lunes, 16 de mayo de 2011

15 de Mayo de 2011: Llegaron las figuras

Toros de: Núñez del cubillo. Encaste: Marqués de Domecq
Terna:
  • Morante de la Puebla: Silencio y silencio.
  • Alejandro Talavante: Pitos y silencio.
  • Arturo Zaldívar: Petición y saludos y Aplausos.
Preside la corrida D. Trinidad López-Pastor Expósito.

En la sexta corrida del ciclo isidril aparecieron por el portón de cuadrillas las figuras y con ellas comenzaron a salir toros sin trapío por el portón de chiqueros, protestados en su mayoría a excepción del quinto y sexto. Muchos pensarían que el empresario había comprado una novillada en lugar de una corrida de toros y que los veterinarios se habían dejado influir por este error, al no comprobar en los carteles que en el festejo se iban a correr toros. Tal y como están las cosas en este mundo, nadie se hubiera extrañado de este error.

El caso es que tanto los toros con trapío de novillos y los novillos que parecían toros, dieron pocas opciones de lucimiento a la terna y estas solamente fueron aprovechadas por Arturo Zaldívar, que se la jugó con el sexto, realizando la faena en la boca de riego, citando con la muleta recogida, dando a continuación tres pases cambiados jugándose la vida aguantando la acometida de su enemigo. Continuó la faena recetándole tres naturales sin templar, sin bajarle la mano y permitiendo que su enemigo le enganchara la muleta, pero con mucho valor. Todo no se le podía pedir al torero que había confirmado la alternativa momentos antes, pero el público le agradeció su voluntad llena de valor, con el añadido que el burel era un manso de libro y en cuanto vio la puerta abierta de las tablas se marchó a ellas buscando el refugio que no había encontrado en los medios. Al toro de su confirmación, sin trapío y acochinado, que manseó con descaro, lo recibió con la muleta de hinojos en los medios pero el animal acudía rebrincado al engaño y el torero mexicano no se acopló con él, mostrando solamente voluntad.

El otro toro de la corrida, que tenía el defecto de ser bizco del pitón izquierdo, algo que no se prodiga en esta plaza con frecuencia, pero que en esta ocasión los veterinarios permitieron su lidia, le tocó en suerte a Alejandro Talavante. Un animal que mostró signos de invalidez desde que salió por toriles y que cuando sentía el hierro del picador salía huyendo por el ruedo buscando no se sabe qué, seguramente el camino de la dehesa. El caso es que se vino arriba en banderillas, aunque eso sí, doliéndose cuando recibía el castigo de los garapullos. Llegó a la muleta de Talavante con embestidas descompuestas y el torero no encontró en su repertorio los recursos suficientes para templar sus acometidas, que era lo que los aficionados esperaban de él, sin embargo abusó citando con la muleta retrasada y sin cruzarse al pitón contrario. En su segundo, y después de brindar un toro sin trapío, realizó una faena ventajista rematando los muletazos para afuera, sin adelantar la muleta, y como colofón a los desaciertos “muleteriles”, lo despenó con un sartenazo de juzgado de guardia.

Pero el plato fuerte de la tarde estaba en la actuación de Morante de la Puebla. Para este acontecimiento el público había llenado todo el cemento de la plaza, y ya se sabe lo que ocurre en estos casos. Corrida de expectación, corrida de decepción. Y eso fue lo que ocurrió. Su primero, un toro sin trapío, no consiguió meterlo en los vuelos embrujados de su capote, ya que el toro no tenía acometividad para tal evento. Todo lo que ocurrió después fue una serie de desaciertos de la cuadrilla ya que el toro acudía al caballo suelto y nadie fue capaz de fijarlo, perdiendo las manos, por lo cual el público solicitó la devolución del toro a los corrales pero el Sr. Presidente se mantuvo firme en su condición de empresario y lo mantuvo en el ruedo. Con esto, terminó todo. El torero se limitó a quitarle las moscas de la cara y despenarlo para decepción de los presentes. Así son los toreros artistas. En su segundo, y ante un novillo impresentable como toro en esta plaza, levantó los ánimos de los presentes con una verónica ajustada, una solo. Con la muleta solo destacó un trincherazo al comienzo de faena, después vino un desajuste total entre toro y torero, donde la inspiración de este se marchó antes de llegar a la plaza.

En fin, llegaron las figuras y con ellas apareció la decepción.

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