lunes, 23 de mayo de 2016

22 de mayo de 2016: La honradez de un torero


Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Corrida de toros


Ganadería

5 Toros de Las Ramblas y un remiendo de Buenavista, procedencia Juan Pedro Domecq y Salvador Domecq, El Torero. De juego y presentación desigual, donde predominó la mansedumbre. Algunos mostraron casta. El tercero fue enviado a los corrales y en su lugar salió un sobrero de Julio de la Puerta. 

Terna:
  • El Cid: De obispo y oro. Bajonazo infame. Silencio. Estocada baja. Aviso. El toro tiene una muerte brava. Silencio.
  • Paco Ureña: De rosa y oro. Estocada desprendida colgándose en los pitones y tres descabellos. Aviso. Aplaudido en el arrastre. Saludos desde los medios. Pinchazo y estocada perdiendo la muleta. Oreja
  • Fortes: De sangre de toro y oro. Estocada desprendida y atravesada. Silencio, Media estocada, al descabellar el toro se mata solo.

Presidente: D. Julio Martínez Moreno.

Sin complicaciones en sus decisiones. Envió a los corrales al tercero por manifiesta invalidez.

Suerte de varas:
  1. Simplón: 493 Kg: En la primera vara el pegó el piquero, salió suelto y se marchó al reserva que solo marcó el castigo. Manso y descastado.
  2. Taquillero: 514 Kg. En la primera vara empujó sin clase y el piquero no lo castigó. En la segunda se limitó a sujetarlo. Mansote y noble en la muleta y le faltó recorrido. 
  3. Riguroso: 527 Kg: En la primera entrada el piquero se agarró arriba y el animal cumplió en el caballo. En la segunda se limitó a cumplir. El toro cumplió en el caballo y en la muleta estuvo por encima del torero
  4. Facilón: 583 Kg: En la primera entrada al montado perdió las manos, se durmió en el peto pero el castigo fue mínimo. En la segunda no fue castigado. El animal blando, pero ha estado por encima de su matador. 
  5. Testarudo: 514 Kg: Casi derriba sin empujar por la impericia del picador. En la segunda vara el piquero le pegó y el toro salió suelto. Manso encastado. 
  6. Surtidor: 580 Kg. En la primera vara el toro acudió al picador de reserva que se limitó a marcar el castigo. En la segunda el caballo, debido a la mansedumbre del burel, se colocó en el tendido uno. Manso y con algo de casta.

Cuadrillas y otros:

Salvo algunos huecos en los tendidos la plaza registró una buena entrada. La tarde fue soleada pero con temperatura agradable.

Paco Ureña se retiró a la enfermería al rematar a su primer enemigo para comparecer para matar al quinto.

En el sexto y en el tercio de banderillas, los toreros de plata ofrecieron un espectáculo bochornoso e incomprensible a ojos de los presentes. Hay que tener caradura vestirse de torero y hacer el ridículo de la manera que lo hicieron. Tantos los aficionados como el público generoso, no entendían nada de lo que ocurría en el ruedo, solo que en un acto de cobardía infame, estos toreros que se permiten llegar a la plaza con un cierto grado de altanería luciendo el traje de luces, sean capaces de hacer una labor tan infame, rayando la cobardía. Los individuos atendía por, J. Antonio Muñoz y José Luis Hernández, Zuri. Supongo que no osarán deshonrar de nuevo el traje de luces. 

Comentarios:

En la plaza solo hubo un torero, bueno vistiendo el traje de luces, tres, pero que abandonaran el ruedo con los honores reconocidos por la afición, solo uno, Paco Ureña. Un torero que venía de una cogida reciente en Francia y no quiso caerse del cártel para mostrar a la afición venteña su estado de gracia delante de la cara del toro. No es lo mismo pegar pases acompañando la embestida del toro, que lo que hizo Ureña, pasándose la cabeza de sus enemigos cerca de la taleguilla, rematando los muletazos en la cadera y quedando colocado para el siguiente, y lo más importante, sin descomponer la figura. Así toreo el torero de Lorca, bueno, en algunos momentos lo consiguió, pero nadie puso en duda su honradez ni su valentía. En su primero entró a matar metiéndose prácticamente entre los pitones. Se retiró a la enfermería para salir a matar el quinto. En el segundo de su lote y en un momento del toreo al natural, el toro se lo echó a los lomos dándole un revolcón. Dada su entrega y el toreo mostrado, los espectadores premiaron su labor con un apéndice en su segundo toro. Lo único que no agradó a la afición fue cuando recibió a su segundo enemigo a portagayola, ya que dada su situación física no se lo podía permitir. 

No se puede decir lo mismo de El Cid. El torero de Salteras estuvo desdibujado en sus dos enemigos. En el primero no encontró ningún momento para asentar las zapatillas en la arena, limitándose a bailar en la oreja de su enemigo. Tanto en redondos como al natural el animal le tocaba la muleta, ofreciendo una imagen penosa de su toreo. A pesar de que llenó el albero de mantazos por doquier, la parroquia venteña fue muy benevolente con el torero. En su segundo se limitó a dar medios pases sin llegar a rematar ninguno de ellos, limitándose a acompañar las embestidas de su enemigo, toreo típico del matador sin recursos y sin la valentía para colocarse en su sitio y mostrar al público esa mano izquierda poderosa que en otros tiempos horadaba el albero venteño templando la embestida de su enemigo. Hubo quien se atrevió a decir, que antes de perder la dignidad por unos contratos que el aficionado puede considerar míseros, por la forma de ganarlos, es más honroso pensar en la retirada.

Por su parte, Fortes ha perdido esa vitola de torero que ofrecía lo que tenía, y era una valentía que encogía los corazones de los espectadores. Al perder ese don, solo le ha quedado en su muleta una vulgaridad que no engancha con los tendidos. A su primero consiguió sacarle una tanda de derechazos donde destacó uno de mucha plasticidad, pero al natural no consiguió acoplarse a un animal que a opinión de muchos aficionados, en los que me incluyo, se le fue sin torear, y eso es un signo que da mucha información sobre el estado de un torero. En su segundo comenzó la faena con muletazos acompañando el viaje de su enemigo. En un descuido el torero se quedó al descubierto y el animal casi lo arrolla La faena terminó con el toro por un lado, el torero por otro y los espectadores tratando de entablar tertulias ya que lo que ocurría en el ruedo no le interesaba a nadie. 



©Pepeíllo

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