domingo, 16 de junio de 2019

FERIA SAN ISIDRO 2019 

A Lara y Antonio 

Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo 

Corrida de la Cultura. 

“Torero, Torero, Torero…” 

Ganadería 

Se lidiaron 6 toros de Victoriano del Rio, ganado procedente de distintas ramas de Juan Pedro Domecq. Mal presentada y de juego variado, destacando la mansedumbre mostrada en el caballo unido a la exigencia de algunos ejemplares como el segundo y el tercero que pusieron a prueba la capacidad de los toreros. No fue la ganadería bobalicona de otras ocasiones, espero que las figuras no comiencen a dejarla en el olvido. 

Terna: 
  • Sebastián Castella: De catafalco y oro. Pinchazo sin soltar perdiendo la muleta, estocada trasera y caída, aviso y descabello. Silencio. En el cuarto estocada atravesada y baja. Silencio. 
  • Paco Ureña: De grana y oro. Pinchazo y bajonazo. Vuelta al ruedo tras petición. Se retiró a la enfermería. En el sexto estocada contraría. El toro tardó en caer, Dos orejas y salida por La Puerta Grande. 
  • Roca Rey: De En el tercero metisaca, aviso y bajonazo. Silencio benevolente. En el quinto dos pinchazos y estocada caída. Silencio. 
Presidente: D. José Magán Alonso. 

Se le protestó al presidente el primer toro, ya que no reunía condiciones para la lidia, pero el usía apostó por el toro y los aficionados se sintieron defraudados por su afición a las apuestas y su supuesta falta de afición. 

Cuadrillas y otros. 

Tarde de temperatura agradable y la plaza registró un lleno a rebosar, poniendo en las taquillas el cartel de “No hay billetes”. En esta ocasión los “Isidros” no dieron la espalda a la fiesta. 

En el segundo de la tarde hubo un tercio de quites, entre Paco Ureña y Roca Rey. A la voluntad del peruano, el murciano le respondió en su toro con un toreo a la verónica sensacional, con una media belmontina de ensueño. Así comenzó la tarde del murciano Paco Ureña. 

En su segundo, un manso encastado, recibió un revolcón que aunque pudo terminar la faena, se retiró a la enfermería, apareciendo para la lidia de su segundo enemigo. Para ello se corrió turno y el sexto salió en quinto lugar y el quinto en sexto. 

Comentarios: 

La plaza era un clamor: “TORERO, TORERO, TORERO…”¿Tan bien ha toreado Paco Ureña para que las voces del público de la plaza resonaran en Manuel Becerra?, preguntó un señor que no tuvo la suerte de verlo torear. Sí, señor, le respondió otro que abandonaba el coso sonriente. Así quedó la conversación. El señor de la pregunta se marchó cabizbajo doliéndose de no sentir este arte, con sus luces y sus sombras. Los pilares de la plaza tendrían que soportar las resonancias de los olés que Paco Ureña consiguió sacar de las gargantas de los presentes con un toreo de fácil ejecución, tanto en redondos como al natural, colocándose en su sitio y sin descomponer la figura. Lugar donde los toros dan cornadas y para más ende de satisfacción de los presentes, toreando. Cargando la suerte, rematando los muletazos en la “caera” y como recuerdan algunos aficionados, toreando para dentro y no para fuera, como las figuras han impuesto. 

En este sentido, Paco Ureña, junto con otro manojito de toreros, son un verso libre dentro de la poesía del arte de torear de este siglo, que más que poesía son ripios mal venidos de las figuras a un arte donde antiguamente se toreaban, de la misma manera que lo intentó ayer el torero murciano. Sus dos enemigos no se lo pusieron fácil, pero el torero estuvo muy por encima de ambos, ofreciendo a la parroquia venteña lo que los animales no tenía, y, no se puede decir más. Describir el arte es muy complicado. Hilando fino algunos/algunas aficionados, consideraron excesivo el premio que el presidente le concedió en el sexto. Posiblemente tendrían razón, pero nadie, y digo nadie, podrá quitar las emociones que el torero murciano transmitió a los tendidos, gradas y andanadas. 

El toreo moderno trataron de interpretarlo Sebastián Castella y Roca Rey. Ambos no tuvieron su tarde y el peruano tuvo la osadía de encararse con los aficionados al recriminarle que no que se colocara en su sitio. El tercero, un manso con algo de casta llegó a sacarle los colores, el animal le exigió y el torero respondió citando al hilo con tandas vulgares y rematadas para fuera, eso cuando consiguió mantenerlo en los medios, ya que el animal era de querencias a tablas. En el quinto mostró una falta de domino evidente, y como decía un aficionado: “No ha dado ni un muletazo digno de mención”, teniendo que pasar el mal trago de los “olés irónicos” que recibía de los aficionados. Es el fielato que hay que pasar cuando se viene como figura y no se demuestra tal condición. 

La misma que mostró Sebastián Castella en sus dos enemigos. El torero francés, en horas bajas, no aportó a su labor algo digno de recordar y lo que los aficionados dudaron es si lo anunciaron como figura o como relleno de cartel. Alguien le recomendó que no le vendría mal un descanso. Lo malo es que el francés no lo escucharía. 

©Pepeíllo.

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