jueves, 2 de junio de 2016

1 de junio de 2016: Qué barbaridad, señor presidente


Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Corrida de toros

Corrida de la Beneficencia

Ganadería

4 Toros de Victoriano del Rio y 2 de Toros de Cortés, 2º y 6º, con procedencia de distintas ramas de Juan Pedro Domecq y Díez. De desigual presentación, apareciendo algunos ejemplares sin rematar, como el tercero, y el quinto de feas hechuras. A pesar de la mansedumbre mostrada en el caballo, en la muleta dieron un juego aceptable. 

Terna:
  • Sebastián Castella: De Corinto y oro. Estocada desprendía y trasera y ocho descabellos tras aviso. Silencio generoso. Pinchazo sin soltar, y pinchazo hondo, bajo y atravesado. Aplausos generosos. 
  • José María Manzanares: De grana y oro. Estocada algo contraria que vale. Silencio. Estocada al encuentro. Dos orejas.
  • López Simón: De azul pavo real. Estocada trasera que sale trompicado. Dos orejas. Estocada baja. El manso se refugia en las tablas agarrándose a la vida como si de un toro bravo se tratara. Saludos 

Presidente: D. Julio Martínez Moreno.

D. Julio anduvo muy presto al conceder las dos orejas a Manzanares en el quinto toro, originando un despiste en los generosos espectadores que continuaban solicitando otro trofeo para el diestro alicantino sin percatarse de que el complaciente usía ya había concedido las dos orejas. Este detalle dio origen a que los aficionados asistieran de convidados de piedra a la vez que perplejos a esta petición, ya que los espectadores generosos, dentro de su ignorancia, o no, le estaban solicitando al presidente la concesión del rabo, y la faena distó mucho para tal distinción. Pero como a estas alturas de la ficción nada puede sorprender, los aficionados especulan que algo se mueve entre los bastidores del taurinismo, y que en cualquier momento puede saltar la liebre de este triunfalismo reinante que ha calado en los tendidos, desde donde se jalea con la misma intensidad todo tipo de toreo. El producto está casi maduro, y comprobado el estado de la fiesta, al taurinismo solo le hace falta tener paciencia y esperar a que un día se siente en el palco un Presidente de los que han mostrado en otras ocasiones su generosidad, por supuesto interesada, y conceda ese ansiado trofeo que se le niega en esta plaza al taurinismo actual. Los espectadores generosos que asistan a tal acontecimiento, su ego se cubrirá de gloria al ser participes de tal acontecimiento. Pero visto el desarrollo interesado, será una pena para la fiesta.

Suerte de varas

  1. Impuesto. 541 Kg: Negro. Entró al caballo sin colocar en suerte y el piquero le tapó la salida. El burel no se empleó y perdió las manos. En la segunda se dejó pegar pero sin emplearse. Manso con algo de casta que dio juego en la muleta. 
  2. Soleares. 570 Kg. Negro. En la primera entrada se dejó pegar y en la segunda se defendió y salió suelto. A pesar de su sosería en la muleta le sacó los colores al torero.
  3. Vampirito. 530 Kg: Negro. Entró al caballo una vez puesto en suerte, se dejó pegar y salió suelto. En la segunda vara se arrancó con tranco pero al sentir le hierro cantó la gallina. Manso con casta que ha valido para la muleta. 
  4. Corchero. 540 Kg: Negro bragado, meano y axiblanco. Romaneó en el caballo, el piquero le tapó la salida y salió suelto a terrenos de manso. En la segunda vara protestó en el castigo y salió suelto. Manso sin más.
  5. Dalia. 580 Kg: Negro listón chorreado en morcillo. En la primera entrada recibió el castigo en el brazuelo, encelándose en el peto. En la segunda el piquero seguramente avergonzado de su comportamiento anterior, se limitó a sujetarlo. No ha mostrado nada especial en el caballo, se dolió en banderillas, en la muleta dio un buen juego.
  6. Ebanista. 520 Kg Castaño oscuro Salió suelto al sentir el castigo. El picador tiró la vara sobre el morrillo del toro con clase, de arriba abajo. En la segunda se dolió en su condición de manso. Manso y descastado.

Cuadrillas y otros:

En tarde soleada donde comenzó a sentirse el efecto del calor en los tendidos de sol y con un lleno casi hasta lavandera, se celebró la corrida de la Beneficencia, presidida en el Palco Real por el Rey Emérito, D. Juan Carlos de Borbón, acompañado de su hija, la infanta Elena y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Dª Cristina Cifuentes. Los tres espadas brindaron sus primeros toros al Palco Real. 

En esta ocasión hubo Puerta Grande para dos toreros, José María Manzanares y López Simón, ambos desorejaron por partida doble a su segundo y primer enemigo, respectivamente. De los toreros de plata destacó en la brega Isaac Mesa en el primero de la tarde. Con los garapullos lo hizo, sin muchos alardes, Vicente Osuna en un par al tercero. José Chacón destacó en el tercero corriendo el toro a una mano.

Comentarios:

Mientras los dos compañeros de cartel abandonaron el ruedo por la Puerta Grande a hombros de los capitalistas, Sebastián Castella tuvo que hacerlo a pie, mostrando en su cuarta comparecencia lo que ha venido haciendo en las anteriores, una desidia profesional que le ha hecho perder el sitio en la cara del toro. Es lo que se llama estar atorado. Para estos casos sus asesores debían haberle recomendado un descanso y de paso meditar sobre el futuro, pero antes de los hechos, ya que no se puede exigir a los espectadores un esfuerzo económico para satisfacer su afición, y ver a un torero que nada tiene que ofrecer.

A Manzanares, quizá haya sido la única vez que se le ha visto torear en Las Ventas. En las anteriores comparecencias ha sido un torero de posturas, utilizando su figura para encubrir en su galantería un toreo lleno de especulación. Pero ayer mostró la otra cara, esa que se espera siempre de un profesional integro, y que él ha utilizado su situación de figura para taparse ante los aficionados. Pero ayer ante Dalia, lidiado en quinto lugar, mostró el toreo para dentro y sin descomponer la figura y el aficionado se lo agradeció. Pero toda la faena no fue de verdad, al comienzo consiguió unos naturales largos y templados pero con el pico por delante y sin cruzarse, para continuar con unas tandas bajando la mano y rematadas en la cadera. Toreó hasta que el burel comenzó quedarse corto en la embestida. Como dije, esto le costó al torero el reconocimiento de gran parte de los aficionados. El público generoso ya le había mostrado anteriormente su incondicionalidad pero con el toreo barato. En su primero lo único que hizo fue cuidar a su enemigo con la pañosa a media altura para que no rodara por la arena

López Simón adaptó a su enemigo en su muleta en el anillo de la plaza y allí toreando en redondos recibió la primera entrega del público a través de los olés. Al comienzo de faena lo recibió con unos estatuarios pero el burel despreciaba la pelea y se marchaba de la pañosa que le presentaba el torero En la primera tanda solo se destacó un redondo entre el conjunto, lleno de vulgaridad. Pero cuando se acopló a su enemigo consiguió una tanda de derechazos desmayados y sin descomponer la figura, cerrados con un pase de pecho que calaron en los tendidos. Al natural el manso no se entregó en la pelea y salió suelto en la primera tanda, con lo que decidió continuar en redondos sacándole a su enemigo lo que no le ofreció, pero la faena fue perdiendo hondura y el matador decidió tomar el acero, medida acertada antes que se enfriaran los ánimos de los espectadores. El sexto fue un toro que a la vez que acudía al engaño buscaba con el otro ojo el amparo de las tablas, y así, poco a poco fue metiendo al torero en sus querencias. El matador mostró la valentía del arrimón, pero este tipo de toreo no es bueno utilizarlo como recurso en todas las ocasiones, torero.



©Pepeíllo

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