jueves, 24 de mayo de 2007

San Isidro 2007 14ª: Variedad

23-5-2007

Cinco toros de Victoriano del Río y uno de Cortés, que se lidió en primer lugar. Encaste: Juan Pedro Domecq.

  • José Ignacio Uceda Leal: Estocada desprendida. Oreja. Estocada desprendida de bonita ejecución. Aplausos.
  • El Juli: Estocada un poco trasera. Oreja y petición de la segunda. Pinchazo perdiendo la muleta. Estocada perdiendo la muleta. Oreja. Sale a hombros por la puerta grande.
  • José María Manzanares: Estocada por derecho. Tímidos aplausos. Estocada caída. Oreja.
Preside la corrida D. Julio Martínez Moreno.


Los espectadores no se movieron ayer de sus localidades hasta que cayó el sexto toro. Eso quiere decir que tanto el comportamiento del ganado como el de los coletas fueron capaces de llevar a cabo tal proeza, aunque hubiera división de opiniones en la actuación de algún que otro torero, pero ahí está la riqueza de esta fiesta, que cada uno puede expresarse de acuerdo a sus convicciones y a su nivel de exigencia. Pero insisto, ayer los toros no se cayeron y su juego fue variado, hasta hubo uno que se permitió hacer una pelea brava en varas. El toro se llamaba Gaditano, se lidió en cuarto lugar, y desde que entró al caballo en la primera puya no se cansó de apretar con fijeza. ¡Qué bonito! Aquí no hubo discrepancias, como tampoco las hubo cuando se le obligó al coleta, llamado Uceda leal, que dejara al toro de largo y en cuanto el picador se cruzó toreando con el caballo, va el toro y se arranca. ¡Qué preciosidad, qué plasticidad! el toro empujando con fijeza y el picador picando arriba. Las consecuencias fueron que los espectadores se hartaron de aplaudir hasta que el montado, llamado Israel de Pedro, desapareció por la puerta de cuadrillas. Pero hubo más, este mismo toro se permitió pedirle el carné de torero a Uceda Leal, indicándole con sus embestidas los terrenos que le gustaban, los medios, pero el coleta prefirió darle el tercio, y creo, humildemente, que se equivocó. Es lo que tienen los toros encastados y bravos, que son caprichosos.

En el sexto, un osado banderillero llamado Juan José Trujillo, en el tercer par, va y se le ocurre ir despacito al toro, dejándose ver, y después de vencer las dificultades que le puso el burel le gana la cara, se asoma al balcón y clava arriba un par de banderillas antológico, que levantó a los aficionados de los asientos. Como la plaza de Madrid está últimamente tan barata, se comentó que por qué no daba la vuelta al ruedo el torero de plata. A la hora de matar, excepto El Juli en el quinto que pinchó la primera vez que entró en la suerte, tanto Uceda como Manzanares mataron de sendas estocadas a sus enemigos, sobrando los descabellos en los seis toros.
Uceda Leal, en su primero, estuvo muy torero ante un toro que metía la cabeza con mucha clase, hecho que aprovechó el madrileño para lucirse toreando con mucho gusto, rematando los pases en la “caera”, que es el toreo bueno.

El Juli estuvo en su línea, muy voluntarioso con su primero, consiguiendo series de redondos largos y templados, pero siempre toreando para fuera, escondiendo la pierna contraria y retorciéndose cuando ejecutaba los pases. Así es El Juli, o lo tomas o lo dejas. A su segundo se lo sacó a los medios andándole toreando con mucho garbo, pero ahí se acabó la enjundia de su toreo. A continuación sacó la casta ante el manso encastado que le tocó en suerte y después de una larga faena consiguió encandilar de nuevo a sus seguidores con un arrimón que le valió la segunda oreja.

El primero de Manzanares no tuvo mucho recorrido y sabía lo que dejaba atrás, pero no obstante el torero intento agradar hasta el punto de caer en la pesadez. En su segundo, un toro sospechoso de pitones, empujó con clase al caballo pero hizo cosas feas, como salir suelto las dos veces que entró al piquero. Se vino arriba en banderillas y Manzanares le recibió con unos pases de castigo en su faena de muleta que fueron jaleados por el público. Fue lo más vistoso de su labor. Después vinieron los altibajos y muchas precipitaciones ante el manso encastado, pero que metía la cabeza con claridad cuando el torero conseguía templar, consiguiendo algunos derechazos muy hondos, pero su labor quedó por debajo de las condiciones del toro. Los aficionados ya saben que el toreo es sin prisas, pero eso sí, las faenas no más de cinco minutos, sean buenas o no.

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