sábado, 23 de mayo de 2009

21 de mayo de 2009: Efluvios Sevillanos

21 de mayo de 2009

Toros de: Juan Pedro Domecq. 2º y 3º de José Vázquez.
Terna:
  • Morante de la Puebla: Pinchazo al paso, metisaca, 2 pinchazos, estocada casi entera, atravesada, aviso y descabello. Silencio. Pinchazo y estocada. Oreja.
  • José María Manzanares: Estocada atravesada. Silencio. Estocada, saludos desde el tercio.
  • Rubén Pinar: Que confirmó alternativa, media caída y atravesada, saliéndose de la suerte. Silencio. Estocada delantera. Silencio.

Presidente: Trinidad López Pastor.


Ayer, Morante de la Puebla consiguió que los aficionados olvidaran por un momento la pesadilla que están sufriendo como consecuencia de cómo se está desarrollando la feria, motivada por el estado lamentable en que se encuentra la fiesta de los toros. En su segundo enemigo consiguió sembrar el albero de Las Ventas de aromas sevillanos para que todos pudieran disfrutar de los efluvios de su toreo. Fue una faena llena de detalles, no recia, ya que Morante es un torero artista y la fortaleza no es su plato fuerte. El toro tampoco necesitaba una muleta poderosa, al contrario, requería una muleta exquisita, y eso fue lo que el torero sevillano se sacó de su alma torera. De no haberse encontrado el toro con este torero en vena de inspiración, el resultado hubiera sido completamente distinto.

El toreo de Morante hizo que llegara a los espectadores que abarrotaban el coso, y cada uno en su medida pudo expresar su sentimiento exteriorizando al unísono esos olés desgarradores que rompen el aire cuando se expresan con el corazón. Eso sólo lo hacen los buenos toreros y, como dije, en esta temporada estamos escasos de este tipo de sentimientos.
Verónicas de ensueño, donde el toro era embarcado desde el inicio del pase, embrujado en su capote mecido con lentitud, donde toro y torero eran una misma cosa difícil de definir. Galleó con arte para poner al toro en suerte y si la faena de muleta no tuvo una continuidad en su construcción, dio unos redondos de ensueño, que muchos de los aficionados quedaron transportados al limbo del éxtasis. Mató mal y se le concedió una oreja, pero eso fue lo de menos, porque ya no podían quitar a las miles de retinas lo que habían contemplado, y el torero se sentía tan a gusto que tampoco le importaría el resultado final de la faena.

Pero desgraciadamente tenemos que volver a poner los pies en el suelo y a seguir contando lo que adornó el resto de la tarde. Por chiqueros volvieron a salir cadáveres con cuernos, toros sin fuerza que los picadores tuvieron que simular la suerte de varas con el fin de dejar al toro con las fuerzas necesarias para mantenerse en pie. Manzanares en su primero, y ante un sobrero de José Vázquez, no encontró el suficiente aliciente para lucirse, ya que el toro no tenía recorrido, echaba la cara arriba y no humillaba. Ante este panorama decidió abreviar. En su segundo y mediatizado por la faena de su compañero y director de lidia, trató de seguir sus pasos y se le vio más dispuesto, pero es difícil vencer al arte cuando la providencia no te ha dotado con la fuerza suficiente. Así de caprichosa es la naturaleza. En su segundo, aunque el torero trató de justificarse, no tuvo enemigo que colaborara en su empeño.

Rubén Pinar no tuvo suerte en el toro de su confirmación, un inválido de libro y que el presidente quiso mantener en el ruedo, él sabrá por qué, los aficionados sólo lo intuimos. Pero aún así, el toro le dio la oportunidad de sacarle unas series que de haberlas aprovechado, hoy sería un torero muy feliz. En su segundo, el asunto fue más serio. Se encontró con un toro que metía la cabeza con mucha claridad, iba de largo por ambos pitones y el torero se limitó a ejecutar el toreo moderno y claro, ese tipo de toreo se valorará en otras plazas, pero en esta, no. Fue una verdadera mala suerte para el torero perder esta oportunidad, esperemos que tenga otras y las aproveche.

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