jueves, 24 de mayo de 2018

24 de mayo de 2018

Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo. 

Corrida de la cultura 2018 

“Un torero con oficio” 

Ganadería 

Se lidiaron 6 toros de tres ganaderías: Victoriano del Río, 1º y 6º. Alcurrucén, 2º y 3º, y Garcigrande/Domingo Hernández, 4º y 5º. Variada de presentación, a animales con cuajo como el sexto, aparecieron por toriles algunos sin el trapío necesario y sin rematar. El primero, segundo y cuarto fueron pitados en el arrastre y el tercero fue aplaudido. El sexto fue recibido con aplausos cuando apareció en la arena. 

Terna: 
  • El Juli: De marino y oro. En el primero pinchazo y estocada caída que vale. Aplausos. En el tercero media estocada desprendida y trasera y descabello. Oreja. En el quinto Estocada caída que rueda sin puntilla. Saludos. 
  • Ginés Marín: De sangre de toro y oro. En el segundo, pinchazo. Silencio. En el cuarto estocada trasera y desprendida. Saludos desde el tercio. En el sexto pinchazo hondo, estocada y descabello. Saludos. 
Presidente: D. Jesús María Gómez Martín

El presidente se equivocó en el sexto al cambiar el tercio con dos entradas al caballo. El toro necesitó más castigo ya que quedó crudo. 

Suerte de varas: 
  1. Brevito. 543 kg. Negro listón 1ª Vara: Acudió al paso sin colocar en suerte. Se dejó pegar y el piquero le tapó la salida. 2ª Vara. Acudió suelto y el picador no colocó ni el hierro. En la muleta fue un carretón. 
  2. Alcachofito. 550 Kg. Colorado bragado meano. 1ª Vara. Salió huyendo al sentir el hierro. 2ª Vara: Se agarró pero no le recetó ni un picotazo. El animal manso y descastado. 
  3. Licenciado. 580 Kg. Colorado 1ª Vara: Se dejó pegar y volvió al relance, pero sin castigar. 2ª Vara Se repuchó y salió suelto. El toro mansote en el caballo que se vino arriba en banderillas.. 
  4. Parcelero. 542 Kg. Negro listón. 1ª Vara. Se dejó pegar y salió suelto, pero lo sujetó el peón. 2ª Vara: Tardeó al entrar al caballo, el picador marró y se cayó del caballo sin consecuencias. El toro manso encastado. 
  5. Cazatesoros. 576 Kg. Negro. 1 Vara: Hizo una pelea de manso, repuchándose. 2ª Vara: Poco que contar en esta entrada al caballo. El burel manso encastado con muchas complicaciones en la muleta. 
  6. Coplero. 600 Kg. Negro 1ª Vara. Se empleó y el picador se agarró arriba 2ª Vara: Buena vara. Se arrancó el toro y el picador se lució en la suerte. 
Cuadrillas y otros. 

La empresa arrendataria montó la segunda Corrida de la Cultura con un mano a mano entre El Juli y Ginés Marín. En tarde de sombras el coso registró un lleno absoluto. 

Hecho casi inaudito, el picador en el sexto abandonó el ruedo entra aplausos, con el único detalle que las cuadrillas deberían haberse esperado a que el picador abandonará el ruedo en lugar de continuar con la lidia. Poco a poco la sociedad va perdiendo las formas de comportamiento en todos los terrenos de la vida. 

En los toreros de plata destacar la lidia de El Algabeño en el segundo de la tarde. 

Comentarios: 

El Juli se lució en el tercero. Ha sido una de las pocas veces que me ha convencido. Hay que reconocer una virtud en él, es un matador que ha ofrecido siempre lo que tiene, dispuesto a satisfacer a sus incondicionales. El torero ha tenido detalles de maestro, mezclando en su toreo el buen oficio y mezclado con sentimiento, pero el acero le privó de la Puerta Grande. Los olés fueron de convencimiento llegando a secar las gargantas de los espectadores. Tratar de describir la faena sería casi interminable, pero si tuviera que elegir, me quedaría con el comienzo de faena. Se sacó a su enemigo a los medios con unos doblones de castigo que levantaron de los asientos a todos los presentes, menos a los mayores, claro. Continuando con unos desmayados que firmaría cualquier artista de este noble arte. Tanto en el toreo en redondo como al natural mostró los vicios del toreo moderno, citar con el pico y colocándose en la oreja de su enemigo, pero los remates fueron para dentro, y si no hubiera sido por esos detalles, que el torero los lleva en los genes, hoy estaríamos hablando de una faena sublime. 

En su primero se encontró el torero madrileño con un carretón pero con poco recorrido y no supo acoplarse a lo poco que le ofreció el animal, llegando a desarmarlo al comienzo de faena. En el quinto al torero se le vio vacío de contenido lidiador y al encontrarse con un manso encastado, no supo adecuar la lidia a las necesidades del animal. A mi entender se equivocó, ya que comenzó la faena de muleta con unos muletazos por alto en lugar de intentar bajarle los humos al burel sometiéndolo por bajo. Y la casta es lo tiene, que cuando no se lidia adecuadamente el toro suele poner en aprietos al matador. El animal comenzó a gazapear y a enterarse de lo que dejaba atrás, por lo que el maestro decidió tomar el acero. 

Ginés Marín por su parte es un torero de otro corte y por supuesto con menos bagaje acumulado en su carrera. Su primero no valía un duro y aún se estarán preguntando los aficionados como el presidente no se dio cuenta de ese detalle y lo mandó a los corrales. El torero con la muleta trató de justificar su labor, prolongando la faena innecesariamente. El toro no mereció ningún esfuerzo del torero salvo que lo despenaran lo antes posible. El cuarto, segundo de su lote, se quedó sin picar y el animal presentó los problemas de la casta. Mostrando un picante que le permitió situarse y distinguir entre el trapo y el torero, y en cada muletazo sabía lo que dejaba atrás. Al natural le costaba pasar por la muleta y aunque el matador se limitó a pasarlo en un descuido se quedó al descubierto y lo enganchó, afortunadamente sin consecuencias. El torero volvió a la cara de su enemigo con decisión y valentía, pero el animal estaba muy avisado, terminó rajándose y marchándose a tablas. La gente sensata le pedía que terminara con él. Y apareció en el albero el sexto, un pavo a falta de un mes para cumplir los seis años. El animal quedó crudo en el caballo y el torero cometió el error de no doblarse con él al comienzo de faena mostrándole las credenciales de su muleta. Lo recibió con el toreo en redondo para tratar de ajustarlo pero en un descuido quedó al descubierto y el animal comenzó a distinguir donde quedaba el torero. Insisto, es lo tiene cuando un toro pide el carnet al torero y éste no se lo enseña. Al matador jerezano le quedó el recurso de la valentía ya que no querría irse de vacío, tratando de adornarse con unas manoletinas que no venían a cuento, pero su faena no dio para más. 

©Pepeíllo

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