Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
FERIA DE SAN ISIDRO 2024. Corrida de toros.23ª de feria.
“La lluvia aminoró el sopor, pero los Albaserradas..."
Ganadería
Se lidiaron 6 toros de Adolfo Martín, tercer encierro del encaste Albaserrada. Soporífico encierro. Mal presentado, sin gota de casta, mansa blanda. A partir del cuarto comenzó a llover y la faena de Ferrera subió de tono, pero sin llegar a calar en los aficionados. El primero y segundo fueron pitados en el arrastre.
Terna:
- Antonio Ferrera De blanco y oro. Pinchazo y estocada. Silencio. En el cuarto dos pinchazos y estocada delantera y descabello tras aviso. Aplausos.
- Manuel Escribano. De malva y oro. Estocada perdiendo la muleta. Aplausos. En el quinto estocada trasera. Vuelta al ruedo tras petición. .
- José Garrido. De verde manzana y azabache. Estocada y tres descabellos. Silencio. En el sexto estocada trasera y tendida. Silencio.
No cayó en el triunfalismo de conceder un trofeo a Escribano en el quinto.
Suerte de varas:
- Pecador N. 73. 568 Kg. Cárdeno bragado meano. En la primera vara acudió suelto al caballo y al salir perdió las manos. En la segunda un manso de carreta.
- Baratillo I N. 28. 547 Kg. Cárdeno oscuro. Después de colocarlo en suerte, el castigo cayó bajó, le tapó la salida y salió suelto. En la segunda se defendió y salió suelto.
- Sombrerillo. N. 34. 536 kg. Cárdeno. Se defendió en la primera vara, en la segunda lo castigó y se dejó pegar. Ferrera sacó al toro del caballo.
- Malagueño. N. 93. 548 Kg. Cárdeno oscuro bragado meano. En la primera vara se dejó pegar y en la segunda se limitó a sujetarlo.
- Aviador. N. 80 565 Kg. Cárdeno bragado meano corrido axiblanco. Las dos veces que acudió al montado se dejó pegar sin emplearse.
- Tostadito. N. 41. 602. kg. Cárdeno claro. El piquero colocó la puya caída y se dejó pegar, en la segunda fue castigado trasero.
Tarde de bochorno y en cuarto toro rompió a llover. Los tendidos quedaron vacios y las gradas y andanadas llenas. El coso registró un aforo de 21.168 espectadores, según la empresa. .
Comentarios:
Tarde de sopor atmosférico y de toros. Que desastre de ganado y los toreros tampoco estuvieron finos. Los Albaserradas de Adolfo Martín, que finalizaron el ciclo de tres corridas seguidas de este encaste, no hicieron afición. Primero las tertulias y después la lluvia sobrellevaron a digerir el trago que supuso aguantar dos horas de mansedumbre, una falta total de casta y la fuerza justa que mostraron los toros. Parecía que Ferrera después de pasar al primero por la muleta, un mulo de carreta, en el cuarto iba a levantar la tarde, pero ni la voluntad que puso el ibicenco pudo con el sopor que se había instalado en el ánimo de los espectadores. Lo que se formó fue un desconcierto con la lluvia que posiblemente en otras condiciones se hubiera apreciado en otra medida la voluntad que Ferrera trató de imprimir en el toreo al natural. Tuvo incluso el detalle de ponerse pesado.
Manuel Escribano quiso lucirse con los palos en su lote después de recibirlo en los medios a la salida del portón de los sustos, pero, torero, para lucirse hay ganarle la cara a los toros, no clavar a cabeza pasada, pero bueno como los aficionados ocasionales lo único que le interesa es la espectacularidad de las carreras, el embroque para ellos tiene menos importancia. En su primero lo sacó a los medios, intentó llevarlo tapadito en el trapo, pero el animal no quería pelear ni por el derecho ni al natural, así que el matador después de enterarse de las cualidades de su enemigo, decidió tomar el acero. En el quinto y con la muleta en la mano lo recibió desde los medios con el pase cambiado. Con la lluvia presente y en los tendidos un ramillete de valientes, el torero sufrió un revolcón que no le impidió continuar en la lidia, ofreciendo muletazos sin rematar y un sector del público jaleando su labor. A pesar que el toro se quedaba corto, el torero aprovechó la situación y a punto estuvo de convencer al presidente para que le concediera un trofeo.
José Garrido trató de lucirse en el tercero con el capote y aunque no llegó a estirarse, estuvo muy aseado. Brindó la faena al respetable, pero su enemigo llegó a la muleta con muchas dificultades y sin llegar a tragarse ni un muletazo, más que embestir topaba en la pañosa, así que el torero mostró mucha desconfianza y decidió despenar a su enemigo. En el sexto intentó el lucimiento con el capote y las verónicas las remató con una vistosa media. En el último tercio, toro y torero, trataron de ligar una faena que llegó a los tendidos pero no consiguió arrancar los olés. El torero impuso una velocidad a la muleta como si tuviera prisa en rematar la faena, después de tantos avisos dados en la feria estaría preocupado. El animal iba y venía con docilidad y al torero le faltó colocación y jugársela pero toreando, no dando pases acompañando la embestida de su enemigo. En el toreo al natural estuvo algo más ajustado pero sin llegar a los tendidos, perdón a las gradas y andanadas. Nadie podrá decir que la lluvia deslució el festejo, casi fue lo contrario. Así que la feria de los “Albaserradas” finalizó con más pena que gloria.
Manuel Escribano quiso lucirse con los palos en su lote después de recibirlo en los medios a la salida del portón de los sustos, pero, torero, para lucirse hay ganarle la cara a los toros, no clavar a cabeza pasada, pero bueno como los aficionados ocasionales lo único que le interesa es la espectacularidad de las carreras, el embroque para ellos tiene menos importancia. En su primero lo sacó a los medios, intentó llevarlo tapadito en el trapo, pero el animal no quería pelear ni por el derecho ni al natural, así que el matador después de enterarse de las cualidades de su enemigo, decidió tomar el acero. En el quinto y con la muleta en la mano lo recibió desde los medios con el pase cambiado. Con la lluvia presente y en los tendidos un ramillete de valientes, el torero sufrió un revolcón que no le impidió continuar en la lidia, ofreciendo muletazos sin rematar y un sector del público jaleando su labor. A pesar que el toro se quedaba corto, el torero aprovechó la situación y a punto estuvo de convencer al presidente para que le concediera un trofeo.
José Garrido trató de lucirse en el tercero con el capote y aunque no llegó a estirarse, estuvo muy aseado. Brindó la faena al respetable, pero su enemigo llegó a la muleta con muchas dificultades y sin llegar a tragarse ni un muletazo, más que embestir topaba en la pañosa, así que el torero mostró mucha desconfianza y decidió despenar a su enemigo. En el sexto intentó el lucimiento con el capote y las verónicas las remató con una vistosa media. En el último tercio, toro y torero, trataron de ligar una faena que llegó a los tendidos pero no consiguió arrancar los olés. El torero impuso una velocidad a la muleta como si tuviera prisa en rematar la faena, después de tantos avisos dados en la feria estaría preocupado. El animal iba y venía con docilidad y al torero le faltó colocación y jugársela pero toreando, no dando pases acompañando la embestida de su enemigo. En el toreo al natural estuvo algo más ajustado pero sin llegar a los tendidos, perdón a las gradas y andanadas. Nadie podrá decir que la lluvia deslució el festejo, casi fue lo contrario. Así que la feria de los “Albaserradas” finalizó con más pena que gloria.
©Pepeíllo.
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