domingo, 15 de mayo de 2011

14 de Mayo de 2011: Faltó la emoción

Toros de: El montecillo.
Terna:
  • Uceda Leal: Saludos desde el tercio y pitos.
  • Iván Fandiño: Oreja y saludos con protestas.
  • Miguel Tendero: Silencio y tímidos pitos.
Preside la corrida D. Julio Martínez Moreno.

El ganado de Paco Medina tuvo nobleza en la muleta, manseó cuando tuvo que demostrar que es un toro con toda la fiereza de su raza y blandeó lo justo para que los toreros pudieran estar a gusto delante de ellos y sembraran el albero venteño con faenas de acuerdo al sentimiento de cada espada. Pero hubo un algo que se debería desterrar de las dehesas y es la desaparición de la casta.

El toro, independientemente de su condición de bravo o manso, debe dar espectáculo y este tiene que venir necesariamente de ella. Si no hay casta, la emoción no existe, y si el toro no transmite y los toreros dejan florecer de sus muletas el toreo moderno y ventajista, lleno de vulgaridad, toreando fuera de cacho, metiendo el pico con descaro y matando con bajonazos infames, la ilusión de los aficionados para acudir a las plazas está seriamente dañada.

En esta misma situación está la suerte de varas. Sin la casta y con estos piqueros incompetentes, esta suerte desaparecerá. Seguro que cuando ocurra este hecho los del castoreño pondrán el grito en el cielo por algo que se han ganado a pulso tarde tras tarde.

Ayer ocurrió lo mismo de siempre, aparecieron montados incompetentes que picaron trasero, en la paletilla, les importa un comino donde caiga la vara. Han demostrado con creces a los aficionados que pican trasero a conciencia, lo que el aficionado desconoce es el porqué de ese hecho. Y eso cuando pican, ya que ayer hubo toros en los que se limitaron a marcar la vara, como el caso del segundo de la tarde.

Iván Fandiño cortó una oreja a su primero, como la podía haber cortado Uceda Leal al toro que abrió plaza. Ambos tuvieron toros con nobleza, que repetían en la muleta, pero les faltó el sentimiento que los toreros deben sacar cuando la ocasión lo requiere, y ayer lo requería.

La faena de Uceda destacó porque se echó la muleta a la izquierda desde el comienzo de su labor y eso en los tiempos que corren se cotiza al alza. Sin embargo, a la hondura y templanza que trató de imprimir a su toreo le faltaron las curvas y le sobraron rectas, ó lo que es lo mismo, toreó al hilo del pitón sin cruzarse en ningún momento, y claro, en Madrid esos detalles no pasan desapercibidos y solo se les perdona a los figuras del torero moderno, pero a los toreros serios como Uceda Leal, ni pensarlo.

Fandiño estuvo, más o menos, a su misma altura, pero dio la impresión que su labor caló más en el público orejero y este inclinó la balanza a su favor a la hora de pedir la oreja. Estuvo algo más bullicioso, más acelerado en los naturales que ejecutó, perdiéndole pasos como símbolo de falta de mando sobre su enemigo, pero en redondos sacó a relucir la virtud que le faltó con la izquierda, es decir, el mando, tan escaso en los tiempos que corren. Pero lo que realmente marcó la diferencia con Uceda fue el remate final de faena donde se adornó con unas bernardinas pasándose al toro muy justo de la cintura. Con esto calentó el ambiente y el público sacó a relucir su componente orejera.

Sobre Miguel Tendero el respetable no tuvo la más mínima duda, silenció su labor en ambos enemigos. Su primero no le dio muchas oportunidades, ya que se le quedaba corto por ambos pitones, pero el torero tampoco se cruzó para provocar su embestida, adoleciendo de recursos para tirar del toro y que los muletazos fueran más largos. Su segundo, un toro que salió de chiqueros defendiéndose, sembrando el ruedo de detalles de manso, pasó su calvario para ponerlo en suerte ante el piquero de turno, ante el cual no se empleó el burel ratificando con ello sus condiciones de mansedumbre, pero cuando llegó a la muleta el toro se dejaba torear, pero el torero no estaba por la labor de ponerse en su sitio y bajarle la mano para hacerle humillar, eso hubiera sido lo propio de alguien que intenta triunfar en esta profesión.

Con los rehiletes destacaron Antoñares en el primero de la tarde, como tiene acostumbrada a la afición de esta plaza, Pedro Lara, Manuel Molina y Roberto Martin Jarocho. El punto negro lo marcó Gimero Mora que cantó la gallina en los dos pares que intentó colocar en el tercero.

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