morantei interpretó el toreo en redondo y al natural como suele hacerlo cuando aparecen sus sentimientos, y los espectadores casi enloquecen, primero por la sorpresa y después por la lentitud de su toreo. Recuerdo algunos muletazos de muy fina ejecución, y como decían los antiguos, parando el tiempo. Un molinete enroscándose al toro en la cintura, me recordó las imágenes que nos llegaron de Belmonte. No lo he podido evitar, es lo que sentí y así lo expreso. Sin embargo en su primero de nombre Jaranero, un manso de escuela, el de La Puebla del Rio se estiró con el capote y consiguió los primeros olés de la tarde. Pero en la muleta el toro hizo perder el decoro del ganadero. Llegó con poco recorrido, pero el torero tampoco mostró disposición en la faena. Tomó el estoque y dio un recital de incompetencia a la hora de matar.

El Juli no despertó el sentimiento de los aficionados. Su primero de nombre Pianista, salió suelto en las dos entradas al caballo y el picador tuvo la osadía de taparle la salida. Con la muleta volvió a mostrar la rudeza de su toreo, ventajas en la colocación, citando con el pico  y rematando los muletazos para fuera, mezclando la vulgaridad con algo de temple. No olvidemos que es una figura. A la hora de matar no olvidó su característico “Julipie”, como lo definió el añorado Monfil. El quinto llamado Antequerano, se dejó pegar en el caballo pero salió suelto las dos ocasiones que entró al montado. En la faena de muleta acudía al engaño por obligación, mostrando solo mansedumbre y de la buena. En esta faena el torero de Madrid tampoco olvidó las ventajas que atesora como oro en paño en su muleta. D. Julián, el animal no tenía peligro, era un toro bobalicón, como suelen ofrecerles a las figuras, y no debió defraudar a su parroquia. 

Una aclaración algo inoportuna. Hubo un periodista que suele escribir libros, que atacó duramente a una aficionada en un programa en directo  por la mañana en el patio de arrastre y dirigido por David Casas, reprochándole que algunos aficionados, aún no habían descubierto a El Juli. Hay que tener… para atacar de una manera agria a una aficionada. Lo que no dijo el periodista era a quién representaba. 

El tercero de la tarde de nombre Carasucia, feote y protestado por no reunir condiciones para esta plaza, Ginés Marín le recetó tres verónicas templando la acometividad. En el caballo salió suelto en las dos entradas y en la primera se dejó pegar. Con la muleta comenzó sometiéndolo por bajo y lo sacó a los medios, rematando con unos desmayados muy toreros. Continuó con unos derechazos de ajuste, pero el toro se quedaba corto en las embestidas. Después llegaron las “triquichuelas” del toreo moderno, citando con el pico de la muleta y rematando para fuera los muletazos. El animal terminó acudiendo al engaño con la cara alta. El sexto de nombre Javiro, trajó en jaque a la cuadrilla, no por su bravura, por su mansedumbre. Nadie consiguió pararlo, En la muleta paseó al torero por el albero y por fin en toriles el sevillano trató de mostrar que su dignidad estaba por encima de la mansedumbre de su enemigo y logró fijarlo en los terrenos del toro y allí logró hacer entender al público que estuvo por encima de su enemigo. Solo un detalle, a pesar de su mansedumbre en ninguno momento mostró el peligro del manso pregonao, donde el torero tuviera que jugarse la vida.


©Pepeíllo.

No hay comentarios: