Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Feria de Otoño. Corrida de toros. Tercera de feria.
“Infumable ganado de Domingo Hernández. Aspirante a Lista Negra”
Feria de Otoño. Corrida de toros. Tercera de feria.
“Infumable ganado de Domingo Hernández. Aspirante a Lista Negra”
En tarde de calor y ante 22.462 espectadores, el ganado de Domingo Hernández trató de complacer el triunfalismo del público venteño. Pero no logró su objetivo ya que su juego fue decepcionante, considerándose una limpieza de corrales. Los animales solo ofrecieron romana y cara. El primero de Talavante fue devuelto a los corrales y en su lugar se corrió un sobrero del mismo hierro. El primero, segundo, quinto y sexto, fueron pitados en el arrastre.
TERNA:
Alejandro Talavante: De malva y oro. Metisaca y estocada atravesada y contraria con descabello incluido al primer sobrero. Silencio. En el cuarto metisaca y estocada tendida. Silencio.
Pablo Aguado: De malva y oro. Cinco pinchazos, al cuarto la presidencia le envió un aviso. Silencio. Estocada baja y atravesada con el toro cerrado en tablas. Silencio.
Jarocho: De burdeos y oro. En el toro de su confirmación pinchazo tirándose al morrillo y pinchazo hondo. El toro se echó ya que nada podía ofrecer. Silencio. En el sexto dos pinchazos, el toro se echó. Silencio.
PRESIDENTE: D. Iñaki Sanjuán Rodríguez
El presidente devolvió el segundo por inválido, pero lo que los aficionados no entendieron por qué no devolvió el de la confirmación de Jarocho, ya que reunía menos condiciones para la lidia.
SUERTE DE VARAS:
El ganado mostró tal mansedumbre en el primer tercio que no dio opción a la crítica de los picadores.
CUADRILLAS.
Iván García destacó durante la lidia del quinto. Los demás compañeros se limitaron a cumplir en sus labores.
TORO A TORO
1º Jienense: N. 142. 540 kg. Castaño. Cuatreño. En el primer envite el toro hizo una fea pelea. En la segunda entrada el piquero le tapó la salida y lo castigó trasero. Pitado en el arrastre.
2º Posadero N.138. 614 kg. Negro listón. Cuatreño. Se defendió en el primer encuentro con el caballo y perdió las manos. En la segunda vara ni se empleó ni el picador lo castigó. Pitado en el arrastre.
3º. Limonero. N. 33. 568. Colorado bragado meano. Cuatreño. Acudió suelto y salió suelto cuando sintió el hierro. Se arrancó en la segunda entrada al caballo y el manso salió huyendo del castigo. En la tercera y como venganza del despiste, empujó en el peto y se dejó pegar.
4º. Morado. N. 94. 543 kg. Colorado ojo de perdiz. Cuatreño. En la primera entrada el animal se durmió en el peto y se dejó pegar. En la segunda entrada recibió muchos capotazos y el piquero se limitó a marcar el castigo.
5º Germano. N. 114. 580 kg. Castaño. Cuatreño. Empujó sin fijeza acompañado de la música del estribo. El animal manseó en la pelea y el piquero le contestó tapándole la salida y arreándole el castigo. Pitado en el arrastre.
6º Cuarteto. N. 140. 589 kg. Negro listón. Cuatreño. En la primera vara lo puso de largo, el animal se arrancó, se dejó pegar y le tapó la salida. En la segunda entrada se li sobre el morrillo del manso. Pitado en el arrastre.
CRONICA:
No puede decirse que la corrida fue de más a menos ni lo contrario. Fue plana desde principio a fin. Aburrió hasta a los toreros, los cuales se vieron influenciados por un ganado falto de cualquier atributo que lo distinguiera como un toro de lidia. Ganado atacado de kilos pero vacíos de contenido. Pero no olvidemos, es lo eligen las figuras, en esta ocasión me refiero a Talavante y Aguado.
Jarocho fue un convidado de piedra que se encontró con un inválido en el toro de su confirmación y que el presidente olvidó enviar a los corrales. Al recibirlo de capote el toro no quiso pelea y lo desarmó y con la muleta las condiciones del animal, protestadas por los aficionados, no le permitieron al burgalés bajarle la mano ya que si lo sometía rodaba por la arena. En el sexto lo sacó a los medios y el animal comenzó a blandear. Como dijo un vecino de localidad, “otra porquería de toro”, con perdón, que el matador consideró no quitarse la montera durante la lidia. Lo único que hizo el domingohernández fue defenderse y acudir al engaño con la cara por las nubes, y ante un toro reservón poco pudo hacer Jarocho salvó tomar el acero.
En el segundo y ante un sobrero de la misma ganadería, todo preparadito para evitar cualquier contratiempo, se vio que era un novillo con romana, y que al someterlo por bajo con la muleta el animalito perdía las manos. Al no tener fuerza el burel se limitó a defenderse. El torero pacense decidió tomar el acero como medida preventiva antes de hacer el ridículo. Talavante: recuerdan, torero que cuando apareció allá por los años… Vino a crear nuevos moldes de exigencia en la tauromaquia. Pues esos moldes son los que mostró con los domingohernández. El cuarto apareció en el ruedo enterándose de todo, como preludio a lo que le esperaba. No consiguieron pararlo y el animal anduvo a sus anchas por el albero. Recibió muchos capotazos. Con la muleta el torero comenzó su labor pasándolo por alto, seguro que para aliviarle el suplicio. Talavante comenzó desconfiado rematando los muletazos para fuera en su interpretación del toreo al natural. Cuando lo intentó por el derecho, harían un pacto de no agresión en el cual se comprometerían a aburrir al personal presente. Como dije, vino a romper moldes y por lo que se vio, se lo está cargando todo.
Nos quedaba por ver al torero sevillano Pablo Aguado. Y si que lo vimos, aunque no estábamos en Sevilla. Allí cualquier detalle justifica una tarde. Ante Limonero, justo de trapío y sin remate, el animal no se encontró a gusto en el capote que le presentó Aguado y tomó la opción de no repetir las embestidas. En el último tercio lo sacó a los medios con unos muletazos templados ofreciendo una tanda aseada por el pitón derecho. En la segunda consiguió templar solo un muletazo. Todo lo que aconteció después estuvo lleno de vulgaridad, pasando a su enemigo por la pañosa pero carente de hondura y de temple. La ligazón brilló por su ausencia. El quinto apareció con pies en el ruedo pero después de un garbeo de reconocimiento se plantó en las querencias hasta que el maestro Aguado consiguió sacarlo. Cuando tocó el último tercio lo sacó a los medios fijándolo por bajo. En estos terrenos el manso comenzó a medir las embestidas y el sevillano decidió quitarle las moscas y a continuación tomar el acero.
La tarde de expectación solo ofreció decepción. ¿O no?
©Pepeíllo.
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