jueves, 19 de mayo de 2011

18 de Mayo de 2011: La plástica al hilo del pitón

Toros de: 4 de Núñez del Cubillo, 1º y 5º de Ortigao Costa. 5º sobrero de Carmen Camacho
Terna:
  • El Juli: Bronca y tímidos pitos.
  • Sebastián Castella Silencio y silencio.
  • José Mª Manzanares: 2 orejas y aplausos.
Preside la corrida D. Julio Martínez Moreno.


Volvieron las figuras y llenaron la feria de pesimismo y de vulgaridad torera. De pesimismo porque los comentarios vertidos por los aficionados, interesados en la defensa de la pureza de la fiesta en los prolegómenos de la corrida, no iban en la dirección adecuada de la honradez que se merece la fiesta y sí de las ventajas que estos taurinos han impuesto, tratando de moldear la fiesta en pro de sus intereses y de sus toreros.

Ayer se las vieron y se las desearon para poder completar una corrida completa del hierro anunciado, tratando de burlar a todo el que se ponía por delante, veterinarios, autoridades, y como consecuencia a los aficionados y, cómo no, al público orejero. Al final consiguieron su objetivo, salieron solo cuatro toros del hierro anunciado, al parecer de una camada casi completa que tuvo que traer el ganadero a los corrales de la plaza. La elección fue sabia, para ellos claro, toros sin trapío y sin cabeza. Ideal. Los únicos que quedaron como villanos son los aficionados que protestaron las tragaderas de las autoridades y las decisiones de los presidentes, siempre en la misma dirección, favoreciendo a los empresarios y al taurinismo fraudulento que manda en la fiesta.

En la plaza el público orejero y triunfalista y el presidente de turno pusieron la nota discordante, regalando orejas a figuras que solo saben enfrentarse a animales sin trapío y podridos por dentro, y encima con toreo ventajista, para solaz de ese público que llena el cemento de los tendidos cuando llegan las figuras, y claro, si no se cortan orejas, pues se sienten estafados en sus vanidades, defraudando a la vez a una afición que exige a través de sus protestas que el toro salga íntegro, tal y como su madre los trajo al mundo, para todos los toreros y por supuesto para que el figura del escalafón tenga que demostrar su valía con toros y no con esa pantomima de novillo desmochado, elegido para ser indultado por esas plazas regadas con toreo vulgar, fuera de cacho, toreando con el pico de la muleta y matando con bajonazos infames. Ese no es el toreo de orejas, por lo menos, en esta plaza.

Ayer el diestro José María Manzanares, y ante el segundo de su lote, un toro que empujó con fijeza y metiendo los riñones en el caballo, llevó a cabo una faena con tintes de plasticidad, por la cual le concedieron las 2 orejas. Su enemigo acudía al engaño con prontitud, metía la cabeza hasta donde el torero le mandaba y encima con nobleza. Es decir, el toro soñado por cualquier torero, pero su faena no llegó a los tendidos de los aficionados, toreó en todo momento al hilo del pitón, sin cruzarse, haciendo un toreo rallando la ratonería. Tampoco toreó al natural, ya que las condiciones del toro no lo permitían y eso es algo que en esta plaza no se cotiza, o por lo menos, no se valora en la medida en que se hace en otros cosos. Mató de una estocada recibiendo en la misma boca de riego, detalle que valoró el aficionado. Conclusión: una oreja hubiera sido un justo premio, dos, ni pensarlo.

El Juli le cortó una oreja a su segundo, después de manifestarle al presidente desde el ruedo con gestos que le concediera la oreja que parte del público solicitaba. A su enemigo, un toro sin codicia y sin transmitir en el ruedo la emoción para lo que había sido criado, le hizo una faena llena de altibajos, donde consiguió algunos muletazos bajándole la mano, pero llevando a cabo ese toreo moderno que lleva imprimiendo a sus faenas desde que comenzó su carrera, toreando para afuera, sin cruzarse ni por equivocación y metiendo el pico de la muleta. Hay una condición que resalta en este torero, que nunca engaña a nadie porque hace lo que sabe, es un obrero del toreo, pero de esto a que el público le pidiera la oreja y el presidente la concediera va un abismo, por el cual esta plaza nunca debería caer.

Sebastián Castella estuvo y no estuvo. Estuvo presente en sus dos toros pero de torear, nada de nada. Quiso enmendar la plana en su segundo haciendo el toreo tremendista, citando desde los medios para recibirlo con el pase cambiado, como nos tiene acostumbrados, pero el toro no colaboró con las intenciones del torero, se quedaba corto y acudía al engaño con la cara alta. El único recurso que le quedó al torero fue el arrimón, pero no consiguió llegar a los tendidos.

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