lunes, 22 de mayo de 2017

22 de mayo de 2017: El público ilustrado


Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo Corrida de novillos

Ganadería

El Montecillo. Procedencia, Juan Pedro Domecq y Díez y Juan Pedro Domecq Solís. Bien presentada, aunque a la mayoría de los ejemplares les faltó cara. El cuarto y el quinto se dejaron pegar en el caballo, librándose de la mansedumbre y descastamiento que mostraron sus hermanos de camada. El segundo, cuarto y quinto se dejaron torear

Terna:
  • Jesús E. Colombo: De Rioja y oro. Pinchazo y estocada trasera. Saludos correspondiendo a unos aplausos generosos. Estocada trasera y contraria, aviso. Vuelta al ruedo discutida. 
  • Pablo Aguado: De verde botella y oro. Bajonazo de escándalo y estocada delantera. Aviso. Silencio. Estocada caída que vale. Aplausos.
  • Rafael Serna: De fucsia y oro. Estocada caída y atravesada, saliéndose de la suerte. Estocada baja, y atravesada. Silencio 

Presidente: D. Javier Cano Seijo.

En esta ocasión no nos duelen prendas en alabar la labor del presidente. En el cuarto no cayó en el triunfalismo mostrado por un público muy generoso a la vez que asaz ignorante, al solicitar la oreja del novillo, tratando de premiar una faena sin gota de enjundia. 

Suerte de varas

  1. Zapateador. 505 Kg. Negro. El novillo mostró mansedumbre las tres veces que acudió al caballo. La primera al relance saliendo suelto, la segunda de la misma manera y la tercera fue un simulacro donde recibió muchos capotazos para colocarlo en suerte. Manso y descastado.
  2. Sillero. 473 Kg. Castaño claro bocidorado. En la primera vara manseó aunque el piquero le pegó de lo lindo, y en la segunda acudió al relance y salió suelto de la pelea. Manso en el caballo que respondió en la muleta. 
  3. Zapateadoro. 518 Kg. Negro salpicado. Se defendió en el caballo, se dejó pegar y salió suelto. En la segunda entrada continuó mostrando signos de mansedumbre. Manso, descastado que no transmitió nada en la muleta.
  4. Ratonero. 482 Kg. Negro salpicado, bragado, meano, girón axiblanco. Fue el único novillo que empujó en el caballo, con el agravante que fue muy mal picado. El torero no lo aprovechó en la muleta. 
  5. Ilustrador. 515 Kg. Negro salpicado. En la primera entrada marró el piquero y no el animal no fue castigado. En la segunda vara mostró fijeza pero el piquero no lo castigó. En la faena de muleta acudió al engaño con nobleza, el torero no lo entendió.
  6. Mensajero. 511 Kg. Negro salpicado. En la primera vara se dejó pegar y en la segunda salió suelto. Manso y descastado. 

Cuadrillas y otros: 

En tarde soleada y con algo más de tres cuartos de entrada se celebró la primera novillada de la feria, donde hizo su presentación el torero venezolano, Jesús E. Colombo. Ante la vulgaridad en la colocación de los rehiletes, destacó, Antonio Ronquillo en un par al tercero y Miguel Ángel Gómez en otro par al quinto. 

Comentarios:

En todos los espectáculos de la sociedad, acude público entendido y otro no tanto. En las plazas de toros se da la circunstancia que tiene el derecho de mostrar su opinión de manera democrática, influyendo en el resultado de los festejos. Ayer ocurrió lo que viene siendo habitual en esta plaza. Un público, supuestamente ilustrado, que quiso premiar a un torero que no mostró en ningún momento de su labor méritos para tal premio. Este público, minoritario, que solicitó el trofeo para el torero venezolano, mostró posteriormente un desconocimiento de las normas que marcan las corridas. En estos espectáculos hay un tiempo para premiar a cada participante, desde el toro al presidente de la corrida. Ayer se mezclaron todos al unísono, en un batiburrillo de opiniones que al final nadie conocía su destinatario, ni incluso los protagonistas de tal desaguisado musical. Pero el presidente en esta ocasión aguantó el chaparrón de los festivaleros espectadores manteniendo la negativa de conceder un trofeo a Jesús E. Colombo Cierto que estuvo bullicioso con las banderillas, pero con la muleta no se acopló en ningún momento a su enemigo faltándoles a sus muletazos la belleza del remate, que es lo que hace bello este juego del hombre con el animal.

En su primero El torero se equivocó en el uso del tiempo de la lidia. Comenzó a dar tandas sin contenido torero, pensando que el novillo tenía 200 muletazos, pero no fue así, después de dos tandas, vulgares, donde el animal acudió con son, se fue apagando y el torero se quedo sin la luz que alumbrara sus intenciones de continuar toreando dando pases, buscando lo que había perdido antes. Ese no es el camino, torero. 

El primero de Pablo Aguado le sacó los colores al matador, una pena, pero así fue. Al principio de faena se dobló con su enemigo y el novillo se desplazaba bien por ambos pitones, pero cuando se puso a torear todo lo hizo al revés, tanto en el toreo en redondo como al natural, se colocó al hilo del pitón y metiendo descaradamente el pico, En una palabra, un toreo vulgar. El novillo que iba de largo lo aburrió pegando trapazos. En su segundo y ante un enemigo que metió la cabeza de lujo, consiguió un muletazo llevando a su enemigo empapado en la muleta, todo lo demás, estuvo afeado por los enganchones y por los desarmes, con el agravante que cuando intentó el toreo al natural la nobleza del burel lo desbordó. Otra vez sera, matador, pero hay que mentalizarse que cuando un torero se viste de luces es para torear, no para pegar pases, eso está destinado a las figuras, que encima cobran por ello.

Rafael Serna no anduvo muy lejos de sus compañeros en cuanto a la calidad que imprimió a su toreo. Lo malo de algunos jóvenes que aspiran a ser matadores, es que cuando practican un toreo vulgar, como siempre hay espectadores que aplauden hasta cuando pasa un avión por la plaza, deben creerse que están inventando el toreo, y cuando rematan las tandas de muletazos, salen de la cara del toro con un aire de altanería que sorprenden hasta a sus enemigos. El torero que hace lo que sabe, nadie puede exigirle más en su labor. Pero si hasta el propio matador no sabe lo que está haciendo, eso sí es preocupante, sobre todo para su carrera. Tanto al natural como en redondos no estuvo afortunado, y no consiguió sacar al público de su letargo. En el sexto se encontró con un novillo que comenzó midiendo cuando acudía a la muleta. El matador intentó hacer el toreo moderno, sin caer en la cuenta que lo que el manso y descastado animal le pedía era una lidia para prepararlo para entrar a matar. El coleta terminó desbordado sin que nadie le indicara desde el callejón lo que tenía que hacer.



©Pepeíllo.

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