miércoles, 6 de junio de 2012

5 de Junio 2012: Puerta Grande


FERIA DE LA CULTURA

Corrida de toros. En la 1ª de feria se han lidiado toros de Valdefresno, encaste, Atanasio.
Terna:
  • Curro Díaz: De blanco y oro. Pinchazo sin soltar y bajonazo descarado. División de opiniones. Estocada desprendida y atravesada. Silencio.
  • César Jiménez: De blanco y oro. Pinchazo saliéndose de la suerte, bajonazo y descabello. Silencio. Pinchazo hondo, tendido y atravesado. 
  • David Mora: De verde esmeralda y oro. Estocada trasera y arriba. Oreja. Estocada baja y trasera tirándose encina del toro. Aviso. Oreja protestada Sale por La Puerta Grande.
Presidente: D. Julio Martínez Moreno. No debió conceder la segunda oreja ya que no hubo petición mayoritaria, y además permitía salir al torero por La Puerta Grande, sin haber méritos suficientes para ello.

Suerte de varas: No hubo nada destacable en esta suerte, salvo que los picadores cumplieron con la misión que suele ser habitual: picar trasero, tapar la salida a los toros. Salvó David Mora en su primero, que puso al toro en suerte con graciosos toques de torería, en los demás no existió. Se limitaron a capotearlos con poca fortuna y los piqueros a salir del trance, destacando en el primero Curro Díaz que no se entendió con su picador y mientras el ponía al toro en suerte el piquero cambiaba de terrenos al caballo. Ningún toro destacó en el caballo, algunos se dejaron pegar, como el primero y el tercero. Otros mansearon, y al primero le zurraron la badana sin medida. Algo buscan estos profesionales del caballo. ¿Será que desaparezca esta suerte? No creo que tarden mucho en conseguirlo. La duda es: ¿Seguirán cobrando?

Cuadrillas y otros: El primero de la tarde arrolló al torero de plata, Manolo Montoliú, pero el torero no se arrugó e intentó colocar dos pares, dejándose ver, pero la suerte no lo acompaño. Los toreros siguen en la línea de no parar a los toros de salida, se desconocen las causas, si es por desconocimiento o porque nadie le da importancia a este hecho


Ayer David Mora abrió La Puerta Grande, y a criterio de muchos aficionados, injustamente. Como consecuencia volvió a aparecer el dilema existente entre los aficionados y los taurinos sobre la normativa de obtener dicho privilegio cortando una oreja de cada toro. El aficionado defiende que debería cambiarse, poniendo como condición, que se corten dos orejas en un toro, pero al taurinismo reinante no le interesa esta propuesta ya que sería desmontar una de las muchas maneras de triunfar de sus toreros, de una forma fácil y sin casi esfuerzo, que unido a que la afición ya no es lo que era, si el público orejero tampoco lo es, pues lo tienen muy fácil. Encima cuentan con el consentimiento de la autoridad. Los intereses son opuestos, los aficionados defienden que nadie intente aprovecharse de la fiesta con la vulgaridad por delante, pero los taurinos, que son los que mandan, defienden lo contrario. Ellos tienen acceso directo con los políticos y autoridades, y el aficionado, no. Ellos pueden manejar los hilos de este entramado taurino a su antojo y semejanza, el aficionado, no El aficionado solo tiene derecho a protestar después de haber pagado la entrada a la plaza, los taurinos solo tienen que convencer a las autoridades regalándoles pases en el callejón. Así, poco a poco, están convirtiendo esta plaza, la que defienden cuando les interesa, como la mejor del mundo, en una de las muchas en que sus toreros cortan las orejas sin prácticamente torear, solo se limitan a convencer a los nuevos aficionados de sol, que son los que defienden el toreo vulgar con el medio toro y encima sin casta, borrego y seleccionado para que no haya sorpresas de última hora.

De todo lo expuesto, ayer se benefició David Mora, respetado por los aficionados de Madrid, aunque este año diste mucho de ser el torero de la temporada anterior, donde se colocaba en su sitio y toreaba, llenando de ilusión los tendidos de esta plaza, a la vez que diferenciaba, al torero del pegapases. Ayer vino lleno de voluntad, y eso no sobra, pero, salir por La Puerta Grande, por el regalo que el público orejero tuvo a bien ofrecer al torero en el sexto toro, en connivencia con el presidente ya que no se produjo mayoría en la petición, es un hecho que va en detrimento de la fiesta. El toro fue un manso de libro, que lo tuvo paseando por todo el albero, pase aquí, pase allí. El torero demostró una total disposición a hacer las cosas bien, pero, nada más. Una vuelta al ruedo hubiera sido suficiente, pero este público generoso tiene que justificar su asistencia a la fiesta regalando trofeos sin caer en la cuenta de que son los principales avalistas de esos taurinos que se mueven en la sombra, y a veces ni eso, que tratan de cualquier manera de llevar a esta fiesta al borde del precipicio. Allá ellos.

El único torero que sacó de su muleta el toreo, fue Curro Díaz en su primero, donde ofreció a los espectadores unas series de redondos bajando la mano y rematando en la cadera sin descomponer la figura, eso sí, aliviándose al no cargar la suerte. Al echarse la muleta a la izquierda el toro le protestó por ese pitón por el cual tenía muy poco recorrido. Sin embargo el cuarto de la tarde no le dio esa oportunidad por ninguno de los dos pitones. Fue un animal sin acometividad, posiblemente motivado por la mala lidia que su cuadrilla ofreció al burel que para eso le pagan ¿O no?

César Jiménez pasó inadvertido si no hubiera sido por las protestas que los aficionados le dedicaron al intentar hacer ese toreo vulgar y sin fundamento que llevan sembrando las figuras por todas las plazas de España. Si nos damos cuenta está todo ligado. Los toreros cuando actúan por esas plazas sacan a relucir las ventajas que les han enseñado y ellos han impuesto como norma en su toreo, con el que triunfan ya que nadie le exige otra cosa, Como consecuencia, César Jiménez intentó hacer lo mismo, lo que ocurre es que hay toreros que nacen con estrellas y otros, ya se sabe...

domingo, 3 de junio de 2012

2 de Junio 2012: Mal camino, ganadero



Corrida de toros. En la 24ª y última de feria se han lidiado toros de Adolfo Martín. Encaste Albaserrada.

Terna:
  • José Luis Moreno: De tabaco y oro. Pinchazo saliéndose de la suerte, estocada habilidosa y descabello. Silencio benevolente. Estocada casi entera tirándose fuera de la suerte. silencio
  • Juan Bautista: De verde y oro. Estocada casi entera. División de opiniones cuando saluda. Estocada casi entera, atravesada, saliéndose de la suerte. Silencio
  • Iván Fandiño: De salmón y oro. 4 pinchazos, metisaca con sartenazo incluido y descabello. 2 avisos. Aplausos. Pinchazo y estocada baja. Silencio.
Presidente
D. Manuel Muñoz Infante no estuvo acertado en la decisión de mantener en el ruedo al quinto de la tarde, fue muy poco exigente en su faceta de aficionado, pero si lo estuvo cuando le llamó la atención al torero Juan Bautista al no pedirle permiso antes de comenzar la faena de muleta. Sr. Presidente, hay que ser coherente en las decisiones, aunque a la empresa le cueste dinero enviar un toro a los corrales. ¿o no?

Suerte de varas
El aficionado esperaba mucho los “albaserradas” en su juego en el caballo, pero fueron pasando los toros por el redondel y no hubo nada digno de destacar que no se hubiera visto con anterioridad en cualquier corrida comercial que han pasado por la feria, me refiero a no poner el toro en suerte, picar trasero y taparle la salida a los toros y el agravante de zurrarles la badana como lo hicieron en algunos ejemplares. Solo Juan Bautista se adornó en su primero poniéndolo en suerte, después entró en la monotonía reinante de la feria, hasta que Fandiño en el sexto lo puso en suerte de largo y el toro no quiso sacar la casta que posiblemente el ganadero creía que tendría.

Cuadrillas y otros
Destacar dos pares de Julio Robles al segundo de la tarde. El torero cuadró en la cara del toro gustándose en la suerte, pero los palos cayeron bajos. Una pena torero. Después abundó la mediocridad, saliendo los toreros de plata de la cara a una velocidad de vértigo, cuando los pobres animalitos solo llevaban de peligro el nombre de la ganadería.


La ganadería de Adolfo Martin, procedencia Albaserrada, defraudó a los aficionados. Se dejaron en la dehesa, la casta, la agresividad, el poder, que les ha caracterizado siempre y hasta el tipo, y sin embargo se trajeron la mansedumbre y la blandura, y con esos elementos no pudieron sacar a relucir lo que caracteriza a muchos de estos animales: el manso encastado, que suele llevar la emoción a los tendidos. La corrida estuvo igualmente mal presentada: ante toros serios por delante y en el tipo de la ganadería, se corrieron otros que no tenían nada en común con sus hermanos de camada y solo les caracterizaba algunos detalles que declaraban su procedencia saltillo.

Entre los toreros también hubo de todo. Salió Juan Bautista con muestras de querer comerse el mundo, y en su primero, segundo de la tarde estuvo muy voluntarioso y tratando de agradar. Se le vio más dispuesto que en otras ocasiones y levantó los primeros olés de la tarde al poner el toro en suerte con mucha alegría, aderezado de torería. Qué lástima que el toro blandeara y no diera la talla ante las exigencias de su matador y de Iván Fandiño, que rivalizaron en quites, pero el animal no quiso colaborar. La nota negativa la puso José Luis Moreno, que demostró en sus dos enemigos una falta de interés por intentar estar, por encima de sus enemigos, aunque estos tampoco estuvieron muy lejos del torero en cuanto a su comportamiento.

El primero del torero cordobés, un toro engatillado y en tipo de la ganadería, derribó al piquero e hizo presagiar que la tarde sería eminentemente torista, pero a continuación se marchó a toriles, declarando su condición de manso. No obstante el piquero le zurró la badana y la cuadrilla se encargó de facilitar el camino a su maestro, enseñándole al toro lo que no debía aprender nunca. El torero cuando tomó la muleta también demostró su condición de desconfianza ante un toro apagado y que no mostró ninguna posibilidad de acudir a la muleta con claridad. Su segundo tampoco se lo puso fácil al torero cordobés, al inicio de su última andadura intentó buscar la salida, pero debió encontrar la barrera muy alta. Qué pena debe sentir un ganadero ante un resultado como este, criar un toro durante cuatro años a cuerpo de rey y que muestre su agradecimiento de esta manera. No quedó ahí, aparte de su condición de manso, mostró blandura, además el piquero le mechó el lomo. No se podía pedir más, así que cuando el torero recibió el regalo que le dejaron, el toro no se podía mover de los cuartos traseros, limitándose a despacharlo con brevedad.

El primer enemigo de Juan Bautista metía la cabeza con claridad por ambos pitones y el torero francés se estiró con el capote, pero no cargó la suerte en ningún momento. El toro con el caballo comenzó a blandear y cuando llegó a la muleta se mostró sosote y el torero citaba sin estar colocado en su sitio y encima descomponiendo la figura. Sólo se le anotaron algunos detalles como un pase de pecho al hombro contrario. Poca pesca para tanta caña. Su segundo fue un animal que no se empleó en el caballo ni mostró acometividad en ningún momento de la lidia, y lo más triste para el aficionado fue que se echó al tercer muletazo. ¿Con este resultado, como van a exigirles a las figuras que vengan con este tipo de ganaderías? Por lo que se vio ayer, y en otros años, dio la sensación que Adolfo Martín se ha metido en un jardín que nunca debería haber entrando. Esperemos que salga pronto de él, por el bien de la fiesta y de los aficionados, ya que el siguiente paso creemos conocer cuál es, ¿su nombre? Domecq. Por muy malos que salgan sus toros, siempre habrá tiempo para rectificar, aficionados para verlos y Fandiños para torearlos, luego, por ese camino, nunca, ganadero.

Fandiño por su parte y ante su primer enemigo, un toro serio por delante, cornipaso y algo destartalado, no lo dejó ver en el caballo, pero el burel tampoco fue picado ni se empleó, pero llegó la muleta con el tranco suficiente para que el torero de Orduña pudiera citar desde los medios y el toro acudir con alegría. Dio varias series de redondos con el temple como testigo, dándole distancia y dejando ver a su enemigo, y por poner algún pero, con la suerte descargadilla. Pero justo en ese momento se le presentó un inconveniente, a veces más peligroso que el toro: el viento, y desconocemos si fue este el motivo, pero no utilizó la mano izquierda. Él sabrá por qué. Después llegó el sainete con la espada y con ella perdió todo lo que tenía ganado, pero, Fandiño es Fandiño y lo que había hecho nadie se lo podía quitar, ni tan siquiera, que casi le echarán el toro al corral, que a punto estuvo. En su segundo, un toro fuera de tipo y que salió al ruedo con el crotal en la oreja, intentó lucirlo en el caballo, pero el animal, un desagradecido, tardeó en acudir en la segunda vara y eso enfrió al personal. En el último tercio, al toro no le gustó mucho la muleta y el torero lo intentó, pero, el animal no acudía al engaño, así que el maestro decidió despenarlo de un pinchazo y una estocada, eso sí, baja.

©Pepeíllo.

sábado, 2 de junio de 2012

1 de Junio 2012: Ocasiones perdidas


Corrida de toros. En la 23ª de feria se han lidiado toros de Hros. De D. Celestino Cuadri. Tres cuartos de entrada.
Terna
  • Rafael Rubio, Rafaelillo: De grosella y oro. 2 pinchazos, estocada perpendicular y baja, aviso y descabello. Tímidos pitos. 4 pinchazos y descabello. Bronca. Estocada baja. Silencio.
  • Javier Castaño: De turquesa y oro. 3 pinchazos, estocada atravesada y trasera y descabello. Silencio.
  • Luis Bolívar: De verde y oro. Pinchazo en los bajos y estocada desprendida. Tímidos pitos. Media caída que termina dramáticamente con el toro. Bronca.
Presidente:
D. Trinidad López Pastor. La tarde transcurrió con normalidad y el Presidente no tuvo que tomar ninguna decisión que tuviera que ser criticada por el público.


Suerte de varas:
No destacó ningún toro en este tercio, tampoco los toreros, excepto Javier Castaño en su primero, mostraron interés dejándolos ver en el caballo. Excepto el cuarto que empujo con fijeza, en líneas generales el juego fue variado: se dejaron pegar y algunos mansearon intentando quitarse el hierro, como el segundo. Otros blandearon, como el tercero y sexto.

Cuadrillas y otros:
Javier Castaño sufrió una voltereta en su primero en un descuido del torero, segundo de la tarde, que no le impidió matar a su enemigo pero tuvo que retirarse a la enfermería al caer el tercero, para no volver al ruedo. Esto modificó el orden de la lidia. Rafaelillo mató el quinto, de Javier Castaño, en sexto lugar y Luis Bolívar mató el sexto en quinto lugar. El tercero y el quinto fueron aplaudidos en el arrastre. Destacó en banderillas David Adalid y el picador Ismael Alcón en el tercero, donde llamó la atención del toro de una manera peculiar, picando arriba en la segunda entrada al caballo aunque algo baja.


Decía un aficionado vecino a mi localidad: los cuartos se los llevan las figuras, y los toros duros, los modestos. Pero así ha sido siempre desde que alguien inventó las ventajas en el mundo del toro, lo que ocurre es que nadie imaginaba que degeneraría en lo que ha degenerado. Y hay quien apuesta que aún no hemos tocado fondo, ya que la ambición de las personas, en especial los que mueven los hilos de este negocio, son insaciables, y si para ello ha sido necesario corromperse, pues se han corrompido, y tan frescos, eso sí, con el permiso de la autoridad competente. Los toreros de ayer no estuvieron bien, y me cuesta tener que hablar así de estos gladiadores que se tienen que jugar la vida con este tipo de corridas, de las denominadas duras, que no permiten un atisbo de relajación, como le pasó a Javier Castaño, que volvió la cara un segundo para indicarle a un miembro de su cuadrilla donde tenía que colocarse, y el toro hizo por él y lo arrolló. El revolcón le afectó al cuello, y aunque mató a su enemigo, en un acto de responsabilidad. Nada más caer el tercer toro, se marchó a la enfermería y según las noticias que se vertieron en la plaza, lo ingresaron en un hospital. Esperemos que este hecho sea como medida de seguridad y que el torero se recupere lo antes posible, la fiesta lo necesita, porque aunque crean que ya no hay toreros que defiendan la suerte de varas, este, sí, y hoy, más que nunca, son necesarios toreros con esta mentalidad, dispuestos a hablar en el ruedo con toros y disponer de la valentía de intentar hacer las cosas bien.

Los intereses de los toreros se deben defender en el ruedo y toreando toros, no desde un colectivo de figuras, que solo saben llenar los ruedos de vulgaridad cuando torean y muchos de ellos aún no saben lo que es un toro encastado, eso sí, a la hora de exigir, exigen hasta derechos de imagen, sin caer en la cuenta la imagen que están dando de la fiesta. Ellos son los que tenían que cambiar su deteriorada imagen que el aficionado tiene de ellos, toreando corridas de este tipo, porque son precisamente quienes han llevado a la fiesta al lugar donde se encuentra, y no obligar a estos ganaderos a que tengan que vender sus corridas al país vecino, para que los aficionados de ese país disfruten de ellas, ya que algunos toreros de ese grupo privilegiado no saben ni que existen.

Ayer salieron auténticos torazos y su comportamiento fue variado, lo que ocurre es que algunos de ellos llegaron a la muleta con ganas de pelea y claro los toreros de hoy, son modestos, pero no tontos y es mejor torear al hilo del pitón, metiendo el pico y perderle pasos a unos bureles que parecían trenes, que jugársela quedándose quieto, intentando mandar en la pelea. Ellos dirán, si las figuras lo hacen, y con ello cortan orejas y torean al día siguiente, porque ellos no pueden hacer lo mismo, supongo que se preguntarían tanto Rafaelillo como Bolívar, pero unos han nacido con estrellas y otros estrellados.

Rafaelillo distan mucho de ser aquel torero que le bajaba la muleta al toro que el pedía el carnet de profesional, y se lo enseñaba, llegando con su valentía torera al aficionado. Hoy ya no es lo mismo, estuvo desconfiado en sus dos enemigos y claro, lo mismo que el toro bobo, si, ese de las figuras, le da igual como lo hagas y como te coloques, a estos, no. Si les pierdes pasos se hacen dueños de la situación y ya no hay nada que hacer. Es la diferencia. Su primero le costaba humillar, pero el murciano no intentó someterlo. Su segundo sacó peligro y se revolvía en un palmo de terreno, pero él, al igual que en su primero estuvo desconfiado. En el toro que mató por cogida de su compañero Javier Castaño, se le vio sin sitio, perdiéndole pasos y tratando de justificarse con un toreo vulgar y ventajista.

Luis Bolívar se llevó el mejor lote de la tarde, pero al torero colombiano no le deben gustar los triunfos. Su primero llegó a la muleta casi con la misma acometividad que salió de toriles intentando comerse el capote, pero el torero entendió que el comportamiento del toro necesitaba el toreo ventajista, metiendo el pico y perdiéndole pasos, y lo más importante, salir airoso y con gallardía de la cara del toro en cada serie. Pero el aficionado no cayó en la trampa y se dedicó a decirle que el toro se iba sin torear, y esto descolocó al torero. Se dejó ir un toro con nobleza y casta de nombre Camarote. Su segundo fue un torazo que lo aplaudieron cuando apareció en el ruedo. Un animal que se vino arriba en banderillas para desgracia del torero, ya que este hecho le obligaba a demostrar que tenía que estar por encima de su enemigo, pero toreando, no tratando de engañar a la parroquia dando pases. Abusó del pitón derecho con un toreo insulso y lleno de vulgaridad. Cuando se echó la muleta a la izquierda, el toro seguía acudiendo al engaño con clase, pero el torero no quiso jugársela toreando, una de dos, o tiene la temporada firmada, o es que su corazón no da la medida que debe tener un torero. Sea de una manera o de otra, se dejó ir otro gran toro, que nació para un triunfo clamoroso y que tuvo la mala fortuna de encontrarse en su camino con Luis Bolívar. Una pena, torero.

©Pepeíllo.

viernes, 1 de junio de 2012

31 Mayo 2012: Poca afición demostraron los toreros



Corrida de toros. En la 22ª de feria se han lidiado toros de José Escolar Gil. Origen Albaserrada. Tres cuartos de entrada.
  • Domingo López Chaves: De fucsia y oro. Media estocada atravesada, caída y delantera y dos descabellos. Tímidos pitos. Bajonazo de juzgado de guardia. Silencio
  • Fernando Robleño: De tabaco y oro. Estocada caída tras aviso. Aplausos y salida al tercio. Estocada atravesada, delantera, contraria y dos descabellos. Silencio.
  • José María Lázaro: De sangre de toro y oro. Tres pinchazos y bajonazo que lo remata de mala manera. Silencio. Sablazo infame y dos descabellos. Silencio.

Presidente:
Don Julio Martínez Moreno no tuvo problemas. Sólo una nota negativa en su haber, cambió el tercio en el 5º cuando los aficionados esperaban ver al toro en la tercera vara. Poca afición del presidente.

Suerte de varas:
No se vio a ningún toro en este tercio, los toreros no tuvieron la afición suficiente para ponerlos en suerte y dejarlos ver en el caballo. Salvo el segundo que apretó con los dos pitones en el peto y Robleño lo dejó que el piquero lo masacrara, los demás mansearon, alguno de ellos dejándose pegar.

Cuadrillas y otros:
Las cuadrillas tuvieron una actuación muy desafortunada, sólo destacó con los palos Jesús Talaván que le obligaron a desmonterarse en el cuarto. Los picadores por su parte estuvieron muy mal. Picaron trasero, les taparon la salida a los toros, algunos les hicieron hasta la carioca. El aficionado que vive la fiesta sintió ayer pena al ver la inoperancia que existe en los profesionales actuales. Sintió lástima al ver parear, por decir algo, al quinto de la tarde. Tuvieron que pasar cuatro veces por la cara del toro para dejar, donde cayeran, cuatro palos, se dice pronto, enseñándole al toro todo lo que no debía aprender. El mundo al revés. Los toreros que torean habitualmente, que sobre el papel debían tener los recursos para enfrentarse a este tipo de ganado, sale corriendo cuando lo oyen nombrar, y se dedican para salir del susto, a anunciar colonias y trajes, y estos pobres toreros, tienen que estar mendigando en los despachos los contratos y solo les ofrecen este tipo de corridas.

Era una de las primeras corridas de las denominadas toristas, pues, hubo toros pero no hubo toreros. Todas las cuadrillas mostraron una falta de afición impropia de profesionales que se visten de luces. Se puede entender la falta de oficio en un torero que se ha vestido de luces en pocas ocasiones en la temporada y no tenga los recurso suficientes para enfrentarse a este tipo de ganado, pero es que todo lo que se vio en el ruedo fue una falta total de profesionalidad y los toros que no eran borregos, como los que lidian las figuras, terminaron aprendiendo lo que no debían, y como consecuencia poniendo en apuros a los toreros en la muleta, aunque en este caso en ningún momento mostraron aviesas intenciones.

No sería justo tampoco tratar de eximir a los toreros de este desastre, aunque fueron los que pagaron las consecuencias cuando les tocó enfrentarse a los bureles con la muleta. Ellos también participaron en el caos colectivo y en ningún momento trataron de evitarlo. A pesar de esto hubo toros que se dejaron torear, como exponente de este hecho fue el sexto, un toro con una nobleza impropia de este encaste, pero José María Lázaro se empeño en hacer el toreo moderno, colocándose en la oreja y por ahí el toro no pasó. Estuvo muy por debajo de su enemigo y sin recursos y al final se puso pesado intentando sacar del toro lo que antes no pudo hacer toreando. Su primero manseó en el caballo y blandeó, pero fue muy mal lidiado y el toro aprendió lo que no debía aprender. Con todo eso el torero sacó a relucir unas precauciones impropias de un torero que tiene que venir a la plaza a jugársela. Llegó un momento de la faena que no sabía qué hacer con su enemigo. Una pena. La próxima vez procure rodearse de una cuadrilla que por lo menos tenga afición.

López Chaves en su primero tuvo que enfrentarse a su enemigo, un toro con su gotas de manso, y a su cuadrilla, ya que en ningún momento trataron de hacer la lidia en condiciones y no fueron capaces ni de pararlo. El picador comenzó mechándole el lomo, a continuación los banderilleros le ofrecieron un sainete con la banderillas, y claro, lo antes dicho, estos animales que huelen la jindama a distancia, hay que hacerles las cosas muy bien y estar muy seguros delante de ellos, si no es así, que se queden en casa, que fue lo que debieron hacer todas las cuadrillas ayer. Así que cuando llegó la hora de tomar la pañosa, López Chaves sacó a relucir unas precauciones impropias de este torero, y el animal se hizo dueño de la situación desbordándolo. En el cuarto de la tarde un toro muy serio por delante, lo recibió de capote perdiéndole pasos aunque el toro metía la cabeza muy bien por ambos pitones. El torero no dejó ver al toro en el caballo. Con la franela comenzó la faena al revés, doblándose con el toro y sacando la muleta por arriba, en lugar de someterlo por bajo. Este torero sigue instalado en la inseguridad. El toro continuó metiendo la cabeza con claridad pero el torero no lo aguantaba, faltándole dotes de mando, de lidiador y posiblemente de corazó.. En fin, una pena, torero.

Fernando Robleño, al igual que sus compañeros tuvo en su cuadrilla a su peor enemigo. En el primero le dieron un recital al intentar parear, pero lo peor fue que el torero, curtido en mil batallas de este calibre, no quiso desmerecer a sus peones y cuando le tocó la hora de comprobar lo que le habían dejando sus compañeros de hotel, comenzó su faena como si un torero bisoño se tratara. Así le fueron las cosas. Se intentó doblar con su enemigo sacando la muleta por arriba en lugar de doblarse por abajo. El toro fue un manso encastado y además peligroso, que se dolió en banderillas, pero tenía su faena, aunque fuera lidiarlo dignamente, seguro que la afición se lo hubiera reconocido, pero se equivocó en la lidia, no le bajó la mano, se lo llevó a los terrenos del cinco y allí con cuatro pases trapaceros animó el cotarro. Cierto que el toro tenía un pitón derecho que daba pánico, pero para eso estaba el torero para hacerle la faena que considerara oportuna, y no estar al margen de su enemigo. En el quinto mas de los mismo pero acentuado en todos los terrenos. Fue muy mal picado y con saña. En el tercio de banderillas, dieron un autentico recital de inoperancia, y después, al parecer, le exigieron al matador su paga. No creo que exista en ninguna profesión tanta caradura como en esta, gente que cobra por lo que no hace. Lamentable la actuación de estos toreros de plata. El toro para no ser menos cantó la gallina y se marchó a toriles. Seguramente se preguntaría, ¿para qué mostrar casta y bravura si después no saben qué hacer con ella? El torero repitió la misma función, se lo llevó a los terrenos del cinco y allí ante un público agradecido por el detalle, comenzó con un trasteo por bajo, para seguir con un baile sin compás ante un toro gazapón, que no tenía intención de regalarle nada. ¿Para qué? Se preguntaría el toro

©Pepeíllo.