jueves, 26 de mayo de 2011

25 de Mayo del 2011: Tarde de horror

Toros de: Alcurrucén. Encaste: Núñez.
Terna:
  • Sebastián Castella: Estocada desprendida tras aviso, oreja. Pinchazo y estocada baja. Silencio
  • Miguel Ángel Perera: Bajonazo de escándalo y atravesado. Pitos. Estocada de horror. Pitos.
  • Joselito Adame: Estocada tendida, tendía y descabello. Aplausos. Media arriba. Aplausos.
Preside la corrida D. César Gómez Rodríguez.

Entre el ganado de Alcurrucén corrido ayer y la labor de los toreros llenaron la plaza de aburrimiento y sopor. El calor se encargó de todo lo demás. Que paliza llevaron ayer los aficionados que asistieron a la corrida, y el caso es que, los toros no se cayeron, mansearon en el caballo y algunos hasta le sacaron los colores al ganadero. Los toreros, por su parte, pegaron cantidades de pases, pero, cuando lo que ocurre en el ruedo no llega a los tendidos ni para sobrellevar el calor reinante, los espectadores terminan pidiendo a gritos la finalización del espectáculo, y por ende este se prolongó inexplicablemente dos horas y veinte minutos. En una palabra, insoportable.

Pero siempre hay algo que destacar, y bajo mi punto de vista fue la labor del mexicano Joselito Adame en el sexto de la tarde. Un toro manso pregonao, casi de banderillas negras que estuvo buscando la salida de la plaza desde su aparición en el ruedo, pero que al final consiguió meterlo en la muleta con unos doblones de recibo, para a continuación sacárselo a los medios y allí conseguir hacer bueno al toro, haciéndole la faena en el anillo. Pero fue aquí donde el torero, contagiado posiblemente por su compañeros de cartel, comenzó a dar pases y pases, pero, torear, nada de nada y claro eso fue la gota que colmó el vaso y que hizo que el público abandonara la plaza, como lo hubiera hecho el toro lidiado, buscando la salida desesperadamente, con perdón. Al final el animal hasta tuvo una muerte brava, aferrándose a la vida hasta el último momento y en el centro del albero. Cosas de la genética que el aficionado nunca podrá comprender.

Lo que si comprendió y con nota alta fue el estado anímico en que se encuentra el torero, por decir algo bueno en su favor, Miguel Ángel Perera. Vaya temporada que lleva el chaval, no ha dado una a derechas en la feria y mira que ha venido con ganado de garantías, ayer mismo tuvo la oportunidad en su muleta de hacer algo grande, pero cuando un torero se encuentra en la situación que él está, no llega distinguir entre dar pases y torear, y anduvo perdido por el albero. Su primero fue un toro que había que tirar de él y bajarle la mano para intentar corregirle el defecto de embestir con la cara alta, pero se limitó a hacerlo pasar por la muleta hasta casi agotar los diez minutos establecidos. En su segundo los espectadores tuvieron que aguantar las penalidades de ver a un torero delante de un toro que metía la cabeza bien, limitándose a dar casi “doscientos mantazos” entra derechazos y naturales, desconfiado, al hilo del pitón y metiendo el pico hasta la insensatez. El aficionado comprende que el toreo es un arte y que no se puede fabricar como se hacen los ladrillos, pero por lo menos que el torero que se encuentre en esta situación, abrevie la faena, caramba. Esperamos que el corazón del torero se recupere con prontitud y no lo tenga repartido entre los toros y………….

Dentro de la pesadez reinante, estuvo cansino hasta Castella y eso que cortó una oreja a su primero. Le dieron un aviso en sus dos toros, en el primero cuando aún no había entrado a matar, y no crean que estaba descubriendo el toreo, ni mucho menos, parecía que así lo pensaba. Consiguió algunas series templadas de muletazos tanto en el toreo en redondo como al natural, pero le faltó hondura y le sobraron ventajeas. No presentaba la muleta plana, metía el pico, fuera de cacho y claro, esos detalles restan enjundia a la faenas. A su segundo lo recibió sentado en el estrilo, a lo Sánchez Mejías, pero ahí terminó la emoción de su faena, se limitó a hacer el toreo moderno y consiguió seguir aburriendo a los sufridos espectadores de la plaza. Si ese era su objetivo, lo consiguió con creces, el de ellos, me puedo permitir la osadía de decir que no.

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