lunes, 15 de mayo de 2017

15 de mayo de 2017: El empresario continúa vendiendo humo


Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo Corrida de. toros

Ganadería

Ganadería de Montalvo. Encaste Juan Pedro Domecq y Díez, en las líneas de Zalduendo y Daniel Ruiz. Un fiasco de ganado, mansos descastados e inválidos. Varios toros protestados y ninguno devuelto. Algunos no valieron ni para carne. Se salvo de la quema el cuarto. Otra decepción que ha vendido el nuevo empresario a la afición venteña y por extensión a todos los espectadores que acudieron al coso de la calle de Alcalá.. 

Terna:
  • Curro Díaz: De celeste y oro. Estocada en el brazuelo, otra estocada muy baja y dos descabellos. Silencio. Bajonazo infame. El toro tiene muerte de bravo. Bronca.
  • Paco Ureña: De turquesa y oro. Estocada que hace guardia que fue protestada. Silencio. De nuevo en el quinto le recetó a su enemigo una estocada que hizo guardia. Silencio. 
  • López Simón: De tabaco y oro. Estocada caída, tendida y atravesada, aviso. El toro tarda en caer mostrando señales de bravo. Silencio. Estocada trapacera: baja, tendida y atravesada. Silencio.

Presidente: D. Justo Polo Ramos
No estuvo acertado el señor presidente, y todos los errores que cometió fueron en la misma dirección. Toros inválidos que no fueron devueltos, suertes de varas que se limitaron a unos picotazos para que el toro no rodara por la arena y el empresario no tuviera que echar un sobrero. Todas sus decisiones en pro de la empresa adjudicataria y en contra de la fiesta Por lo que se viene observando, las decisiones de este presidente, junto a otros del mismo equipo, van en la misma dirección. Los aficionados pueden decirlo más alto, pero no más claro, enviándole el mensaje de: Fuera del palco”. 

Suerte de varas: 

  1. Liricoso. 540 Kg: En las dos ocasiones que entró al caballo salió suelto al sentir el hierro. A pesar de no ser castigado perdió las manos, generando las protestas de los aficionados. Manso, blando, la poca casta que tuvo lo mantuvo en pie. 
  2. Rondador. 544 Kg. En las dos entradas al montado peleó sin clase, mostrando con ello mansedumbre, unido a la escasez de fuerzas y falto de casta.
  3. Carcelero. 562 Kg: En la primera vara midió el castigo, pero el animal peleó con la cara alta y en la segunda fue castigado trasero. Mansote que no transmitió nada en la muleta.
  4. Escandaloso. 593 Kg: Fue el único animal que apretó en el peto con fijeza. El picador midió bien el castigo. En la segunda vara acudió suelto y no fue castigado. El animal cumplió en el caballo, pero dio un juego soso en los demás tercios. Se fue sin torear.
  5. Salinero. 573 Kg. En las dos varas no se empleó y en la segunda se repuchó tratando de quitarse el hierro de encima. Manso, sosote, que terminó parándose en la muleta. 
  6. Rivero. 532 Kg: Ambas entradas al caballo fueron de puro trámite, en ninguna se empleó. Manso, blando y descastado. 

Cuadrillas y otros

En tarde calurosa y en el día del santo Patrón, San Isidro Labrador, el aforo del coso venteño rozó el lleno, notándose algunos claros en los altos del tendido 5.

El primero de la tarde arrolló al banderillero Manuel Obispo a la salida del segundo par, infringiéndole una cornada de 20 cm en el muslo izquierdo. A recuperarse , torero.

En el tercero de la tarde estuvieron aseados con los garapullos, Domingo Siro y Jesús Arruga, pero el público estuvo muy generoso y los obligó a desmonterarse. Se notó en su actitud el carácter reivindicativo que impera en Las Ventas, impuesto por un público que desea que el triunfalismo gane por mayoría absoluta a costa de bajar el nivel de exigencia de la plaza. Los taurinos pedirán con devoción que este deseo se cumpla. 

El quinto sorprendió a Paco Ureña y al intentar tomar el olivo lo arrolló contra las tablas. Como consecuencia de ello el torero murciano salió del callejón con una evidente cojera. 

Asistió a la corrida el Rey Emérito acompañado por su hija Elena. Curro Díaz le brindó la faena de su primer toro.

Comentarios:

Simón Casa continúa vendiendo humo, y como consecuencia enturbió ayer el ambiente con otra ganadería infumable. Otra tarde negra que los espectadores tuvieron que soportar por el juego de los astados de Montalvo, que debían haber tomado otro camino y no el de una plaza de toros. Pero es lo que compra el empresario, ese que llenó los oídos de falsas ilusiones con mítines de demagogo barato y tintes populacheros, y que hasta la fecha ningún medio de comunicación le haya tirado de las orejas, indicándole que en el camino que se encuentra es el que con anterioridad trillaron los antiguos huéspedes de la gestión venteña. 

Los toreros tampoco anduvieron finos. Curro Díaz, un torero con un peso especifico dentro de los matadores de calidad, aprovechó la nobleza y la movilidad del cuarto para citar de lejos en dos ocasiones con la muleta en la mano izquierda, poniendo la miel en los labios de los aficionados. Pero todo quedó en eso. A partir de aquí el torero jienense se dedicó, no a vender humo, pero sí a torear fuera de cacho, metiendo el pico y rematando los muletazos para fuera y ante un enemigo que tenía un pitón izquierdo de cortijo, y si él, que sabe hacer el toreo puro se limitó a aliviarse, que se puede esperar de los demás. El toreo que llevó a cabo es la base del escalafón de figuras de cartón piedra, pero en su arte no encajaba y menos en un torero que ha conocido la hiel que supone el olvido de los despachos. A su primero lo recibió con unas verónicas ajustadas y con un remate que levantó los primeros olés de la tarde. Pero todo quedó en eso, a continuación y al no dar el toro la talla de un animal de su raza, los aficionados comenzaron a soliviantarse ante la actitud pasiva de un presidente que no contempló durante toda la corrida que a los toros inválidos hay que enviarlos al corral. El torero ya con la muleta en la mano, se dedicó por un lado a intentar torear pero a la vez tenía que mantener al inválido en pie, restándole peso a su faena. Al natural el animal tuvo poco recorrido y se limitó a defenderse.

Paco Ureña brindó la faena de su primer enemigo al matador, Rafaelillo, presente en unos de los tendidos de sombra. Y ya metidos en faena hay que decir que al segundo muletazo el toro se derrumbó a lo largo y ancho del ruedo, mostrando con ello la estela de lo que iba a ser la tarde. El manso se dedicó a defenderse en la pelea y cuando el torero le bajaba la mano mostraba las carencias de fuerzas de las que adolecía el animal. Aparte de esto el torero tampoco anduvo fino, no se cruzó en ningún momento de la faena, como dando a entender que no era su tarde, y eso marcó el debe de su caché ante los aficionados, pero en su haber hay que decir que el animal acudía rebrincando a las citas del coleta. Ante esta situación el maestro decidió tomar el acero. Al quedar la espada haciendo guardia, los aficionados le mostraron su descontento. A su segundo lo recibió con unos estatuarios, continuando con una serie ligada, la única que se vio en toda la tarde, pero carente de emotividad, ya que el matador continuó lo que había comenzado en su primero, es decir colocándose al hilo del pitón, y las protestas de los presentes se ajustaban al criterio de cada espectador. De nuevo la estocada que le recetó al burel hizo guardia.

López Simón estuvo y no estuvo. Este humilde junta palabras lo vio apático, y ausente. En su primero y ante un enemigo rayando la invalidez, se dobló con él, limitándose a continuación a mantenerlo en pie y para ello debía colocarse al hilo del pitón para no someter al toro. Y eso fue lo que hizo olvidándose por completo de los observadores que estaban presentes, los cuales se merecían un respeto. Pero este es un espectáculo, que como en los cajones de sastre cabe todo, incluso el desparpajo de un empresario que se permite adquirir un ganado de saldo, y, no pasa nada. El torero se puso pesado llegando a aburrir a los presentes, y recordándole en cada muletazo la tomadura de pelo a la que le habían sometido. La única defensa que tuvo el aficionado fue la protesta. En el que cerraba plaza, el torero de Barajas no se acopló a su enemigo y al final resultó que el mandaba en la pelea era el toro, un animal blando y descastado que puso en aprietos a un torero que años atrás mandó en el escalafón del valor y el desparpajo en la cara del toro. Vivir para ver. Los aficionados terminaron la corrida defendiéndose del timo a través de la frase manida; Toro, toro…….. Lo malo de estas protestas es que caen en el saco roto, ya que los que tienen que tomar medidas sobre esta sinrazón que atenaza a la fiesta, se han acoplado al papel de D. Tancredo. 



©Pepeíllo.

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