viernes, 18 de mayo de 2012

17 de mayo de 2012: Es lo que hay


Toros. cinco de Victoriano del Rio y uno de Cortés, corrido en 3ª lugar. Origen Domecq en sus diversas ramas.

Terna:
  • Sebastián Castella: Estocada hasta la bola, matándolo con la mano izquierda. Oreja. Estocada caída saliéndose de la suerte y perdiendo la muleta. Aviso. Silencio.
  • José Mª Manzanares: Estocada casi entera y trasera en la suerte de recibir. División de opiniones. Estocada baja. División de opiniones cuando saluda.
  • Alejandro Talavante: Estocada trasera caída, trasera y tendida. Silencio. Estocada que hace guardia y descabello. Arrolla a un peón de su cuadrilla cuando intenta sacar el estoque.
Suerte de varas: Los astados de Victoriano del Rio no hicieron un buen juego en el caballo, y algunos blandearon. Los picadores tampoco se emplearon en el castigo, ya que no hacía falta, porque los toros, no se conocen los motivos, pero salen a la arena con una falta de agresividad y acometividad que son impropios de de animales de esta raza. No es de extrañar que algunos malpensados digan que los aliñan antes de salir al ruedo. Desde luego argumentos no les falta. La corrida estuvo mal presentada, el 3º, 4º y 5º, no tenían el trapío que exige esta plaza y eso que según comentarios del tendido, el ganadero había puesto al servicio de los toreros dos camiones de toros. Ya se sabe el poder de las figuras.
  • Primero: Jarretero: En la primera vara lo pica trasero y el toro intenta quitarse el hierro. Mansea. La segunda vara no existió, nada más entrar al caballo el peón, Javier Ambel, sacó al toro del caballo.
  • Segundo: Jubilado. Lo agarra delantero y rectifica el pedazo de inútil, Por supuesto cuando rectificó colocó la vara trasera. Para esto no hubo protestas de los isidros. El toro no se empleó en el castigo, perdió las manos y no precisamente por codicioso. En la segunda vara, también trasera, el toro no se empleó.
  • Tercero: Curioso. Hasta el rabo todo es toro, debió pensar el piquero. Le arrea tres en uno, que vergüenza. Pierde las manos cuando lo saca el peón del caballo. Marca sólo. Sigue blandeando. Protestas.
  • Cuarto: Orador: Le tapa la salida, y le hace la carioca, el toro se vio en la necesidad de dejarse pegar por el indocumentado picador. Hacen una fea pelea en la segunda entrada, tanto el piquero como el toro.
  • Quinto: Guasón: Pica trasero y el toro no se emplea. Pica en el morrillo, cosa inusual, pero marcando la puya solamente. Los aficionados protestan. El toro no se ha empleado en la pelea.
  • Sexto: Lastimado. Acude al caballo sin ponerlo en suerte. No se emplea, se deja pegar. Blandea. En la segunda vara marca solo la puya.

Presidente: En el primer toro permitió que el peón sacara al toro en su entrada al caballo en la segunda vara, nada más entrar en jurisdicción. Qué pena que tragara con la medicina impuesta por el torero Castella y privara a los aficionados de ver una segunda entrada al caballo.

El cartel de ayer era considerado la estrella de la feria, con tres espadas que forman parte del escalafón de figuras Los tres tuvieron que abandonar la plaza por sus propios medios, Castella lo hizo retirándose a la enfermería cuando acabó con su segundo enemigo, ofreciendo lo mejor de sus oraciones a la providencia, que lo libró de una cornada, que tal y como se produjo, podía haberle traído malas consecuencias. Sus compañeros la abandonaron también por sus propios medios, pero sin esos loores, que habían recogido en otras plazas.

Los aficionados estaban dispuestos a seguir el mismo patrón, pero los maestros debían demostrar sobre el albero que eran merecedores de tal distinción toreando, y eso fue precisamente lo que no ocurrió, y aunque algunos sectores del público soberano estaban dispuestos a encumbrar a los espadas, estos no quisieron que en la plaza hubiera unanimidad de criterios, y mientras los isidros, publico benevolente, fácil en el aplauso y conocedor de los méritos de los toreros cuando se ponen a dar pases a fieras sin codicia, querían perfumar la tarde de triunfos, los aficionados, no estaban de acuerdo con los regalos que se iban a impartir, ya que a su criterio, los toreros vienen a torear, no a dar pases y menos con las ventajas que estuvieron imprimiendo a todas sus faenas, impropias de las figuras del escalafón, a los cuales hay que exigir por un motivo fundamental, porque saben torear y para eso cobran, y no, que traten de vender un producto totalmente fraudulento y falto de emoción al faltar lo esencial de la fiesta, el toro.

Intentaron triunfar toreando con el pico de la muleta, colocándose fuera de cacho, sacando al toro para fuera en lugar de torear para dentro, sin cruzarse, rectificando terrenos, presentando el engaño retrasado y lo que es más importante, delante de animales sin emoción y sin gota de casta, y cuando uno de ellos se cuela de rondón, como le ocurrió al sexto, Talavante no estuvo a la altura que requería su enemigo y claro, de tanto pico el animal se aburrió y decidió rajarse, ante esto el torero echó mano del recurso del arrimón, para tratar de lavar su imagen deteriorada cuando intento torear. De acuerdo, el estado de ánimo del torero no estaba en el mejor momento, ya que había sufrido una perdida familiar, pero ante una situación de este tipo, los espectadores hubieran comprendido su ausencia. El que peor parte se llevó del simulacro de corrida fue Castella, que al citar a su enemigo, el primero de la tarde, desde el anillo, el toro no obedeció al engaño y lo arrolló. Cogida que conmocionó al público presente que en un momento creyó lo peor, pero el torero, después de recuperarse del shock, siguió toreando hasta que despenó a su enemigo con una estocada hasta la bola, eso sí, algo mermado de facultades. Con su segundo enemigo, un animal, sin trapío pero que tuvo movilidad en la muleta, no se ajustó el torero. El toro salía rebrincado de los muletazos y necesitó que lo sometieran por bajo, pero Castella no estaba en condiciones. Un hilo de sangre manaba a la altura de la ingle como consecuencia de la cogida.

Manzanares fue el torero que más intentó el toreo moderno. Ya al recibir de capote a su primero lo hizo descargando la suerte, a pesar de levantar los primeros oles de su faena. Con la franela mostró un temple exquisito, y fue una pena que un torero joven y con unas condiciones envidiables, se limite a meter el pico, a descargar la suerte, torear con la muleta retrasada y sacar el toro para afuera. A su toreo le faltó hondura y le sobraron trampas. Con su temple trató de engañar a casi toda la plaza, en especial a los isidros. Hubo un espectador que se atrevió a decir: “carga la suerte aunque sea una sola vez”, pero el torero siguió con la misma tónica ventajista.

 ©Pepeíllo

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