miércoles, 23 de mayo de 2007

San Isidro 2007 13ª: Ni esperanza

22-5-2007

Cinco toros de Puerto de San Lorenzo. Uno de La Ventana del Puerto. Encaste: Atanasio Fernández. Devueltos: 1º, sobrero de La Palmosilla. 2º Devuelto, sobrero de José Valenzuella. Devuelto. Segundo sobrero de La Palmosilla.

  • Juan Bautista: De tabaco y oro. Estocada caída. Silencio Pinchazo arriba, estocada y un descabello. Oreja.
  • Sebastián Castella: De grana y oro. Dos pinchazos saliéndose de la suerte. Estocada perdiendo la muleta. Aviso. Silencio. Estocada caída, cuatro descabellos. Aviso. Oreja con poca petición.
  • Ambel Posada: Confirmó la alternativa. De añil y oro. Estocada caída. Silencio. Estocada caída. Aplausos.
Preside la corrida D. Manuel Muñoz Infante


La corrida estuvo bien presentada, pero la escasez de fuerzas fue la tónica general en todos los toros de la ganadería titular y de la mayoría de los sobreros que salían por chiqueros, y de esta forma se iban esfumando las esperanzas de los aficionados de ver una corrida de toros y de toreros tal y como la definen las reglas de la tauromaquia.

Pero a partir del cuarto toro la lluvia y el viento hicieron acto de presencia y ya saben los asistentes a esta plaza, sobre todo en San Isidro, cuando se pone a llover lo hace también con saña, como intentando hacer daño a la fiesta, que tal y como la tienen a la pobrecita, pues, lo que le hacía falta. Pero la lluvia obró el milagro y algunos toreros pasaron de villanos a héroes, si es que en algún momento algún aficionado pensó que así lo eran.

La lluvia hizo bajar el listón de las exigencias y cada trapazo que daban los toreros eran jaleados con entusiasmo por parte de los asistentes que interpretaban que los coletas se estaban jugando la vida ante un ruedo impracticable. Bueno, era una manera de apreciar la faena, pero nadie se hubiera sorprendido que hubieran tomado el estoque de acero, realizaran una faena de aliño y a continuación entraran a matar. Juan Bautista, un torero modesto, quiso jugársela y le salió bien la jugada. Detrás fue Castella, que aunque menos necesitado por su condición de figura, salió a no irse de vacío, y después de varios revolcones, exponiéndose a una cornada, consiguió otra oreja muy benevolente ya que necesitó de una estocada caída y cuatro descabellos para despenar a su enemigo.

Por supuesto que hubo aficionados que no estaban de acuerdo con aquellas decisiones y mostraron a través de sus quejas su disconformidad, pero en esta plaza se ha abierto la puerta del taurinismo reinante y del espectador orejero, y estas son las muestras de que en fechas no lejanas llegará el figura de turno y le será concedido el rabo. Creo que la cocina está preparada para su cocción.

El que no pudo conseguir el objetivo marcado por sus compañeros fue Ambel Posada, ya que el enemigo que tenía enfrente era de cuidado y le había avisado por los dos pitones y como el albero no estaba para florituras, unido a su corta experiencia, decidió abreviar y salir de la plaza por su propio pie.

Antes de este hecho épico la tarde transcurría entre toros cadavéricos que salían por chiqueros para volver a entrar al momento por otra puerta, devueltos, porque hoy sí había un presidente que quiso interpretar el reglamento de acuerdo a sus normas, hecho que los aficionados agradecieron, y de toreros ventajistas en su forma de interpretar el toreo.

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