jueves, 11 de mayo de 2017

11 de mayo de 2017: Fallaron a espadas


Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo Corrida de toros.

Ganadería

6 toros de La Quinta, encaste Santa Coloma en la línea de Joaquín Buendía. Bien presentados, con cara y bonitos de lámina. Mansos y en general nobles en la muleta, excepto el segundo que desarrolló sentido y llegó al último tercio con mucho peligro. Fue pitado en el arrastre.

Terna:

  • Alberto Aguilar: De turquesa y oro. Estocada desprendida perdiendo la muleta, aviso y dos descabellos. Silencio. . El segundo lo tuvo que despenar por cogida de su compañero, David Galván: Cinco pinchazos y tres descabellos. Silencio. En el cuarto, dos pinchazos, uno perdiendo la muleta y otro sin soltar, estocada contraría y cinco descabellos. Aviso. Silencio. En el sexto, estocada perdiendo la muleta, descabello, aviso, cuatro pinchazos, 2º aviso, y dos pinchazos. Al final se echa el toro. Silencio benevolente.
  • David Galván: De marino y oro. En el segundo fue arrollado por su enemigo y trasladado a la enfermería para no aparecer.
  • Javier Jiménez: De azul pavo y oro. Cuatro pinchazos, aviso. Se echa el toro. Silencio. En el quinto estocada tendida perdiendo la muleta, aviso. Aplausos y saludos desde los medios. 

Presidente: D. Gonzalo de Villa Parro.

Sus decisiones no influyeron en el devenir de la lidia.

Suerte de varas:


  1. Orejita. 517 Kg: Cárdeno oscuro. En ambas entradas al caballo el picador no estuvo afortunado, en la primera vara le hizo una carnicería y en la segunda lo castigó trasero. Mansote que se rajó en la muleta. 
  2. Presidiario. 505 Kg. .Cárdeno claro. .En la primera entrada al caballo lo puso en suerte en el picador de reserva, el animal manseó y se defendió. En la segunda entrada marcó trasero y salió huyendo al sentir el castigo. Manso encastado, que llegó a la muleta con mucho peligro.
  3. Matajaca. 481 Kg: Cárdeno. En la primera vara peleó con la cara alta y empujando con un pitón, en la segunda el picador marcó el castigo arriba y fue una pelea muy bonita. Manso y noble. 
  4. Gaditano. 539 Kg: Cárdeno oscuro bragado corrido. En ambas entradas al montado se defendió, saliendo huyendo del caballo en la primera. Manso que se entregó en la faena de muleta.
  5. Temeroso. 504 Kg. Cárdeno claro. Hizo una fea pelea en varas, y en la primera salió suelto. A pesar de llevar una mala lidia puso en bandeja el triunfo al torero. Manso que embistió con mucha clase en la muleta.
  6. Coquetón. 484 Kg: Negro entrepelado, bragado meano. No se empleó en el caballo y salió suelto en la primera entrada. Manso.

Cuadrillas y otros:

En la primera corrida del ciclo ferial de San Isidro y en tarde desapacible, el coso venteño registro menos de media entrada. Poco antes del inicio del festejo descargó sobre la zona un nubarrón que limpio los tendidos de espectadores.

El torero David Galván fue cogido en el segundo de la tarde, sufriendo un puntazo en tercio inferior de la cara externa del muslo izquierdo, ligera conmoción cerebral y traumatismo en codo izquierdo con posible factura. El torero fue retirado inconsciente a la enfermería para no reaparecer más. Por este motivo el torero Alberto Aguilar tuvo que matar cuatro toros, cambiando el orden de lidia, en quinto lugar salió el sexto y en sexto lugar el quinto.

En el tercero se lució en banderillas, Abrahán Neiro, el Algabeño y el picador Agustín Romero, en la segunda vara.

Comentarios:

Los dos toreros que quedaron en liza, Alberto Aguilar y Javier Jiménez dieron un autentico recital a espadas. Ningún toro cayó de un espadazo, y ambos entraban a matar sin criterio, saliéndose de la suerte y soltando el brazo por si sonaba la flauta. Pero la flauta sonó pero no como ellos esperaban, sino de manera desafinada que chirrió en la vista de los aficionados. Ninguno de ellos se tiró a matar por derecho y ambos tuvieron la fortuna de cara en la suerte suprema, Aguilar en el primero y Javier Jiménez en el quinto. Todo lo demás fue un recital de pinchazos y descabellos impropios de matadores de toros. En su haber quedó el haberse enfrentado a una corrida de las denominadas duras, de esas que los figuritas, esos que se lo llevan crudo durante toda la temporada, no quieren ni oir hablar.

La corrida de La Quinta tampoco fue un ejemplo a seguir de casta, y salvo el segundo que llegó a la muleta con mucho peligro, los demás mostraron mucha mansedumbre pero también nobleza añadiendo en su defensa que las cuadrillas tampoco estuvieron muy afinadas. Hubo toros que se dejaron torear, como le ocurrió al quinto, un manso que llegó a la muleta con mucho recorrido y con la intención de poner en bandeja el triunfo del torero. Pero el sevillano Javier Jiménez hizo lo que pudo,. Cierto que sacó algunos muletazos largos y templados, pero en otros se limitó a acompañar el viaje de su enemigo sin llegar cruzarse como requería la ocasión Hubiera sido un momento cumbre de su carrera y a mi entender la dejó escapar. Al tercero de la tarde, un animal que le costaba humillar no intentó someterlo, y tanto al pasarlo por el pitón derecho como por el izquierdo, el torero no se acopló a la bonanza que le ofrecía su enemigo.

Alberto Aguilar por su parte y como director de lidia, le tocó despenar a cuatro enemigos. En su primero, el que abría plaza y feria, fue un animal que acudía al engaño con la cara alta. El torero con la muleta en la izquierda consiguió algunos naturales limpios, pero por el derecho no quiso pelea. Fue rajándose según transcurría la faena y el torero nada más pudo aportar a su corto repertorio. En el cuarto, cometió el error de no someterlo por bajo, rematando los muletazos por alto, y a pesar de conseguir algún natural, la faena adoleció de mando. Al final se le fue la mano con la cantidad y le faltó algo más de calidad. En la faena del sexto, que mató por cogida de su compañero, David Galván, al torero madrileño le faltó confianza, y todos los muletazos que ejecutaba fueron punteados por su enemigo. El torero quiso sustituir de nuevo la cantidad por la calidad y lo único que consiguió fue el frio calara en los huesos de los espectadores, que le pedían desesperados la finalización del festejo..

Al único enemigo que se enfrentó David Galván fue un manso encastado que recibió una mala lidia y el burel llegó a la muleta con la lección aprendida. El torero intentó someterlo pero remataba los muletazos por alto, y el manso encastado no le perdonó esos atrevimientos, y en un descuido se lo echo a los lomos, y una vez en la arena le tiró unos derrotes espeluznantes enviándolo a la enfermería. A recuperarse, torero.


©Pepeíllo.

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