domingo, 12 de mayo de 2013

12 de mayo de 2013 : Decepción

Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo
Feria de San Isidro. 4º de feria 

Ganadería: 6 toros de José Escolar, bien presentados, blandos, mansos y salvo el sexto, descastados que defraudaron a los aficionados. 4º y 5º aplaudidos en el arrastre.

Terna:

  • Rafaelillo: De Azul y oro. Estocada que hace guardia. Silencio. Pinchazo y estocada. Aviso. Tímidos pitos. 
  • Fernando Robleño: Pistacho y oro. Estocada desprendida tras aviso y saludos desde el tercio. Estocada baja. Silencio.
  • Alberto Aguilar: Verde y oro con cabos negros. Estocada contraria tras aviso. Saludos desde el tercio. Pinchazo y estocada baja Silencio 

Presidente: D. Manuel Muñoz Infante: El desarrollo de la corrida le permitió no tener que tomar ninguna decisión importante que influyera en la misma

Suerte de varas:

  1. Curioso I: Manso y descastado, en la primera vara se dejo pegar y el piquero le zurró la badana tapándole la salida. En la segunda vara acudió de lejos y con prontitud al caballo pero empujó sin clase. 
  2. Cobrador I: Empujó humillando en la primera vara pero con un pitón. Le pegó duro el montado y a la salida perdió las manos. A la segunda cita acudió presto al caballo, pero el piquero se limitó a marcar la vara. 
  3. Limonero: En la primera cita con el caballo empujó sin clase y en la segunda, se arrancó de largo y el piquero marcó solo el castigo. 
  4. Bustillo V: Fue picado trasero, el toro empujó pero tuvo el feo detalle de salir suelto. En la segunda cita, tardó en acudir al caballo y cuando lo hizo manseó, intentando quitarse el hierro de encima. Hay que resaltar que el picador picó arriba. La tercera vara, trasera, sirvió para que el piquero marcara solo el castigo. 
  5. Bustillo I: En la primera entrada al caballo, le atizó en el brazuelo. El toro se dejó pegar, nada más. En la segunda vara, trasera, el zurró la badana y no tuvo ni el detalle de rectificar. 
  6. Palomita II: La primera vara fue trasera y caída y le zurró en firme, levantando las protestas de los aficionados. En la segunda vara escarbó y entró al caballo al relance 
Cuadrillas y otros: En el sexto de la tarde, el picador Juan Carlos Sánchez tuvo un mal gesto con los aficionados cuando se retiraba hacia el patio de caballos. Gesto que nunca debió hacer ya que su labor está sujeta a la crítica del aficionado y para él sería muy fácil cambiar las protestas por los aplausos: solo tiene que hacer su trabajo con honradez, pero seguramente esto será lo que le falte al piquero. El aficionado espera que su matador y la autoridad hayan tomado buena nota de ello y actúen en consecuencia, si no lo hace será un acto de irresponsabilidad por su parte. Los toreros de plata, José Mora y Pascual Mellinas tuvieron que desmonterarse en el cuarto. El sexto, de impresionante trapío, fue aplaudido de salida.

Comentarios: La corrida de José Escolar defraudó a los aficionados, ya que se esperaba más de ella. Si hubiera sido un encaste de toros ovejunos, la opinión hubiera sido diferente, pero con este ganado el aficionado es más exigente. En la suerte de varas, no hubo nada destacado salvo que algunos toros acudieron con tranco al caballo, pero una vez en el peto, su comportamiento fue decepcionante. Sin embargo cuando llegaron a la muleta, salvo el primero que fue un autentico mulo, los demás tuvieron su faena y algunos pusieron en bandeja el triunfo a los toreros, peros estos no supieron aprovecharlos. Es la misma canción: “Cuando hay toros, no hay toreros”, o al contrario. El caso es que el aficionado cada día sale de la plaza más decepcionado y con las ganas justas de volver al día siguiente. Por otra parte está el público festivalero, que también paga su entrada, y que no tiene reparos en solicitar trofeos para toreros que han estado muy por debajo de su enemigo, que han llevado a cabo faenas ventajistas y que han pasaportado a sus enemigos con estocadas trapaceras. Los tres coletas estuvieron desconfiados y sin el sitio que demanda el toreo de calidad. Anduvieron romos en satisfacer las necesidades que demanda esta plaza. El único que estuvo justificado fue Rafaelillo en su primero, un mulo que no se tragaba ningún muletazo y que el coleta decidió despenar con brevedad. Sin embargo en su segundo comenzó perdiéndolo pasos al recibirlo de capote y al comienzo de la faena de muleta lo citó de lejos aguantando las acometidas del burel, que era un autentico tren. El toro metía la cabeza de lujo y en las primeras tandas de redondos tenía que haber puesto la plaza boca abajo, pero se durmió en los laureles y el toro se le marchó sin torear. Fue una pena, para el matador y para el aficionado.

Fernando Robleño por su parte se encontró en su primero a un animal que metía la cabeza por ambos pitones y que consiguió pararlo de salida doblándose con él, hecho poco habitual en los tiempos que corren. Brindó la faena de su enemigo al cielo, al parecer recientemente ha perdido a su abuelo. Comenzó la faena calentando el ambiente con unos muletazos por bajo y aunque su enemigo tenía las fuerzas justas, aún le sobraron para desbordar al torero al natural, teniendo que tirar del recurso del monopase, no consiguiendo ligar ninguna tanda, y las que intentó cortaba la serie al segundo muletazo. Ese no es toreo del triunfo, matador. Solo consiguió dar un pase de pecho de pitón a rabo, en todo lo demás estuvo remiso, el toro le tocaba la muleta en todos los muletazos, sin cruzarse en ningún momento y cuanto lo hacía el animal acudía al engaño con prontitud, dando la impresión que eso era lo que no quería el torero. El quinto de la tarde también mostró blandura, fue mal picado y recibió una mala lidia por parte de Ramón Moya. En la muleta el toro metía bien la cabeza, aunque con las complicaciones del toro de Albaserrrada, pero cuando le bajaba la mano sometiéndolo, el animal seguía la muleta con fijeza, pero el torero no lo interpretó así y comenzó a bailar en la cara de su enemigo como si de una pieza de ballet se tratara. En un descuido se quedó al descubierto y el burel estuvo a punto de llevárselo por delante.

Alberto Aguilar, por su parte, ligo la primera tanda de redondos con las zapatillas clavadas en la arena. el animal embestía con poca clase y tenía poco recorrido, pero cuando le bajaba la muleta el toro humillaba, sacándole algunos redondos sueltos sin ninguna ligazón. Eso fue todo, después sacó a relucir la vulgaridad y con ella presente no entendió a su enemigo. El sexto, un manso con algo de casta, salió buscando la salida. En los pares de banderillas hacía hilo con los banderilleros hasta la barrera. Pero en la muleta le vino largo al torero. El burel metía la cabeza con clase, pero el torero no lo aguantaba y se invirtieron los términos, fue el toro quien toreo al torero, llevándolo a los terrenos que le convenían al animal. El coleta solo mostró voluntad, pero en esta profesión es necesaria pero no suficiente.



©J. Barranco

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