miércoles, 4 de junio de 2008

1º Aniversario 2008: Si el toro se cae...

3 de Junio de 2008.

Toros: 1º, 2º y 3º de Garcigrande. Encaste: Juan Pedro Domecq. 4º, 5º y 6º de Peñajara. Encaste Baltasar Ibán.
Terna:
  • Julio Aparicio: Pinchazo y Estocada baja. Silencio. Estocada atravesada, caída y tendida, un descabello. Silencio.
  • El Juli: Estocada tendida y caída, saliéndose de la suerte. Bronca. Estocada atravesada y perpendicular y un descabello. Silencio.
  • Sebastián Castella: Estocada caída y trasera perdiendo la muleta. Bronca. Aviso, pinchazo, media caída y atravesada y un descabello. Saludos desde el tercio.

Preside la corrida: D. Julio Martines Moreno


Dice el dicho: si el toro se cae, la fiesta está por los suelos. Yo no me lo creo porque el toro se lleva cayendo desde tiempos inmemoriales y las plazas cada día están más llenas, llenos los tendidos, llenos los burladeros de gente importante, de cualquier rama de la importancia, ya sean políticos empresarios de postín y de apoderados de figuras, de esos que llevan entre algodones a sus toreros y si hace falta manipulan el ganado, lo hacen sin el menor pudor y después lo muestran ante los ojos de quienes tienen que exigir que las normas están para cumplirlas y no precisamente para lo contrario.

Según la información que ayer se divulgaba por la plaza, el ganadero tuvo que traer diez toros y sólo fueron elegidos tres, y cuando salían al ruedo daba pena verlos, sin trapío, el primero sospechoso de pitones y en cuanto derrotó en el burladero salió con el pitón izquierdo escobillado. Supongo que las personas importantes e influyentes de habano en boca y escaño en el Parlamento, que moraban ayer tarde en el callejón, tomarían nota para que esto no se vuelva a producir. ¿Peco de incauto si pienso así?

La corrida se remendó con tres toros de Peñajara, que agradaron un poco la vista a los aficionados, y no por las faenas que los toreros alumbraron sobre el albero. Daba pena ver a El Juli aturdido por las protestas de los aficionados ante un toro que se había dejado las defensas, la fuerza y la fiereza no sé dónde. No lo entiendo, si a esa conclusión es a la que han llegado las personas que defienden los intereses del torero, porque no lo anuncian con una corrida de verdad y como único espada, para tapar la boca de esos desaprensivos que ayer le tildaba que, ¡a Madrid se viene con toros!

Los mismos desaprensivos, vociferaban contra el Presidente de la corrida, llamándolo no sé cuantas cosas porque no había devuelto ninguno de los tres inválidos que aparecieron en primer lugar. Ya me gustaría ver a mi a alguno de los que protestaban ayer en la plaza sentado en el palco con señores influyentes, asesorándolo sobre la devolución de un toro con muestras sintomáticas de invalidez:. Déjelo en el ruedo, Presidente, que igual vale para la muleta. ¿Y si no vale? Preguntaría él. ¿Qué explicación le damos a los aficionados que protestan? Van a pensar que estamos beneficiando a la empresa.

Esto es pura ficción, aunque se aproxime mucho a la realidad, pero lo que no es ficción es que aún no he visto sacar el pañuelo verde a un presidente para devolver un toro invalido sin la presión de los aficionados, y el que se beneficia de este hecho no es precisamente la fiesta ¿Qué ocurrió ayer en el ruedo aparte de lo contado? Pocas cosas.

Aparicio tuvo detalles en su primero y nos deleitó con una faena con altibajos, con muletazos desmayados que levantaron los olés del público. En su segundo estuvo muy lejos de las intenciones que imagino que traería del hotel, sacando a relucir muchas precauciones ante un toro sin ningún síntoma de peligro aparente, pero el miedo es libre, como el dinero que cobra por torear. Del desconocido Juli pues poco hay que decir. Con su primero, un invalido de libro, tuvo al público en contra y se le vio nervioso e incómodo en la cara del inválido. Ya sabe lo que tiene que hacer para evitar esto, a veces es muy fácil vivir a espaldas de la realidad, y la realidad en este caso se llama torear con toros de verdad. En su segundo estuvo muy vulgar, vamos, como nos tiene acostumbrados este año.

Castella tuvo un primero que en cuanto le bajo la mano el toro se cayó, y claro, se pueden imaginar cómo reaccionó el público con esta tomadura de pelo. Fue un divorcio entre torero, toro y aficionados. A su segundo lo recibió con unos pases cambiados sin rectificar y al haber toro, el torero afianzó las zapatillas en la arena y las movía solo cuando terminaba una serie de muletazos. Dio unos redondos ligados y rematados con un gran pase de pecho. Hubo otras series que le faltó rematar los muletazos para adentro y entre serie y serie dio algún pase circular. En una palabra, faena llena de valor.

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