domingo, 3 de junio de 2012

2 de Junio 2012: Mal camino, ganadero



Corrida de toros. En la 24ª y última de feria se han lidiado toros de Adolfo Martín. Encaste Albaserrada.

Terna:
  • José Luis Moreno: De tabaco y oro. Pinchazo saliéndose de la suerte, estocada habilidosa y descabello. Silencio benevolente. Estocada casi entera tirándose fuera de la suerte. silencio
  • Juan Bautista: De verde y oro. Estocada casi entera. División de opiniones cuando saluda. Estocada casi entera, atravesada, saliéndose de la suerte. Silencio
  • Iván Fandiño: De salmón y oro. 4 pinchazos, metisaca con sartenazo incluido y descabello. 2 avisos. Aplausos. Pinchazo y estocada baja. Silencio.
Presidente
D. Manuel Muñoz Infante no estuvo acertado en la decisión de mantener en el ruedo al quinto de la tarde, fue muy poco exigente en su faceta de aficionado, pero si lo estuvo cuando le llamó la atención al torero Juan Bautista al no pedirle permiso antes de comenzar la faena de muleta. Sr. Presidente, hay que ser coherente en las decisiones, aunque a la empresa le cueste dinero enviar un toro a los corrales. ¿o no?

Suerte de varas
El aficionado esperaba mucho los “albaserradas” en su juego en el caballo, pero fueron pasando los toros por el redondel y no hubo nada digno de destacar que no se hubiera visto con anterioridad en cualquier corrida comercial que han pasado por la feria, me refiero a no poner el toro en suerte, picar trasero y taparle la salida a los toros y el agravante de zurrarles la badana como lo hicieron en algunos ejemplares. Solo Juan Bautista se adornó en su primero poniéndolo en suerte, después entró en la monotonía reinante de la feria, hasta que Fandiño en el sexto lo puso en suerte de largo y el toro no quiso sacar la casta que posiblemente el ganadero creía que tendría.

Cuadrillas y otros
Destacar dos pares de Julio Robles al segundo de la tarde. El torero cuadró en la cara del toro gustándose en la suerte, pero los palos cayeron bajos. Una pena torero. Después abundó la mediocridad, saliendo los toreros de plata de la cara a una velocidad de vértigo, cuando los pobres animalitos solo llevaban de peligro el nombre de la ganadería.


La ganadería de Adolfo Martin, procedencia Albaserrada, defraudó a los aficionados. Se dejaron en la dehesa, la casta, la agresividad, el poder, que les ha caracterizado siempre y hasta el tipo, y sin embargo se trajeron la mansedumbre y la blandura, y con esos elementos no pudieron sacar a relucir lo que caracteriza a muchos de estos animales: el manso encastado, que suele llevar la emoción a los tendidos. La corrida estuvo igualmente mal presentada: ante toros serios por delante y en el tipo de la ganadería, se corrieron otros que no tenían nada en común con sus hermanos de camada y solo les caracterizaba algunos detalles que declaraban su procedencia saltillo.

Entre los toreros también hubo de todo. Salió Juan Bautista con muestras de querer comerse el mundo, y en su primero, segundo de la tarde estuvo muy voluntarioso y tratando de agradar. Se le vio más dispuesto que en otras ocasiones y levantó los primeros olés de la tarde al poner el toro en suerte con mucha alegría, aderezado de torería. Qué lástima que el toro blandeara y no diera la talla ante las exigencias de su matador y de Iván Fandiño, que rivalizaron en quites, pero el animal no quiso colaborar. La nota negativa la puso José Luis Moreno, que demostró en sus dos enemigos una falta de interés por intentar estar, por encima de sus enemigos, aunque estos tampoco estuvieron muy lejos del torero en cuanto a su comportamiento.

El primero del torero cordobés, un toro engatillado y en tipo de la ganadería, derribó al piquero e hizo presagiar que la tarde sería eminentemente torista, pero a continuación se marchó a toriles, declarando su condición de manso. No obstante el piquero le zurró la badana y la cuadrilla se encargó de facilitar el camino a su maestro, enseñándole al toro lo que no debía aprender nunca. El torero cuando tomó la muleta también demostró su condición de desconfianza ante un toro apagado y que no mostró ninguna posibilidad de acudir a la muleta con claridad. Su segundo tampoco se lo puso fácil al torero cordobés, al inicio de su última andadura intentó buscar la salida, pero debió encontrar la barrera muy alta. Qué pena debe sentir un ganadero ante un resultado como este, criar un toro durante cuatro años a cuerpo de rey y que muestre su agradecimiento de esta manera. No quedó ahí, aparte de su condición de manso, mostró blandura, además el piquero le mechó el lomo. No se podía pedir más, así que cuando el torero recibió el regalo que le dejaron, el toro no se podía mover de los cuartos traseros, limitándose a despacharlo con brevedad.

El primer enemigo de Juan Bautista metía la cabeza con claridad por ambos pitones y el torero francés se estiró con el capote, pero no cargó la suerte en ningún momento. El toro con el caballo comenzó a blandear y cuando llegó a la muleta se mostró sosote y el torero citaba sin estar colocado en su sitio y encima descomponiendo la figura. Sólo se le anotaron algunos detalles como un pase de pecho al hombro contrario. Poca pesca para tanta caña. Su segundo fue un animal que no se empleó en el caballo ni mostró acometividad en ningún momento de la lidia, y lo más triste para el aficionado fue que se echó al tercer muletazo. ¿Con este resultado, como van a exigirles a las figuras que vengan con este tipo de ganaderías? Por lo que se vio ayer, y en otros años, dio la sensación que Adolfo Martín se ha metido en un jardín que nunca debería haber entrando. Esperemos que salga pronto de él, por el bien de la fiesta y de los aficionados, ya que el siguiente paso creemos conocer cuál es, ¿su nombre? Domecq. Por muy malos que salgan sus toros, siempre habrá tiempo para rectificar, aficionados para verlos y Fandiños para torearlos, luego, por ese camino, nunca, ganadero.

Fandiño por su parte y ante su primer enemigo, un toro serio por delante, cornipaso y algo destartalado, no lo dejó ver en el caballo, pero el burel tampoco fue picado ni se empleó, pero llegó la muleta con el tranco suficiente para que el torero de Orduña pudiera citar desde los medios y el toro acudir con alegría. Dio varias series de redondos con el temple como testigo, dándole distancia y dejando ver a su enemigo, y por poner algún pero, con la suerte descargadilla. Pero justo en ese momento se le presentó un inconveniente, a veces más peligroso que el toro: el viento, y desconocemos si fue este el motivo, pero no utilizó la mano izquierda. Él sabrá por qué. Después llegó el sainete con la espada y con ella perdió todo lo que tenía ganado, pero, Fandiño es Fandiño y lo que había hecho nadie se lo podía quitar, ni tan siquiera, que casi le echarán el toro al corral, que a punto estuvo. En su segundo, un toro fuera de tipo y que salió al ruedo con el crotal en la oreja, intentó lucirlo en el caballo, pero el animal, un desagradecido, tardeó en acudir en la segunda vara y eso enfrió al personal. En el último tercio, al toro no le gustó mucho la muleta y el torero lo intentó, pero, el animal no acudía al engaño, así que el maestro decidió despenarlo de un pinchazo y una estocada, eso sí, baja.

©Pepeíllo.

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