sábado, 7 de octubre de 2023

A María por si interés por la fiesta.

 Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo

Feria de Otoño. 4ª de feria. Corrida de toros.

“La emoción brilló con la mansedumbre”

Reseña

Se lidiaron 4 toros de Victoriano del Rio y dos de Cortés, 4º y 5º. De variada presentación, algunos protestados por falta de trapío y algunos sospechosos de pitones. Los que se lidiaron de Cortés la mansedumbre que mostraron fue un aliciente para el espectáculo, ya que los de luces tuvieron que emplearse para dominarla El quinto fue condenado a banderillas negras.

Terna:

Sebastián Castella: De azul purísima y oro. Estocada baja y trasera y aviso tras descabello Silencio En el cuarto dos pinchazos y estocada baja tras aviso. Vuelta al ruedo.

Paco Ureña. De sangre de toro y oro. En el segundo tres pinchazos y estocada caída y atravesada. Silencio. En el quinto pinchazo, aviso, el toro huyó de la muerte, 2º aviso y cuatro descabellos. Vuelta al ruedo.

Ginés Marín. De fucsia y oro. En el tercero estocada desprendida y trasera. Silencio. En el sexto estocada caída y descabello. Silencio.

Presidente: D. Eutimio Carracedo Pastor.

De nuevo el presidente no estuvo riguroso. Mostró poca afición y un desconocimiento del reglamento al no condenar al cuarto a banderillas negras y cambiar el tercio en el quinto con tres palos. Pero…

Cuadrillas y otros.

Tarde de calor y casi lleno los tendidos, 20.575 espectadores según la empresa. En sombra hubo algunas zonas donde brilló el cemento. Rafael Vioti y José Chacón, ambos durante la lidia del cuarto brillaron a gran altura. Vioti tuvo que desmonterarse en el tercio de banderillas y José Chacón debió de hacer lo mismo. Su lidia permitió a su torero, Castella, encontrarse con un enemigo que le brindó la oportunidad de un triunfo sonado. En el sexto brilló el picador Ignacio Rodríguez en la segunda vara. Marcó arriba el castigo y el animal se entregó con fijeza y el jinete midió y templó la acometida del burel. Fue una pelea larga y emotiva. Suerte de las hacen afición.

Comentarios:

Es muy complicado describir la emoción pero la tarde ofreció dos caras bien distintas, la primera hasta el cuarto de la tarde, donde los aficionados protestaron la mala presentación y el juego que dieron los toros de Guadalix de la Sierra. Pero salió al ruedo el cuarto de nombre Devoto y que regó el albero venteño de mansedumbre y a punto de enviar al ganadero a los infiernos. El público desconocedor de las reglas elementales, se entregó solicitando su devolución al palco. Pero en el ruedo estaban vestidos de luces, Rafael Vioti y José Chacón, que poco a poco fueron mostrando a su enemigo la razón de su existencia en esta plaza, dejándole a Sebastián Castella el camino despejado del triunfo. Pero su matador a pesar de conseguir tandas de redondos aseadas no estuvo a la altura de su enemigo, incluyendo el fallo a espadas. Fue una pena amigo Castella, pero estas ocasiones, con un público entregado, hay que olvidarse del escalafón y romperse a torear con la verdad por delante. En su primero lo único que enseño fue lo negativo de las ventajas que han impuesto por sistema.

Y cuando los aficionados no se habían recuperado de las emociones que dejó en sus corazones la mansedumbre encastada del cuarto toro, apareció en el ruedo Andaluz. Un manso de libro que aliño de nuevo la tarde con su mansedumbre, huyendo de los capotes durante diez minutos y un tanto igual de los montados que esperaban, vara en mano por si el burel decidía parase y tomarse un respiro en las continuas huidas. El presidente se digno a sacar el pañuelo rojo. Y las banderillas negras volaban por el ruedo, debido a la acometividad del astado y la dignidad de los toreros de plata. Otro fallo garrafal del presidente fue que cambió el tercio con tres palitroques. Mal D. Eutimio. Pero esto se olvidó pronto para su suerte al aparecer Ureña con la pañosa en la mano. Todos dábamos por concluido el espectáculo que estaba dando el pupilo de ganadero, pero el murciano entendió que era la oportunidad de mostrar que lo suyo era un cúmulo de mala suerte y se fajó con el manso hasta derrotarlo, como se derrota a este tipo de toros, con valentía y dignidad torera, encogiendo los corazones de los presentes en cada muletazo, mostrando todo lo que se puede ofrecer en una situación como esta. Lo macheteó y lo sacó a los medios y en estos terrenos le sacó a su enemigo lo que no estaba dispuesto a dar, y con esta entrega estuvo hasta que entró a matar después de un pinchazo. Nadie supo si fue recibiendo, al encuentro, o el toro se arrancó de improviso, el torero saco el brazo y le recetó una estocada. El animal salió huyendo en busca de la vida, pero con la muerte metida en sus entrañas, era lo que había buscado y se encontró con un matador que trató de dignificar su muerte jugándose él su vida. El acero le privó de un sonado triunfo pero no el reconocimiento de su valía como torero.

Con el sexto recobramos la vulgaridad de manos del voluntarioso Ginés Marín, que en esta ocasión no brilló la estrella que le encumbró al lugar que ocupa en la actualidad. A curarse torero y si no se está en plenas condiciones físicas, mejor es descansar.

©Pepeíllo.

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