domingo, 15 de abril de 2018

15 de abril. de 2018 “El populismo manda”

Corrida de novillos. 

Ganadería 

Se anunciaron 4 novillos de José Luis Pereda y dos de La Dehesilla, lidiados en 3º y 4º lugar. La procedencia de ambos hierros es la misma, Juan Pedro Domecq y Núñez, ésta última en la línea de Torrestrella. Bien presentados y con romana, excepto el tercero sin cara. Algunos de ellos por su trapío posiblemente hubieran sido rechazados por los representantes de las figuras. En el juego que ofrecieron afloró la mansedumbre, la flojedad y salvo el quinto que se dejó pegar en la primera vara, todos adolecieron de la casta y la bravura que los aficionados esperan en animales de esta raza. 

Terna: 
  • Ángel Jiménez De grana y oro. Estocada caída tirándose a matar fuera de cacho. Silencio. Dos pinchazos, aviso y dos descabellos. Silencio. 
  • Pablo Atienza: De verde manzana y oro. Pinchazo, pinchazo hondo Silencio. En el quinto, metisaca, pinchazo sin soltar, aviso y descabello. Silencio. 
  • Rafael González: De rioja y oro. Estocada algo baja y atravesada. Oreja protestada. Pinchazo sin soltar y estocada. Petición y vuelta al ruedo por su cuenta.. 
Presidente: D. Trinidad López-Pastor Expósito. 

En el tercero de la tarde el señor presidente se dejó llevar por la generosidad de un público que solicitaba el trofeo a una faena que no mereció tal honor, pero el público solicita y el presidente concede, mostrando con ello una componente de irresponsabilidad por el cargo que ocupa. En el cuarto cambió el tercio sin haber sido picado el novillo. 

Suerte de varas: 
  1. Tramposo. 510  kg. .En la primera entrada al montado se defendió, el piquero le tapó la salida y en cuanto le abrió la puerta salió huyendo como alma que lleva el diablo. En la segunda entrada, peleó sin fijeza. Manso, blando y noble en la muleta.. 
  2. Esmeraldo 536 Kg..En la primera entrada derribó, pero este hecho fue un espejismo, el piquero castigó bajo En la segunda vara el astado se limitó a mostrar la mansedumbre que llevaba dentro. Mansote y con poca codicia para la muleta. 
  3. Carpintero 530 Kg: En general hizo una fea pelea y en la segunda vara salió huyendo al sentir el castigo del hierro. Manso en el caballo En la muleta fue apagándose su embestida según transcurría la faena. 
  4. Ambicioso. 480 Kg: Hizo una pelea de manso con el montado y en la segunda entrada salió suelto. En la faena de muleta presentó algunas dificultades pero el torero no estuvo a la altura de su enemigo. 
  5. Muletero. 495 Kg. En la primera vara se dejó pegar y en la segunda recibió un picotazo. Cumplió en el caballo, ese fue su único bagaje junto con la excesiva nobleza mostrada en la faena de muleta. 
  6. Unjaleo. 530 Kg. El juego que ofreció el burel en varas fue de manso descarado y cumplidor en la muleta. 
Cuadrillas y otros. 

Se celebró la novillada con un tercio de aforo. El cielo estuvo toda la tarde cubierto de nubes que trajeron algo de viento, creando con ello un ambiente algo desapacible en los tendidos. 

En cuanto a las cuadrillas se lucieron en banderillas, tanto José Manuel Más en el segundo y Rafael González en el sexto a pesar de ser un torero de capote, hecho que aprovechó para llevar una lidia encomiable en el tercero de la tarde, dando los capotazos justos dejando al toro colocado para el siguiente par. Muy bien, torero. 

Comentarios: 

En el sexto de la tarde y después de una faena sin mucho contenido exceptuando la primera serie de redondos, el público presente solicitó el trofeo para Rafael González, sin tener en cuenta su ignorancia, solo por el hecho de haber pagado su entrada. Los aficionados pasamos un momento de tensión ya que nos temimos que el usía regalaría la Puerta Grande a un torero que no hizo meritos para ello. En esta ocasión el presidente estuvo inflexible y no cayó en la tentación del triunfalismo que rezuma el palco en los últimos tiempos, evitando con ello otro ataque de frivolidad a la fiesta. 

Sin embargo en el primero y casi en una faena que fue trasunto de la segunda, concedió un trofeo inmerecido y que fue protestado por la mayoría de los aficionados. 

En el primero de su lote, Rafael González mostró una templanza en el manejo de la franela, consiguiendo con ello una serie de redondos muy ajustada previo comienzo del consabido pase cambiado de recibo. Continuó el torero con otra serie con la mano derecha, pero menos ajustada que la primera y a partir de aquí el novillo fue perdiendo recorrido, siguiendo por el mismo camino la labor del torero. Al natural no tuvo la enjundia que consiguió en el toreo en redondo, ya que su enemigo no se entregó en la pelea por ese pitón, por lo que la faena fue de más a menos. En un descuido del torero el animal se vio en la obligación de llevárselo por delante, pero afortunadamente sin consecuencias. El tremendismo afloró en el torero como remate de faena y esa posiblemente sería la razón en que basó el público la petición del trofeo para su torero. En el sexto y como dije anteriormente, la faena adoleció de continuidad, ofreciendo el torero una serie templado de derechazos llevando la embestida incierta de su enemigo muy ajustada en la muleta. En el toreo al natural el novillo transmitió menos y el torero no encontró los recursos ni pisó los terrenos adecuados que ofrecía la ocasión para triunfar. Todo quedó en un, quiero y no puedo, pero el enardecido público asistentes solicitó el trofeo para el madrileño, pero en esta ocasión no tuvo la respuesta del palco a su petición. 

Los dos compañeros que alternaron con él no mostraron ninguna disposición para que en un futuro inmediato puedan ofrecer la calidad que se espera en toreros que busca abrirse un hueco en este difícil mundo de la tauromaquia. Aunque en el reglamento no está marcada la edad que debe regir para el triunfo, ambos han superado ya con creces el frontispicio de la madurez que exige el siguiente paso en el escalafón, y lo que demostraron sobre el albero venteño no estuvo a la altura de lo debe ofrecer un aspirante a figura del toreo. 

Ángel Jiménez se encontró en su primero a un animal flojo de remos teniéndolo que embarcar sin el sometimiento que debería haber entre la inteligencia del hombre y la fuerza del burel, justificando de esta manera el toreo moderno de faenas aliviadas ante toros casi cadavéricos. El viento presente puso aún más complicada su labor, donde solo se le apreció voluntad. A la falta de fuerza del novillo se le unió su nobleza, y en algunos muletazos consiguió templar la embestida dándole la distancia adecuada, pero al torero le faltaron los recursos necesarios para que su labor tuviera continuidad. En el cuarto consiguió unos doblones con cierta enjundia torera, pero todo lo que vino después fue mostrar que su muleta no se ajustaba a lo que requería su enemigo, y debió de olvidar cargar la suerte y colocarse en el terreno adecuado 

La labor de Pablo Atienza en su primero fue dirigida desde la escuela del “pegapasismo”. El novillo tampoco se prestó al lucimiento pero los aficionados  notaron cual era el fin del matador y el tipo de toreo que imprimió a su labor. Adornó la faena, que en honor a la verdad nunca existió, con unas manoletinas, muy de moda, que pudieron salirle muy caras, ya que en una de ellas, se le coló el novillo, lo desarmó y casi lo arrolla. En su segundo, y dada la situación en que se encuentra el torero, no tuvo otra ocurrencia que citar a su enemigo metiendo el pico descaradamente. Supongo que esas triquiñuelas lo aprenderán en la escuela. ¡Pobres alumnos! El novillo acusó la vuelta de campana que dio en el primer par de banderillas, pero aún le quedaron fuerzas en su acometida para desbordar al coleta. A partir de aquí no tuvo nada que ofrecer a la parroquia. 

©Pepeíllo

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