miércoles, 16 de mayo de 2012

15 de mayo de 2012: Menos aburrimiento, hubo de todo


Toros. De El Ventorrillo. Encaste, Juan Pedro Domecq.

Terna:
  • Julio Aparicio: Bajonazo de infame, dos pinchazos, dos sartenazos y descabello. Bronca. Pinchazo, media delantera perpendicular y dos descabellos. Bronca.
  • Curro Díaz: Bajonazo de escándalo. Silencio. Estocada desprendida que vale. Silencio.
  • Eduardo Gallo: Pinchazo sin soltar y estocada caída. Saludos desde el tercio. Estocada caída y descabello tras aviso.
Suerte de varas: Juego variado del ganado en los caballos

  • Primero: Romano: Desde su salida de toriles comenzó a mostrar la mansedumbre que llevaba dentro. Acudió suelto al caballo y el piquero lo picó en la paletilla, derribando al montado e hiriendo al caballo. En la segunda entrada fue picado en el 9 y siguió mostrando signos evidentes de mansedumbre.
  • Segundo: Centinela. Aunque manseó y salió suelto de su encuentro con el caballo en el primer embroque, se dejó pegar. En la segunda entrada al caballo fue picado en la paletilla después de estar a dos metros de distancia. Fue bochornosa la actuación del picador
  • Tercero: Cervato. Fue picado trasero y mal. El toro empujo con fijeza pero salió suelto de la pelea. En la segunda vara se arranca de largo y el picador lo engancha arriba, provocando los primeros oles de la feria toreando a caballo.
  • Cuarto: Terciopelo: En la primera entrada al caballo derriba al montado después de picar bajo. En la segunda entrada lo pica el reserva y después de picarlo sin medida lleva al piquero y al caballo desde el tendido 5 al 7, empujando con fijeza. En la tercera entrada el burel seguía empujando con clase.
  • Quinto: Preso: Cuando sintió el hierro salió despavorido como alma que lleva el diablo. En la segunda vara mostró igualmente mansedumbre.
  • Sexto: Histrión. En la primera entrada al caballo, hecho que se produjo antes de colocarse éste en contra querencias, no se empleó. En la segunda vara se dejó pegar para salir suelto después. Fue el clásico “arreón” de manso.

Presidente: La actuación de D. Julio Martínez Moreno, no influyó en el desarrollo de la lidia.

No me ha gustado nunca que los espectadores sembraran el albero de la plaza de almohadillas para manifestar su descontento por la actuación de un torero. Este hecho ha sido siempre una característica de los toreros artistas, cuando no tenían su tarde. Pero hay que destacar algunos detalles al respecto: el aficionado no creo que manifieste su descontento de esta manera, ya que conoce el comportamiento de estos toreros, capaces de hacerles olvidar la crisis económica o llenarlos de pesadumbre al verlos deambular por el ruedo como alma llena de pena. Han sido siempre toreros de amor y odio, algunos hasta en una sola tarde, pero nunca manifestar el descontento lanzándole almohadillas o algún otro objeto. El aficionado protestará siempre cuando alguien trate de atentar contra la pureza de la fiesta, pero se cuidará mucho de perjudicar a los profesionales que se visten de luces, por muchos motivos que tengan en su haber, ya para eso están los representantes de la autoridad, aunque en la mayoría de los casos no ejerzan las funciones que se les son encomendadas. Y sin ánimo de hacer demagogia, ¿por qué este público que tira almohadillas a los toreros, no manifiesta su descontento cuando tratan de engañarnos los taurinos atentando fraudulentamente contra la fiesta?

Ayer ocurrió de todo en la plaza, de todo, menos aburrimiento. Toros que mansearon, toros que se dejaron pegar en los caballos, otros acometieron rayando en la bravura, picadores que sufrieron con el fin de parar las acometidas de sus enemigos, animales que empujaron en el caballo con clase, poniendo de pie a los aficionados, incrédulos porque no se creían lo que estaba viendo. Hubo hasta un piquero que pico arriba, y claro, tuvo que apretar para intentar atemperar la acometividad de su enemigo, para que no derribara su montura. Hubo un toro que se arrancó de largo y el piquero lo enganchó en el morrillo sin tener que rectificar. Otro toro traslado de tendido al caballo y a su montado empujado. Hubo picadores que picaron trasero y algunos en la paletilla. Con esto el tedio se quedó en casa.

En la parte negativa, hubo toros que mansearon, buscando las querencias desde que salían al ruedo. La mayoría de ellos no facilitaron las cosas a los coletas, ya que presentaron muchas dificultades sobre todo en el juego que dieron en la muleta. Julio Aparicio, aparte de no tener su tarde en cuanto al lote que le tocó en suerte, se inhibió también en sus funciones de director de lidia, e incluso permitió que dos banderilleros de la cuadrilla de Eduardo Gallo estuvieran solos en el anillo de la plaza a merced de su enemigo cuando intentaban banderillear al sexto de la tarde, mientras él estaba junto al burladero del 5, mostrando una profesionalidad impropia de alguien que se viste de luces. Eso, no matador, si su corazón ha dejado de ser torero, retírese, la afición sentiría mucho perder a un a torero de sus características, pero eso es lo mejor, para Ud. y para la fiesta.

El único torero de la terna que tuvo a un enemigo que le permitió sacar de su muleta algunas esencias de temple y ligazón, fue Gallo en su primero hasta que el toro sacó a relucir lo que llevaba dentro. Al inicio de faena se dobló con él consiguiendo un gracioso cambio de manos y un pase de pecho de pitón a rabo. Aguantó un gañafón de su enemigo que le puso los pitones en el cuello y comenzó a protestarle por ambos pitones. El toro necesitó una muleta poderosa para someterlo, algo que el torero no estuvo a la altura. En su segundo se dobló con torería, pero cuando intentó pasarlo de muleta el toro comenzó a defenderse y lo que necesitaba era un torero con dotes lidiadoras y no el toreo bonito que trató de imprimir Gallo.

Curro Díaz en su primero se encontró con un animal que sólo le permitió con la muleta un trasteo y a eso se limito el espada. En su segundo, se dobló con el intentando meterlo en la muleta pero su enemigo no estaba por la labor de colaboración .Le costaba tragarse los muletazos, y su único propósito era marcharse a toriles. El espada de Linares lo intentó pero después de sufrir un desarme en querencias, decidió despenarlo.

©Pepeíllo

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