Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Corrida In Memoriam Victorino Martín.
“¿Qué fue de la plaza de toros de Las Ventas?”
Se lidiaron seis ejemplares de Victorino Martín desiguales de presentación y de juego y algunos blandos. Todos fueron cinqueños. Al sexto le dieron la vuelta al ruedo. El feudo venteño rozó el lleno. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del ganadero de Galapagar.
Terna:
Paco Ureña: De rosa y oro. Estocada baja que rueda sin puntilla. Aplausos. Media estocada baja y descabello. Silencio.
Emilio de Justo: De blanco y oro. Estocada baja, trasera y tendida que rueda sin puntilla. Silencio. Estocada de bonita ejecución tras aviso. Oreja de feria.
Borja Jiménez: De laurel y oro. Bajonazo de juzgado de guardia. Silencio. Aviso tras estocada baja, atravesada y tendida. 2 orejas. Salió por La Puerta Grande
Presidente: D. José Luis González González.
No anduvo fino el presidente en la ejecución de sus deberes. Concedió una oreja en el quinto tras una faena de poco contenido, que le salvó la estocada de bonita ejecución. En el sexto cometió varios errores. Concedió dos orejas a Borja Jiménez, inmerecidas ya que la estocada fue muy defectuosa. Permitió dar la vuelta al ruedo al toro después de no emplearse en el caballo y permitió que tomaran a hombros a Borja Jiménez sin que sus compañeros hubieran abandonado la plaza, permitiendo la ocupación del ruedo de un público enardecido sin sentido cívico. En el tercero permitió que entrara el banderillero por cuarta vez al tener el animal cuatro palos. Un despiste presidente.
Terna:
Paco Ureña: De rosa y oro. Estocada baja que rueda sin puntilla. Aplausos. Media estocada baja y descabello. Silencio.
Emilio de Justo: De blanco y oro. Estocada baja, trasera y tendida que rueda sin puntilla. Silencio. Estocada de bonita ejecución tras aviso. Oreja de feria.
Borja Jiménez: De laurel y oro. Bajonazo de juzgado de guardia. Silencio. Aviso tras estocada baja, atravesada y tendida. 2 orejas. Salió por La Puerta Grande
Presidente: D. José Luis González González.
No anduvo fino el presidente en la ejecución de sus deberes. Concedió una oreja en el quinto tras una faena de poco contenido, que le salvó la estocada de bonita ejecución. En el sexto cometió varios errores. Concedió dos orejas a Borja Jiménez, inmerecidas ya que la estocada fue muy defectuosa. Permitió dar la vuelta al ruedo al toro después de no emplearse en el caballo y permitió que tomaran a hombros a Borja Jiménez sin que sus compañeros hubieran abandonado la plaza, permitiendo la ocupación del ruedo de un público enardecido sin sentido cívico. En el tercero permitió que entrara el banderillero por cuarta vez al tener el animal cuatro palos. Un despiste presidente.
SUERTE DE VARAS:
Nadie pone orden en este colectivo de piqueros. Ellos a lo suyo, tapando la salida de los toros, castigando por sistema trasero y en los bajos y algunos no rectificaron, como ocurrió en el cuarto. Si quieren mejorar este tercio deberán hacer una limpieza de estos señores que lucen el castoreño.
CUADRILLAS.
En el segundo se lució en la lidia Morenito de Arlés. En el segundo tercio hubo de todo como en botica.
TORO A TORO:
1º Portero: N. 4. 528 kg. Cárdeno oscuro. Cinqueño. El picador le tapó la salida y no se vio el juego del animal. En la segunda vara peleó sin fijeza y no lo castigó.
2º Garduño. N. 89. 523 kg. Cárdeno. Cinqueño. En la primera vara se empleó sin fijeza. En la segunda le costó acudir al montado y el piquero lo castigó trasero y le tapó la salida.
3º Bohonero. N. 60. 536 kg. Cárdeno. Cinqueño. No se empleó en la primera pelea con el peto y en la segunda manseó intentando quitarse el hierro de encima.
4º Muchachero. N. 75. 593 kg. Cárdeno. Cinqueño. Marcó el castigo en los bajos y no rectificó. En la segunda lo castigó más bajo que el primer puyazo. Al paro Cristian Romero.
5º Milhebras. N. 40. 525 kg. Cárdeno. Cinqueño. Acudió suelto al caballo, se empleó en el castigo y le tapó la salida. Otro picador al paro. En la segunda entrad se empleó empujando con un pitón.
6º Milhijas. N. 104 594 kg. Cárdeno. Cinqueño. En la primera entrada al caballo lo colocaron en suerte y el piquero lo castigó en la paletilla, rectificó y el toro no se empleó. Quien se iba a emplear con un individuo disfrazado de picador. En la segunda entrada fue castigado trasero, se dejó pegar pero no lo castigó. Otro montado que deberían despedir.
CRONICA:
CUADRILLAS.
En el segundo se lució en la lidia Morenito de Arlés. En el segundo tercio hubo de todo como en botica.
TORO A TORO:
1º Portero: N. 4. 528 kg. Cárdeno oscuro. Cinqueño. El picador le tapó la salida y no se vio el juego del animal. En la segunda vara peleó sin fijeza y no lo castigó.
2º Garduño. N. 89. 523 kg. Cárdeno. Cinqueño. En la primera vara se empleó sin fijeza. En la segunda le costó acudir al montado y el piquero lo castigó trasero y le tapó la salida.
3º Bohonero. N. 60. 536 kg. Cárdeno. Cinqueño. No se empleó en la primera pelea con el peto y en la segunda manseó intentando quitarse el hierro de encima.
4º Muchachero. N. 75. 593 kg. Cárdeno. Cinqueño. Marcó el castigo en los bajos y no rectificó. En la segunda lo castigó más bajo que el primer puyazo. Al paro Cristian Romero.
5º Milhebras. N. 40. 525 kg. Cárdeno. Cinqueño. Acudió suelto al caballo, se empleó en el castigo y le tapó la salida. Otro picador al paro. En la segunda entrad se empleó empujando con un pitón.
6º Milhijas. N. 104 594 kg. Cárdeno. Cinqueño. En la primera entrada al caballo lo colocaron en suerte y el piquero lo castigó en la paletilla, rectificó y el toro no se empleó. Quien se iba a emplear con un individuo disfrazado de picador. En la segunda entrada fue castigado trasero, se dejó pegar pero no lo castigó. Otro montado que deberían despedir.
CRONICA:
Alguien debería responder a la pregunta ¿Qué fue de la plaza de toros de Las Ventas? Alguien debería instruir a ese público que ha perdido la razón, los valores y los principios que han mantenido erguida la “Fiesta de los Toros” en nuestra plaza. Lo que se organizó ayer al finalizar el festejo sobrepaso incluso el contenido de lo ocurrido durante la corrida. Un espectáculo dantesco que la jauría eufórica que saltó al ruedo una vez arrastrado Milhijas camino del desolladero desbordó cualquier expectativa.
Alguien recordó la tarde de la corrida del siglo. ¡Pero qué comparación más absurda! A mí me tocó vivir aquella corrida y los espectadores vivimos la grandiosidad de la fiesta desde nuestras localidades y salimos de la plaza, no toreando como solía decir el crítico Joaquín Vidal, sino con una satisfacción que llenó de orgullo nuestro ego de aficionado. En aquella tarde, fueron los tres toreros de distinto corte los que salieron por La Puerta Grande junto al ganadero, el desaparecido “Paleto de Galapagar”. Los que tuvimos la suerte de vivir aquella corrida, aún la recordamos con orgullo.
Ayer se abrió La Puerta Grande para que el torero Borja Jiménez la atravesara al desorejar el sexto de la tarde, acompañado por el ganadero. ¡Qué osadía! El toro se toreó solo y al torero sevillano le costó colocarse en su sitio y darse cuenta de que su enemigo no se merecía la faena que inicialmente le presentó. Su labor no fue para dos orejas por la manera que ejecutó la suerte suprema. La vuelta al ruedo del toro fue un premio excesivo. Ni tan siquiera para que hubieran obligado a saludar al mayoral. Ningún aficionado dudó de la calidad del toro y que muchos lo confundieron como un animal de otro encaste, que sí, que mostró bravura, que no se cansó de embestir con nobleza, pero casta, ¿donde estuvo la casta de Milhijas? Como dije, la guinda que adornó la tarde fue la salida a hombros del ganadero.
Con este montaje como epílogo nadie se acordó de la orejita de Emilio de Justo, nadie se acordó que los tres primeros mostraron las dificultades de la casta y que ningún torero encontró en su muleta la solución para lidiar esas dificultades. Nadie se acordó que el primero de Paco Ureña fue un animalito escaso de fuerzas y que el murciano anduvo desconfiado con la poquita casta que mostró y que no le permitió ponerse bonito. El segundo de su lote no valió ni para llamar la atención de los tendidos. Sobre el ruedo no hubo ni toro ni torero.
Emilio de Justo se encontró en su primero con un encastadito animal que hizo que mostrara en su labor las precauciones. El animal soltaba la cara y el cacereño no encontró la fórmula para vencer la casta, mala, pero casta. El quinto fue un animal de comportamiento comercial, y De Justo le ofreció el toreo de mercadillo y que venden a precio de oro por esas plazas de la piel de toro.
Solo me falta comentar algo sobre la faena al tercero de la tarde, lidiado por Borja Jiménez. Un animal que hizo una pelea de manso en el caballo y cuando llegó a la muleta se dedicó a pasarlo por ambos pitones sin pena ni gloria. Es decir, una labor de pegapases, con el pico por delante y añadiendo la desconfianza que da este encaste.
Puedo estar equivocado, no lo dudo, pero lo que nadie podrá criticar es que a cuento de que venía encumbrar a Borja Jiménez en el tendido 5 al dar la vuelta al ruedo, olvidándose de los otros dos toreros que aún estaban en la plaza y que tenían que abandonar el ruedo a pie cada uno con su cuadrilla recibiendo las críticas o los aplausos de los tendidos. De lo que no tengo duda es que se ha perdido el norte de lo que fue la fiesta y sobre todo el respeto que imponía la plaza de toros de Las Ventas.
Allá donde se encuentre Victorino Martín Andrés, seguro que se preguntaría a cuento de que vino este montaje.
©Pepeíllo.
Alguien recordó la tarde de la corrida del siglo. ¡Pero qué comparación más absurda! A mí me tocó vivir aquella corrida y los espectadores vivimos la grandiosidad de la fiesta desde nuestras localidades y salimos de la plaza, no toreando como solía decir el crítico Joaquín Vidal, sino con una satisfacción que llenó de orgullo nuestro ego de aficionado. En aquella tarde, fueron los tres toreros de distinto corte los que salieron por La Puerta Grande junto al ganadero, el desaparecido “Paleto de Galapagar”. Los que tuvimos la suerte de vivir aquella corrida, aún la recordamos con orgullo.
Ayer se abrió La Puerta Grande para que el torero Borja Jiménez la atravesara al desorejar el sexto de la tarde, acompañado por el ganadero. ¡Qué osadía! El toro se toreó solo y al torero sevillano le costó colocarse en su sitio y darse cuenta de que su enemigo no se merecía la faena que inicialmente le presentó. Su labor no fue para dos orejas por la manera que ejecutó la suerte suprema. La vuelta al ruedo del toro fue un premio excesivo. Ni tan siquiera para que hubieran obligado a saludar al mayoral. Ningún aficionado dudó de la calidad del toro y que muchos lo confundieron como un animal de otro encaste, que sí, que mostró bravura, que no se cansó de embestir con nobleza, pero casta, ¿donde estuvo la casta de Milhijas? Como dije, la guinda que adornó la tarde fue la salida a hombros del ganadero.
Con este montaje como epílogo nadie se acordó de la orejita de Emilio de Justo, nadie se acordó que los tres primeros mostraron las dificultades de la casta y que ningún torero encontró en su muleta la solución para lidiar esas dificultades. Nadie se acordó que el primero de Paco Ureña fue un animalito escaso de fuerzas y que el murciano anduvo desconfiado con la poquita casta que mostró y que no le permitió ponerse bonito. El segundo de su lote no valió ni para llamar la atención de los tendidos. Sobre el ruedo no hubo ni toro ni torero.
Emilio de Justo se encontró en su primero con un encastadito animal que hizo que mostrara en su labor las precauciones. El animal soltaba la cara y el cacereño no encontró la fórmula para vencer la casta, mala, pero casta. El quinto fue un animal de comportamiento comercial, y De Justo le ofreció el toreo de mercadillo y que venden a precio de oro por esas plazas de la piel de toro.
Solo me falta comentar algo sobre la faena al tercero de la tarde, lidiado por Borja Jiménez. Un animal que hizo una pelea de manso en el caballo y cuando llegó a la muleta se dedicó a pasarlo por ambos pitones sin pena ni gloria. Es decir, una labor de pegapases, con el pico por delante y añadiendo la desconfianza que da este encaste.
Puedo estar equivocado, no lo dudo, pero lo que nadie podrá criticar es que a cuento de que venía encumbrar a Borja Jiménez en el tendido 5 al dar la vuelta al ruedo, olvidándose de los otros dos toreros que aún estaban en la plaza y que tenían que abandonar el ruedo a pie cada uno con su cuadrilla recibiendo las críticas o los aplausos de los tendidos. De lo que no tengo duda es que se ha perdido el norte de lo que fue la fiesta y sobre todo el respeto que imponía la plaza de toros de Las Ventas.
Allá donde se encuentre Victorino Martín Andrés, seguro que se preguntaría a cuento de que vino este montaje.
©Pepeíllo.